Diego García
Concejal de Educación de Grau
Ante la disyuntiva surgida recientemente de si todo lo que se haga sobre la mejora de la educación y los entornos físicos donde ésta se lleva a cabo es inversión o mantenimiento, mi postura es clara. La educación de nuestras generaciones futuras siempre es una inversión. Por ello, todas las personas y todas las administraciones debemos estar implicados al cien por cien en la consecución de ese objetivo que es garantizar las mejores condiciones para esa inversión de futuro. Y es nuestro deber mirar a ese futuro con optimismo porque, ¿qué sentido tiene mirar al pasado cuándo queremos avanzar y no retroceder? Es cierto que las cosas no se hicieron bien desde ambos lados, tanto a nivel local como regional pero yo, al menos, más allá de la conciencia para no caer en los mismos errores, no le encuentro utilidad a mirar hacia atrás permanentemente y menos aún, en buscar en ese pasado armas de justificación para depurar responsabilidades. Como bien dije antes todos y todas debemos tener nuestra parte de culpa en que este debate sobre quién debe poner el cascabel al gato termine cuanto antes. Y ha de ser así porque mientras escribimos líneas o tratamos de cambiar la pelota de tejado constantemente, hay personas que sufren esa falta de premura en la resolución de problemas. No es suficiente con aprobar proyectos ya prometidos cuya ejecución se dilata en el tiempo por problemas añadidos o tratar de establecer definiciones sobre qué es inversión o mantenimiento. La mejor definición es aplicar el sentido común para actuar cuanto antes. En ese sentido, no existía, aunque ya están trabajando en ello a sugerencia de quien suscribe, un protocolo de actuaciones de mantenimiento en centros escolares del Principado de Asturias para que así todas las administraciones sepan, a nivel técnico obviamente, qué es inversión y qué es mantenimiento. Así pues, debemos de olvidar errores pasados o debates estériles y caminar de la mano hacia futuros mejores. Será, a buen seguro, la mejor inversión de nuestras vidas.
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