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«Atender al público me es natural y sencillo, aún a mis 87 me apetece volver»

Olvido García Francos, de Casa El Cándano, en La Espina, ‘Mujer del Año’ de Salas, «nunca olvidaré este premio»

Olvido García Francos, tras el mostrador de Casa El Cándano, de La Espina, en Salas/ Manolo JIménez

Manolo Jiménez/El Cándano (La Espina)

Olvido García Francos (El Cándano, 1936) ha sido nombrada este 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, ‘Mujer del Año’ de Salas, en reconocimiento a su trayectoria vital y también como representante de toda una generación de mujeres. Su padre Jesús García construyó la casa que adoptó el nombre de su parroquia, El Cándano y en torno a este negocio de la localidad salense de La Espina edificó su vida. Un relato de aquella Asturias rural de la posguerra sin agua corriente, sustentada en torno a dos sentimientos: la superación y la abnegación. Desde Casa El Cándano la vida fue evolucionando, creciendo, como el negocio donde pasaba largas jornadas Olvido, limpiando, atendiendo, sirviendo a la vida sin perder su amabilidad. Una generosidad  de la que ella misma se ayudaba, día a día, para abastecer desde el bar tienda de legumbres, azúcar, aceite… a sus parroquianos. En el Día de la Mujer, Olvido admite que nunca tuvo que soportar ninguna falta de respeto por ser fémina, porque si entendía que alguien se acercaba demasiado se “ponía a limpiar la barra”. Aplicada desde niña en el comercio y en clase, hasta el punto de que por necesidades de la docencia tuvo que sustituir a la profesora titular, durante un curso, dado su buen historial académico, aún hoy en día a pesar de acercarse a los 90 años hace gala de esa gran lucidez. Clarividencia que deja a las claras en esta entrevista.

-¿Qué representaba para una familia la figura de la  mujer a la hora de articular todas las necesidades de un núcleo familiar?

-Todo. Limpiar, lavar de rodillas la ropa, cocinar, atender la casa y el negocio… ¡no había electrodomésticos! 

-¿Eso en cuantas horas se traduce?

-Desde las 6 de la mañana que abríamos la tienda hasta las 11 de la noche que cerrábamos, o más tarde incluso. 

-¿Cómo lo soportaba Vd.?

-Siempre me gustó el negocio y atender al público. Me sentí siempre muy querida. Gracias a Dios vendíamos mucho… Empecé con mis padres desde pequeñita y ví crecer el negocio que con los años se convirtió en un supermercado, además de un negocio de hostelería. Me resultaba sencillo desarrollar mis tareas. Hoy en día me entran ganas de volver a servir.

-¿Por qué tuvo que dejarlo?

-Fué hace pocos años. Me di cuenta, siguiendo las recomendaciones médicas, que era mucho para mí. Tenía una edad avanzada mucho volumen de trabajo y cuatro empleados. Era demasiado. 

-¿Echa la vista atrás a veces a sus orígenes? ¿Cómo era aquella Asturias rural de casi 100 años?

-Puff… No había agua corriente, con eso te lo digo todo. Iba a buscarla a un pozo con calderos. Tengo una anécdota con 13 años  al ir un día a la finca de un vecino que tenía uno (un pozo), al echar el caldero caí de cabeza. Empecé a dar voces y vinieron a sacarme ¡dentro del propio caldero arrastrado por una cadena! (risas) ¡Qué tiempos!

-¿Cómo se define Olvido?

-Humilde y católica. No pierdo Misa, me tiene que llevar Jesús (mi hermano) aunque nieve

-¿Se sintió incómoda en alguna ocasión detrás de la barra por el comportamiento de algún hombre?

-Nunca. Siempre fueron muy correctos conmigo. Y si alguno tomaba el camino equivocado me iba y me ponía a limpiar el mostrador

-¿Qué opina del papel de la mujer hoy en día en nuestra sociedad?

-Están más preparadas y afortunadamente tienen más derechos y menos trabajo gracias a los avances. Recordemos que nosotras lavabamos a mano, de rodillas porque no había electrodomésticos, como te decía. No teníamos apenas recursos para ocio, para comprar ropa. A lo mejor para un vestido el día de la fiesta… ¡la que  podía!

-¿Recuerda estos días de reconocimiento a su marido?

-Por supuesto. Siempre me ayudó lo que pudo porque de dedicaba a la compra-venta de ganado y su tiempo era limitado. Una persona generosa y muy querida.

-¿Qué mensaje quiere enviarle a sus vecinos?

-Gracias por el premio, no me lo merezco. Ya le dije a la comisión que soy muy discreta y humilde. Una vez otorgado estoy llena de agradecimiento hacia mi gente y el Ayuntamiento. Han sido muchos años, hasta los 79 al pie del cañón; la cadera, los dolores en mi espalda me han apartado pero nunca olvidaré este premio por lo que representa.

 

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