Javier F. Granda / Salas
[Edificios con historia]
La denominación Casa del Regente puede tratarse de un falso histórico ya que no queda claro que existiese un regente en la villa de Salas, pero sí la constancia de que Francisco Menéndez-Castañedo, quien adquirió el edificio a principios de los años cincuenta del pasado siglo, colocase un azulejo de Talavera de la Reina con el rótulo que así la identifica en el actual nº 1 de la Plaza Príncipe de Asturias, y a partir de ahí se asentase esta nomenclatura para referirse al edificio. Las diferentes acepciones del término regente pueden referirse a un magistrado que preside una audiencia territorial, o también la persona encargada de un establecimiento o negocio. Alberto Fernández Suárez, en El Conjunto Histórico de la Villa de Salas, refiere que “los propietarios más antiguos que se recuerdan fueron una familia nobiliaria residente en Madrid y, según algunos vecinos, es posible que en esa casa haya vivido su administrador o regente”. Lo que sí es evidente que este edificio de principios del XIX, con unas trazas de estilo neoclásico y unas proporciones notables, destaca en la trama urbana de Salas por su porte y calidad constructiva. El edificio está incluido en el IPAA y también en el Catálogo Urbanístico de Salas con un Grado de Protección Integral. La escueta ficha del catálogo lo refiere como un edificio tradicional asturiano. Se trata de un volumen exento, con fachada principal orientada al este y frente a la plaza de 18 metros; fachada norte a la antes conocida como Plaza de los Gochos y calle Ponteo, con unos 23 m; y fachadas sur y oeste a finca cerrada por tapial, éste con dos accesos desde la calle Ponteo y otro desde Entrerríos. Dispone de sendos cuerpos desplazados en las fachadas norte y sur, con una superficie total aproximada por planta de 528 m2. En la cubierta, ordenada en diferentes planos por el encuentro de los tres volúmenes, se disponen buhardilla y tragaluz al sur, y tres buhardillas al norte. El volumen principal tiene la cubierta a cuatro aguas donde se reúnen los planos de los cuerpos que sobresalen hacia el norte (extremo) y sur (centrado) cubiertos a tres aguas, dando lugar a un complejo e interesante sistema de cubiertas. Todas las fachadas del edificio son distintas entre sí. La principal, a la Plaza Príncipe de Asturias, se organiza en cinco ejes y perfecta simetría. Los cinco vanos de la planta baja disponen de arcos escarzanos, siendo el central ligeramente mayor, sirviendo de acceso principal. Se corresponden con cinco balcones adintelados y enrasados en planta primera, manteniendo las proporciones de la planta inferior. Los tres balcones centrales se hacen en voladizo con molduras superpuestas y se protegen con antepechos en hierro. Entre plantas se observa una línea de impostas de sillares labrados que solo se plantea en esta fachada. Otra línea enmarca la planta superior bajo el alero. Éste se realiza en madera en todo el perímetro con empleo de canecillos decorados y bien ordenados. La fachada norte acusa la ligera pendiente de la calle, y se organiza en seis ejes, al que se suma el lateral del cuerpo desplazado; siete accesos en total que se corresponden con mismo número de balcones enrasados en planta primera donde encontramos antepechos de hierro interiores y exteriores. La fachada sur con seis ejes: cuatro en el cuerpo desplazado y dos insertos en el volumen central; quedando la fachada occidental ordenada con cinco ejes simétricos entre sí pero desplazados hacia el sur, resueltos con ventanas cuadradas de sillares y antepechos labrados en piedra y puerta de acceso adintelada. Rompe esta simetría una puerta de mayores dimensiones en la vertical que sirve de acceso desde escalinata y plataforma de hormigón añadida, denotando una intervención posterior. En todo el conjunto se emplean sillares bien labrados: en zócalo, imposta y cornisa de la fachada principal, en esquinales y recercos de todos los vanos. Mantiene cargas en lienzos y enlucido apropiado. En este edificio se instaló una Notaría en torno a 1934 y posteriormente la Academia, también varios negocios como una tienda de telas y, en el saliente norte, un zapatero remendón. Actualmente es propiedad del arquitecto Arturo Gutiérrez de Terán Menéndez-Castañedo.
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