Asturias se nos va de las manos

Celestino Pertierra

Esto lleva años ocurriendo, pero algunas circunstancias lo acele ran.
Una cosa es fácil de conseguir: que la gente visite y pasee por la zona rural rural, pero, o tomamos medidas o las zonas de paseo serán muy escasas. Cuando vas a una zona bien conocida que no visitas con frecuencia y ha pasado un año con humedad y escaso sol, el avance del matorral te hace imposible el paso. No hablo del interior, del bosque, que si éste es autóctono, por sí mismo resuelve parte del problema. Hablo de senderos y cami-nos de toda la vida, incluso pegados al pueblo o entre casas deshabitadas.
No quedan tan lejos las estaferias o sexta-ferias, en las que cada vecino, en la me-dida de sus posibilidades por edad o salud, limpiaban los caminos y zonas de uso común.
En un momento dado esto pasó a ser aten-dido por los ayuntamientos, llegando la desidia a no limpiar una cuneta, sin valo-rar que si no se limpia a tiempo y una tor-menta se lleva medio camino, las consecuencias son para los vecinos que lo usan a diario.
Cierto es que queda tan poca gente en los pueblos y tan mayor que no es fácil reto-mar esas costumbres. Si añadimos que, en muchos casos, las pocas incorporaciones al mundo rural tienen como preocupación la señal de internet…poco que añadir (no olvido que los nuevos vecinos son los que dinamizan el pueblo).
Asturias tienen peculiaridades que no se dan en otras comunidades. Lo primero es el envejecimiento de la población; lo se-gundo, una vegetación salvaje que, siendo un lujo, tiene sus problemas.

El dinero público no es infinito. Dado el envejecimiento de la población, la sani-dad, los servicios sociales y recursos de todo tipo que una población más joven no necesita en la misma medida, deben ser una prioridad. También hay otras.
Por desgracia no tengo solución. Pero el problema es de tal magnitud que, o se afronta pronto o no habrá remedio. Organizar voluntarios entre la gente, que con buena salud, les gusta disfrutar del campo ¿sería mucho pedirles dos días al año de ayuda para mantenerlo?
Los beneficiarios de ayudas, complemen-tando éstas ¿podrían colaborar en estas ta-reas? En otras comunidades las brigadas contra incendios tienen contratos estables y en las temporadas sin incendios realizan mantenimiento de caminos, senderos, fuentes…
Incorporar nuevos ganaderos o agriculto-res, que si no tienen animales o terreno su-ficiente para que su actividad sea rentable, pero sí tienen unas horas libres, se les pueda pagar por el tiempo que dediquen a mantener su entorno ¿sería posible? Incluso los existentes, si disponen de tiempo y necesitan dinero.

La solución de partidas millonarias para que una vez al año desbrocen 4 caminos no es solución. Cuando veo el Tour, siento envidia del mantenimiento y pienso que algo distinto se puede hacer.
Francia es un país muy turístico. El man-tenerlo cuidado puede ser uno de sus ali-cientes. Nosotros también queremos turistas y de calidad. La dejadez seguro que mengua la cantidad y sobretodo la ca-lidad de nuestros turistas.
Recuerdo cuando los bares parecían una cuadra, nadie evitaba tirar una cajetilla al suelo. Hoy lo miraríamos mal. El aban-dono genera abandono.
No estoy entre los que rechazan que los políticos viajen con nuestros impuestos (de vacaciones cada uno con su cartera) pero que aprendan de otros lugares solu-ciones que nos beneficien. Sí, claro, lo que funciona en la Antártida probablemente no es solución para aquí, ni soluciones de ga-nadería de Holanda son las más adecuadas para nuestro territorio.
El que con sueldo público se ocupa y preocupa de hacernos la vida mejor, debe tener nuestro reconocimiento y el que se dedica a cobrar y disfrutar, nuestro repro-che.
De elección a elección, muchos desapare-cen.
En resumen, esto se nos va de las manos. Los últimos paisanos que usan y mantie-nen la zona rural, o desaparecieron o ya no están en condiciones de mantenerla. Si no es por medio de vida, por salud física y mental, debe mantenerse. Ahí va mi SOS.

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