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Mis treinta años con la juventud de Grau

Emilia Barrio

Era 1 de agosto de 1994 cuando abría sus puertas en el piso de La Cloya la Oficina de Información Juvenil de Grado (OIJ), compartido con Mª Paz Nicolás la incansable Agente de Desarrollo Local, también compartíamos la máquina de escribir que convivía con el nuevo ordenador. Quizá la distancia temporal, 30 años son muchos, me haga recordar aquellos primeros tiempos con mucha nostalgia. Voy a intentar resumir alguno de los proyectos que con más ilusión gestioné y de los que recuerdo como más satisfactorios.
Entonces los técnicos de juventud llevábamos grabado a fuego “Por los jóvenes, con los jóvenes”. Por eso, contacte con el único grupo de jóvenes que localice: los músicos que ensayaban en La Panera del parque. Cuando los cite por primera vez desconfiaron y pensaban que era para comunicarles que el Ayunta-miento los iban a desalojar, me lo pusieron fácil y supongo que mi experiencia también ayudo. De ahí nació la asociación UNDER-GRAO y grupos de música que actuaron por toda la geografía (incluso fuimos a la cárcel de Villabona). Algunas formaciones despuntaron como Misiva que se despidió este año de los escenarios o FROM que sigue de gira mundial. Su compromiso los llevaba a colaborar en todas las actividades que desde la Oij se realizaban; la primera fue una charla sobre el SIDA que en aquellos años hacía estragos, empapelaron Grau de carteles y llenaron la sala de público. Después de utilizar varios locales de la villa, volvieron con los años a La Panera, pero con locales de ensayo insonorizados que eran y son envidia de otros concejos.
Internet no existía y la información venia de las fuentes primarias BOE, BOPA, correo postal y más tarde por fax. En esa época me conocía a todos los bomberos interinos de la base de Grado, porque cada vez que salía una oferta de empleo de su profesión en los boletines les llamaba y pasaban por la fotocopia de las bases. También conocía a todos los jóvenes de etnia gitana a los que ayudaba a cubrir la solicitud para hacerse objetores de conciencia y muchos otros que orientaba para elegir estudios o solicitar una beca de los fondos mineros.
Fueron veranos de campos de trabajo con jóvenes voluntarios de toda España, desde el primero dedicado a la escanda que ayudaron a recoger, a la restauración del área arqueológica de Cabruñana o adecuación exterior del albergue de peregrinos de San Juan de Villapañada.
Del piso pase al primer palacio, el palacio Fontela, lo equipamos como albergue juvenil en aquellos tiempos que todo concejo que se precie tenía su alojamiento para jóvenes. En el edificio instalamos la Radio Municipal Onda Grao de la que también fui directora, uno de los proyectos más apasionantes como dinamizador de la población. En la capilla del Fontela organizamos la primera exposición de Artistas Jóvenes de Grao y allí se colgaron los primeros cuadros de Sandra Sarasola y de Hugo Fontela y la fotografía funeraria de Anuska.
A finales del siglo pasado éramos muy pocos los técnicos del Ayuntamiento, así que hice un poco de todo: desde contratar orquestas para Santiago y Santa Ana hasta organizar las actividades deportivas y siempre cuento como anécdota que también una vez fui a medir la contaminación atmosférica acompañando a los técnicos de la consejería de Medioambiente .
Mi labor de asesoramiento para creación y fomento del asociacionismo me llevo a conocer gente comprometida de casi todos los pueblos y no sólo del concejo sino también de los li-mítrofes, que creaban asociaciones vecinales, culturales y juveniles: SONA, Santa Apolonia, La Castañar, Yeryta, Valentín Andrés, Acalise, La Texedora, Mujeres por Grao, Trebeyu, Comerciantes de la Calle Asturias, Peñaflor y tantas otras… la última Reguerizate. Otro gran proyecto por lo transgresor y divertido fue la Novena Bizarra, esas jornadas sobre cultura friki que nacieron en 2005 en Munich en un viaje de intercambio de técnicos entre los que estaban representantes del Consejo de Juventud de Asturias. Empezó como una broma y terminó en un acontecimiento cultural con repercusión nacional. Cuando, con la concejala de Juventud, Antona Luengo, lo expusimos a Sierra, el alcalde, con más miedo que seguridad en el proyecto, nos felicitó y hasta nos abrazó y dijo «tenéis todo el apoyo». Por Grau paso lo más friki de la escena nacional y regional en todas las variedades artísticas como ejemplo en 2016 actuó un grande, que empezaba a dar que ha-blar, Rodrigo Cuevas. Luego se fue haciendo a años alternos y sobrevivimos hasta 2018 con bajo presupuesto y mucha voluntariedad gracias a Nacho Quesada, Alejandro CMPA , Nayi, Paulino, Mary Canto, Ana Suarez… Mi segundo palacio fue el palacio Miranda, sede de la Casa de Cultura, fueron los difíciles inicios de una amplia programación cultural: música, teatro, exposiciones, jornadas de bable, de literatura…muchas horas de trabajo y un concejal de Cultura que ya nos dejó y que creo que nunca se le reconoció lo suficiente su gran trabajo: Arcadio Álvarez. El lobby de técnicos que formamos (por amis-tad) Llanera, Siero y Avilés nos permitía conseguir actuaciones y actividades culturales de calidad a precios muy asequibles que ampliaban los circuitos oficiales que ofertaba la consejería de Cultura en aquellos tiempos.
Y de palacio en palacio el ultimo traslado fue a La Panera del Parque de Arriba en el 2007, convertida en Centro de Juventud y luego también de Infancia. Para mí es un sitio emblemático, un lugar privilegiado en el que a veces oigo el eco del canto de Tino Casal. Si el recuerdo de los mayores era de la “Boite”, el restaurante o el baile, las últimas generaciones de moscones asocian La Panera a tiempo de ocio y a educación no-formal, recuerdan los buenos ratos que pasaron jugando al futbolín, en los talleres de sexualidad, en las fiestas sin alcohol, en las actividades con los mayores de la residencia de ancianos (nuestros vecinos) o tocando en los locales de ensayo.
Los programas Erasmus llevaron jóvenes moscones a otros países y también nos trajeron voluntarios. Fue una gran iniciativa del concejal Hugo Sánchez, que se implicó al máximo con el proyecto y con los voluntarios Marc el francés y Julia la húngara, que después de un año ya eran hijos adoptivos míos y del pueblo.
Con el paso de los años la sociedad cambió mucho y la demanda de las familias por la necesidad de conciliación laboral conllevó que cada vez se dedicaran más programas y recursos a los peques. Aquellos jóvenes de final de siglo empiezan en 2004 a traer a sus hijos a la Colonias Moscando o a Trebeyando o Pe-quejuegos.
La Panera se fue quedando pequeña y necesitamos espacio en los centros educativos; en verano unas 150 familias confían en nosotras para el cuidado y formación de sus hij@s. Es en estos últimos tiempos en los que necesito desempolvar mis apuntes de pedagogía, cuando la edad va bajando y ya tenemos niños-as a partir de 3 años. La pandemia marcó un antes y un después para todos, los jóvenes cambiaron sus estilos de ocio y algunos peques vienen con mochilas muy pesadas a sus espaldas.
Grau fue distinguida en 2016 como Ciudad Amiga de la Infancia, galardón que otorga UNICEF a una trayectoria de trabajo y defensa de los Derechos de los niños y las niñas. Sin embargo, el mayor honor es contar durante casi ya 10 años con grupos de participación infantil y juvenil que están aportando mucho a este municipio; un trabajo coordinado conjuntamente con mi compañera y amiga Susana Peláez, la Educadora social municipal.
Siempre dije que si algo son los moscones es solidarios y siempre es muy gratificante realizar actividades de cooperación con el voluntariado. Sirvan tres actividades como ejemplo: en 2015 Grado con el Sahara, cuando las inundaciones en los campamentos. UNRWA Agencia de la ONUN unas jornadas de cine y una exposición “Retratos de Empoderamiento” en solidaridad con las mujeres palestinas. El tercer ejemplo: durante la pandemia creamos La Panera Virtual, cada día una monitora de forma voluntaria realizaba un video que subíamos a la redes para que los niñ@s de Grado pasaran un rato entretenido en su encierro y vieran caras conocidas.
No quiero dar nombres porque son tantos que me olvidaría de alguien, bueno uno sí: Mary Canto García que trabajó para este Ayuntamiento casi 20 años.
Concejales colaboraron todos, de distintos colores políticos, porque en las distancias cortas, lo que realmente importa es las ganas de trabajar (no las de salir en la foto).
Hice lo que mejor sabía, dí todo lo que pude durante 30 años. Ahora me quedan tres años escasos para finalizar mi vida la-boral. Tengo la esperanza de que en estos 30 años mi trabajo por los niñ@s y jóvenes de Grau sirviera para hacer un poco más feliz la vida de los moscones.
¡Nos seguimos viendo en La Panera!

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