L. S. N./ Trubia
El derrumbe del número 71 de El Gortayu, en Trubia, amenaza a las dos viviendas colindantes, una de ellas habitada por una familia con niños, y otra, utilizada como almacén por sus propietarios.
Carmen Fernández, propietaria de esta última vivienda, destaca que el inmueble que se ha caído “estaba ya muy mal desde hace tiempo” pero que fue durante las fuertes lluvias de marzo cuando la techumbre y toda la estructura interior se vino abajo. “Oímos un ruido muy fuerte, y creímos que había pasado algo en la Química, pero al salir vimos que todo se había venido abajo”, destaca. Los escombros cayeron dentro de la vivienda y en el callejón que da paso a las casas posteriores. “Los dos muros laterales no se cayeron, pero están soportando todo el peso del escombro y dejando pasar la humedad, de forma que yo ya tengo afectada la pared de la casa que comparto con la que está en ruinas, y lo mismo le ha pasado a la otra familia, que puso pladur y va a tener que cambiarlo”, señala Carmen Fernández, que teme que su casa, que está sin restaurar, sea la siguiente que se venga abajo. “Yo vivo enfrente y esta la tengo de almacén y con los congeladores de la comida. Es una casa que es muy importante para nosotros, es donde yo nací, y también mi hermano, y espero que sea de mis hijos y que la puedan rehabilitar. Pero temo que todo se vaya abajo”, lamenta Carmen, que ya acudió al Ayuntamiento reclamando una actuación que evite la caída en cadena de los edificios. “Vino una técnico municipal, hizo unas fotos y puso una cinta para que nadie pase, y no volvieron por aquí. De vez en cuando oímos cómo sigue cayendo escombro, pero no hacen nada”.
Los propietarios de la casa en ruinas son una familia que ya no tiene raíces en la zona, “yo solo se de una sobrina que está en una residencia”, por lo que los afectados reclaman al Ayuntamiento que asuma las obras de desmontaje de la casa que se ha derrumbado, “antes de que sea demasiado tarde y se vaya todo abajo”. El municipio podría acometer las obras de forma subsidiaria si los vecinos no se hacen cargo, y pasar posteriormente la factura a la propiedad. Entre tanto Carmen sigue acudiendo a la casa familiar a coger lo que necesita de los congeladores o del almacén superior, “mis hijas tienen miedo y me dicen que no venga, porque la escalera de madera parece que se mueve, pero son cosas que yo necesito”.
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