Publicado el: 15 May 2024

Pucheros

 

 

Juan Carlos Avilés

[Total, pa ná]

La vida nos va en ellos. No se concibe un solo día sin el anhelo de qué habrá dentro al destapar el recipiente humeante, envuelto en aromas celestiales, que nos saciará el apetito y nos devolverá la alegría de vivir. ¿Patatas con chorizo? ¿Fabes con almejas? ¿Guiso de ternera con arvejos? El misterio que esconden los pucheros sólo es comparable al placer que produce la revelación de su contenido. Y no digamos si el próximo movimiento es hincarle el diente hastlo más profundo de su codiciada entraña y envolverte en un torbellino de sabores. Pero no me refiero a esa clase de pucheros que tanto nos deleitan y nos recomponen, sino a esa mueca, generalmente involuntaria (aunque no siempre), que precede a la rotunda y estentórea llantina. El proceso es breve, pero determinante: ligero temblor del labio inferior mientras que la barbilla se estira y se encoje y los ojos se ponen vidriosos. Segundos después, se produce el estallido lacrimógeno y la criatura acaba llevándose el gato al agua y el helado de vainilla al gaznate. Prueba superada. Algo así, pero sin golosina, le sucedió estos días a nuestro presidente hasta que decidió acurrucarse en el rincón de pensar al que, de guajes, nos mandaba la seño cuando andábamos revueltos. Ignoro los resultados, porque si entrego más tarde esta columna me riñe el jefe (con cariño, eso sí). Pero da un poco igual. El caso es que a mí me da confianza eso de que se manifieste en niño que llevamos dentro, y que nunca deberíamos perder. (¿Por qué coño jugaremos a ser adultos si no lo somos?). Así que mola lo del presi, porque esto empieza a ser divertido. Y a uno, que cada día se va volviendo más surrealista, le dio por imaginarse a un montón de dirigentes de fiera estampa (tipo Putin, Trump, Netanyahu y alguna joya más), puchereando desconsoladamente y frotándose los ojos con sus dedotes de cartón piedra. Y el mundo en vilo, claro. Pero, eso sí, muerto de la risa. Como debería de ser.

Deje su comentario

La Voz del Trubia