El misterio del puerto de Somiedo

Severino A. Hevia

[La Claraboya]

El próximo enero se cumplirán diez años de la macabra aparición de un cadáver en los aledaños del pueblo de Puerto de Somiedo, junto a la carretera, y ello no dejaría de ser un suceso más como tantos otros que se producen a diario, de haber sido a consecuencia de un crimen o de un ajuste de cuentas, pero nada más lejos de la realidad.

Se trata de la aparición del cadáver de una persona con grandes taras físicas pero plenamente atendido y cuidado hasta ese último día en el que falleció por causas naturales y debido a sus tremendas patologías (desde su fallecimiento no había transcurrido ni un día según el informe forense y el cuerpo se encontraba pulcro con el cabello cortado hace escasos días, la barba perfectamente rasurada y las uñas limpias), que siempre se mantuvo oculto, que a día de hoy reposa en el cementerio de otro pueblo somedano, Arbeyales, en una modesta sepultura en el suelo, y cuyo fallecimiento figura inscrito en el Registro Civil de Somiedo como “El hombre delgado”.

La autopsia realizada al cadáver es concluyente “varón, de unos 50 años, raza caucásica, 30 kilos de peso y 1’30 metros de estatura. Graves deformidades esqueléticas, retraso mental y ceguera provocada por unas gruesas cataratas en ambos ojos…”.

Según los expertos, que trabajaron en la investigación de forma conjunta con la Universidad Carlos III de Madrid para poder determinar la enfermedad que sufría el hombre, podría tratarse del síndrome de Marfan, con alargamiento de las extremidades y una cierta microcefalia, aunque esto no resultó concluyente, pero lo que si se determinó con los análisis del perfil genético, es que todas esas deformidades que presentaba eran perfectamente compatibles con una relación de incesto.

Y la investigación policial, aunque infructuosa hasta ahora y que sigue abierta porque como ellos mismos dicen “no existe investigación cerrada hasta que el asunto no esté resuelto”, fue y sigue siendo amplia y exhaustiva. 

Tras rastrear Registros Civiles, Padrones Municipales, Archivos sanitarios y  Archivos eclesiásticos, y tras entrevistarse con infinidad de personas de los municipios de Somiedo, en Asturias, y de Babia y de Laciana, en León, la única conclusión evidente es que esa persona nunca existió legal ni administrativamente y nunca acudió a ningún centro sanitario en ningún momento de su vida, por lo que no figura en ningún registro ni en ningún archivo.

Creen que él o las personas que depositaron allí el cadáver eran perfectas conocedoras de la zona y lo dejaron allí porque era el único sitio donde podría ser avistado, ya que unos metros antes o después, y en cualquier dirección de donde fue encontrado, desaparecería de inmediato devorado por las alimañas, que incluso ya le habían arrancado parte de una pierna.

Y saben, por la manta en la que se encontraba envuelto el cadáver, que se trata de una prenda antigua y que fue comercializada en exclusiva por una gran superficie comercial con únicamente sedes en Gijón y en Burgos, por lo que tuvo que ser allí adquirida. 

Me intriga sobremanera el aspecto ético, moral e incluso religioso de los progenitores de esta persona para la que decidieron, después de una vida total y absolutamente anónima para el resto de los mortales, darle apariencia física y social ante el mundo, como queriéndonos decir, no lo conocisteis, pero existió, estuvo ahí, escondido, pero plenamente atendido y cuidado. Tremendamente sencillo sería el haberse deshecho de algo que no existe sin levantar sospecha alguna (prefiero no enumerar formas), y sin embargo, eligieron jugarse su impunidad y sacarlo a la luz, que se conociese su existencia.

La Universidad de Oviedo proyecta para el próximo curso académico el Grado de Criminología e imagino que alguno de sus alumnos pensará realizar el proyecto de fin de carrera encauzándolo a la resolución de este caso, aunque penalmente sea irrelevante.

Ante ello, por todos los datos que figuran en la investigación y, aunque personalmente no me prodigo en la deducción empírica, creo que se pueden aventurar algunas conclusiones más o menos relevantes y voy a darle algunas pistas:

  • Los progenitores que lo mantuvieron oculto durante cincuenta años eran  hermanos que convivían junto a él (sería imposible mantener tal secreto si la convivencia fuese más amplia).
  • Los progenitores son o eran de clase media o alta (los plebeyos, los de menor clase social, no tenemos reparo en airear nuestras vergüenzas, total, al final se va a saber igual). 
  • Al menos uno de los dos progenitores tiene que tener relación con la medicina (sería imposible la atención y cuidado de un ser con semejantes patologías sin conocimiento médico alguno).
  • Uno o los dos progenitores, hace diez años, se encontraba o encontraban en perfecto estado de salud (tomar la decisión de qué hacer con el cadáver, meterlo en el coche y llevarlo hasta un punto concreto).

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