Publicado el: 01 Jul 2024

Tintineo de espuelas

Luis G. Donate

Bienvenidos, forasteros. Un mes más, cruzáis los vastos páramos digitales para acudir a este nuestro pequeño y privado rincón. Desmontad y poneos a resguardo de este inclemente sol que a todos azota por igual. Hoy traigo un tema interesante, supongo que algo sospecharéis por el tono.  Espero que os guste.

Vengo a hablar del western. Según algunos, un género viejuno y digno del olvido más inmisericorde. A decir de  otros, entre los que me incluyo, no es sino el  último retazo de las historias épicas de antaño. El heredero directo de las novelas de caballería por las que tan  famosa fue España. Pensadlo, un jinete solitario que vaga de aquí allá a través de llanuras insondables a merced de múltiples peligros. Empieza a sonar como las historias de Amadís y compañía ¿verdad? Personalmente,  me he criado consumiendo western, además de otros géneros, tanto por escrito como a través de películas. Incluso en una ocasión, recuerdo haber visto una en blanco y negro, tan antigua y patatera que parecía haber sido rodada en un estudio. Soy un gran admirador de Clint Eastwood en general y en particular de su vertiente más “pistolera” estando títulos como “Sin perdón”, “La  Trilogía del Hombre sin Nombre” o “El Rebelde Josey Wales” entre mis películas favoritas. En  el caso de esta última, recomiendo  la novela encarecidamente.

A modo de conclusión, diré que en estos tiempos tan modernos, el western está más vigente de lo que parece.  Siempre se necesitan  héroes a quien admirar o un hombre de negro a quien perseguir mientras uno se conoce a sí mismo (que le pregunten  a los fans de Stephen King y su pistolero). Espero que hayáis disfrutado de la disertación de este mes y ahora mismo tengáis una sonrisa nostálgica. A fin de cuentas, ¿quién no ha soñado nunca con cabalgar hacia la puesta de sol? Hasta la próxima, vaqueros.

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