Borondes, un pueblo mágico

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Fernando Rodríguez y un grupo de vecinos convierten esta localidad de Grado en un reino de sorprendentes esculturas colocadas por todos los rincones

Esculturas en el bosque de Borondes / F.R.G.

Fernando Romero / Grau

Hay rincones desconocidos en el concejo de Grau que sorprenden no solo por su belleza sino también por lo que los vecinos son capaces de hacer. Es el caso de Borondes, en la parroquia de Báscones. Este pueblo, cuna de los fundadores de El Corte Inglés y en donde aún mantienen casa, es hoy un museo al aire libre de imaginativas esculturas trabajadas a partir de materiales de la zona: piedras, hierro y madera. Desde hace una década, aprovechando ramas de árboles, piedras enormes y otros materiales de desecho, Fernando Rodríguez Quirós, jubilado de Hidroeléctrica, ayudado por Norberto, un canario que se enamoró de Borondes y se quedó y Ángel de Báscones ha construido en los últimos años numerosas figuras que nos remiten a un mundo fantástico. “La afición por las esculturas de todo tipo creo que lleva conmigo desde que tengo uso de razón y se acrecentó desde que me jubilé, cuando empecé a tener más tiempo libre.” explica Fernando. Su misma casa, a la salida del pueblo en dirección a Belandres, es ya un museo de figuras de piedra talladas, muchas de ellas inspiradas en las misteriosas caras de piedra de la isla de Pascua, los famosos ‘mohai’.

El material que más domina Fernando es la piedra “no se apolilla no hay que pintarla y a no ser que alguien la destruya adrede puede durar cientos de años”. No lleva la cuenta de cuántas esculturas ha realizado “he regalado muchas a amigos y vecinos, las he colocado por los caminos y en el parque de nuestro pueblo y también tengo algunas en mi propiedad”. Aunque Fernando ha sido un poco el que lideró este movimiento artístico local, contó con el apoyo de todo el pueblo. A todo el mundo le gusta porque si embellecemos, adornamos o decoramos nuestro pueblo bien nadie se va a oponer”. Además, el uso de materiales de la naturaleza de la zona hace que estas esculturas se integren perfectamente en el paisaje. Este autodidacta de la escultura no abandona nunca el cincel y su producción sigue adelante, aunque de momento dice no tener un proyecto nuevo, “pero surgirá”.

El bosque está lleno de sorpresas / F.R.G.

El Piélago, paraíso de niños y niñas

La mayoría de las esculturas se concentran en el parque-área recreativa del pueblo, aunque, y desde la pandemia, el bosque de El Piélago es hoy una zona muy especial y encantadora, especialmente para los más pequeños, que además pueden disfrutar de una caseta dentro del tronco de un árbol que tiene hasta una pequeña biblioteca. “La idea de adornar este bosque surgió por la conveniencia de limpiar un camino que estaba intransitable y que llega hasta el río Sama, donde hay una poza de gran profundidad que nos sirve para bañarnos en verano. Las aguas frías y limpias te espabilan para todo el día. El lugar nos pareció tan idílico que sentí la necesidad de que otras personas lo conocieran y entonces pensé que si ponía algunos adornos y estatuas, llamaría la atención y atraer así la curiosidad de la gente”. Tras tomar la decisión se pusieron manos a la obra: “en la limpieza colaboraron y colaboran algunos vecinos también han aportado esculturas y figuras, aunque el hecho de que nos hayan robado una nos ha bajado algo la moral, un velero construido con un gadaño y un picón viejos. A alguien le gustó mucho y se lo llevó.” explica Fernando.

Fernando Rodríguez, impulsor de la iniciativa / F.R.G.

Además, en el camino al río nos podemos encontrar con otra agradable sorpresa Ca’ la Xana: “mientras limpiábamos el camino que baja al río me topé con un caborno, un castaño grande hueco por dentro que estaba chamuscado y partido por la mitad por la acción de un rayo. Lo acondicioné un poco, le puse un tejado… luego vino un vecino, Norberto quien tuvo la idea de poner allí una pequeña biblioteca y él mismo se encargó de hacer los estantes y traer los primeros libros”. Ahora es un lugar especial al que es fácil llegar. Uno toma el camino que sale desde Borondes en dirección sur, hacia Belandres y pronto verá una señal que indica ‘El Piélago’. Inmediatamente empiezan a verse figuras alargadas de extraños personajes que se camuflan con los árboles, reyes metálicos con espadas, caras y figuras mágicas, escaleras para subirse a los árboles… todo un mundo que nos va adentrando por un bosque de castaños y que nos hace dirigir nuestro caminar hacia la playa del río, justo después de pasar la biblioteca de Ca’ La Xana. “No tengo inconveniente en que venga la gente a visitarlo. El bosque lo compré yo durante la pandemia para surtirme de leña, pero lo atraviesa un camino público y me gusta que la gente venga por aquí y conozca nuestro pueblo y su entorno”. También el área recreativa de la entrada del pueblo, muy cerca de la casa en la que nació Isidoro Álvarez, sorprende con una estatua en madera de gran altura de un ‘sherif’ que ya nos hace pensar que este pueblo no es un pueblo cualquiera y una cara arcaizante, misteriosa tallada en un gran bloque de piedra.

Vecinos y vecinas que colaboraron en el proyecto, junto a una de las tallas de piedra

 

 

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