Gabriel Menéndez, Portavoz IU Candamo
Desde IU Candamo mostramos nuestro rechazo absoluto al proyecto de instalación del polígono eólico “Bufarán” y manifestamos nuestro apoyo y solidaridad total con la plataforma vecinal que se encuentra en lucha para frenar dichas instalaciones.
Visto el proyecto promovido por la empresa ‘Cefiro Holdco 5 S.L.’ – junto con las empresas Repsol y FE Energy – entendemos que se trata de una industrialización del medio rural que acarrea diversos riesgos para el bienestar social de los vecinos de la zona y para el conjunto del ecosistema de la sierra de Sollera. Adicionalmente, al contrario de lo que se nos quiere vender, es de vital importancia entender que dicho proyecto no atiende a las necesidades reales de una transición energética basada en la justicia ecosocial y que resulta ineficiente en términos de acción climática.
En primer lugar, queremos dejar muy claro que no estamos en contra de la energía eólica per se, pues evidentemente se trata de una fuente energética que junto a la solar es clave en la transición energética. Pero sí estamos en contra del actual modelo bajo el que se están desplegando estos macro-proyectos industriales, que siguen la lógica expansionista e invasiva del capitalismo, eso sí ahora vestido de “verde”, “renovable” y “sostenible”. Este modelo, que se basa en la invasión del territorio rural acaparando montes y suelos de un alto valor ecológico, se caracteriza por un enorme impacto ambiental y social que no hace más que exacerbar las actuales injusticias en materia energética. Gracias al amplio y contundente consenso científico sabemos que una de las medidas más importantes para frenar el calentamiento global es la regeneración de ecosistemas – y especialmente los ecosistemas forestales – pues estos son capaces no solo de albergar biodiversidad, si no que además juegan un papel fundamental en capturar CO2 de la atmósfera y almacenarlo en el suelo, además de proporcionar numerosos servicios ecosistémicos que contribuyen al bienestar social (regulación de las temperaturas, captación y retención de agua, creación y fijación del suelo, filtración de la contaminación atmosférica etc.). Por tanto, la prioridad política para una sierra como la de Sollera sería la de regenerar el ecosistema autóctono de dicho monte. Sin embargo, este proyecto eólico hace todo lo contrario: destroza el ecosistema e impide el desarrollo de un bosque maduro que sea capaz de capturar CO2. (Y lo que agrava aún más la situación con este proyecto en concreto es que la sierra de Sollera sufrió un importante incendio en 2019 y actualmente se encuentra en un proceso de regeneración ecológica. Desarrollar este proyecto eólico implica frenar esta regeneración por completo.) En base a este consenso científico, es evidente que las instalaciones industriales de este tipo deben ubicarse en suelos y terrenos ya ocupados por el humano, terrenos de poco o nulo valor ecológico que no interfieran con el bienestar de los ecosistemas.
En segundo lugar, nos oponemos al proyecto en defensa del bienestar social de los vecinos de Candamo, especialmente de los ciudadanos que viven en las inmediaciones del entorno donde se pretende instalar el proyecto. Este tipo de proyectos generan una serie de impactos negativos sobre la población que ponen en riesgo la salud pública de los vecinos. Nos preocupan especialmente los impactos derivados de la contaminación acústica, la contaminación lumínica. Estos impactos está documentados en multitud de estudios científicos y pueden derivar en graves problemas de salud. Según la OMS “la contaminación acústica puede alterar el sueño, provocar consecuencias cardiovasculares, metabólicas, psicofisiológicas y de nacimiento adversas, provocar deterioro cognitivo y auditivo, reducir el rendimiento y provocar respuestas de molestia y cambios en el comportamiento social.” En el caso del ruido generado por turbinas eólicas, varios estudios recientes indican que dicho ruido aumenta significativamente las probabilidades de sufrir trastornos del sueño y este se correlaciona con puntuaciones más bajas en términos de calidad de vida (molestia, estrés etc.)
En tercer lugar, está más que documentado que el impacto de estos proyectos industriales sobre el medio rural acelera la despoblación. Es evidente que nadie quiere vivir a pocos metros de instalaciones industriales de estas características. Si se analizan los datos demográficos de los concejos asturianos donde se han implantado polígonos eólicos, se puede observar como el descenso demográfico se ha agravado. Son ejemplos representativos de esta tendencia concejos como los de Las Regueras, Salas, Tineo, Boal, Grandas de Salime, Allande y Villayón, que han visto caer sus poblaciones en picado tras la implantación de polígonos eólicos en dichos municipios. A nivel estatal, 7 de las 10 provincias con mayor potencia eólica generada en 2023 tienen densidades de población por debajo de la media española. En palabras de Sergi Saladié, profesor del departamento de Geografía de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona y uno de los referentes en España sobre la investigación de los impactos de los polígonos eólicos sobre el territorio: “La actividad eólica no fija población, sino más bien al contrario, puesto que incluso hay una relación entre más densidad eólica y más despoblación”.
En cuarto lugar, no podemos apoyar una transición energética que no se enfoque en reducir las desigualdades sociales y reajustar equitativamente el consumo energético per capita, pues entonces se trata simplemente de una falsa transición que es injusta e insuficiente para combatir el colapso ecológico. La lucha contra la emergencia climática es una lucha de clases. A nivel global, el 1 % más rico de la población mundial generó en 2019 la misma cantidad de emisiones de carbono que los 5000 millones de personas que componen los dos tercios más pobres de la humanidad. En España, para que el Estado llegue a alcanzar sus objetivos de reducción de emisiones marcados para 2030, la huella de carbono media tendría que ser de unas 5,4 toneladas de CO2 por persona. En torno al 40% de la población española ya emite por debajo de este objetivo. En cambio, para que el 1% de los que más emiten (los ricos) consiguieran alcanzar este objetivo en los próximos años, deberían reducir su huella de carbono entorno al 90%. Evidentemente, estas diferencias tienen su raíz en las desigualdades en términos de renta y de riqueza que se traducen en brutales desigualdades en el consumo energético. Son estas élites de las clases altas las que, con sus mansiones de lujo y sus vuelos en jets privados, consumen una desproporcionada cantidad de recursos energéticos y aceleran la emergencia climática. La supuesta transición en la que se enmarca este proyecto eólico es conformista con esta desigualdad y no contribuye a una redistribución equitativa del acceso a la energía en condiciones de justicia ecosocial. Tampoco podemos olvidar que a día de hoy un 20,7% de la población en el estado sufre pobreza energética. Esta situación de injusticia social, especulación y chantaje capitalista debería de ser inaceptable para cualquier movimiento político que se considere “de izquierdas” o “socialista”.
En quinto lugar, este modelo de macro-renovables se está desarrollando bajo el paradigma del crecimiento infinito, fundamentándose en la teoría del “capitalismo verde” como discurso hegemónico. La teoría del capitalismo verde (o crecimiento sostenible) afirma que la expansión infinita del tamaño de la economía es compatible con la ecología de nuestro planeta, basándose en la idea de que la sustitución de combustibles fósiles por energías renovables y la innovación tecnológica nos permitirán desacoplar de manera absoluta el crecimiento del PIB del uso de recursos materiales y energéticos. Esta teoría – por desgracia – es actualmente asumida por las élites dominantes en la política nacional e internacional, por instituciones económicas como el Banco Mundial o la OCDE e incluso por los propios Objetivos de Desarrollo Sostenible. Sin embargo, ya son numerosos los estudios que muestran que la evidencia empírica existente no respalda la teoría del crecimiento verde y que demuestran que esta teoría es insuficiente para mantenernos dentro del limite de calentamiento global +1.5ºC que nos marca la ciencia y que fue establecido en los acuerdos de París de 2015. El propio IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) reconoce esta realidad y en sus últimos informes hace referencia al “Decrecimiento” como solución al colapso ecológico por primera vez desde que se publicara su primer informe en 1990. Evidentemente, tratar de reducir el impacto ecológico del sistema energético mientras se pretende que el consumo energético continúe creciendo indefinidamente solo hace que la tarea sea mucho más difícil. Lo lógico sería tratar de reducir el consumo energético, pues así se haría más fácil una verdadera transición hacia las renovables. Según apunta uno de estos estudios: “Las reducciones de emisiones logradas por los países ricos mediante el desacoplamiento absoluto están muy por debajo de los objetivos marcados en el acuerdo de París.” ; “Con las tasas de reducciones alcanzadas hasta ahora, estos países tardarían en promedio más de 220 años en reducir sus emisiones en un 95%, emitiendo 27 veces su cuota justa restante de +1,5°C en el proceso.” (Hickel y Vogel, 2023). En resumen: la actual transición NO está funcionando. La conclusión es que necesitamos reducir nuestro impacto ecológico y regenerar ecosistemas a una velocidad mucho mayor. Es obvio que, si el objetivo es reducir el impacto ecológico con rapidez, la tarea se hace mucho más complicada cuando estás forzado a seguir creciendo la economía infinitamente, pues incrementar el tamaño de la economía implica incrementar la extracción de materiales y la producción de energía. Este incremento material y energético empuja al sistema ecológico fuera de equilibrio (más deforestación, más minería, más extracción de agua etc.) y no es compatible con la regeneración ecológica que tan urgentemente necesitamos.
Como acabamos de exponer, el consenso científico y la evidencia empírica es contundente: La única solución efectiva para abordar con éxito la transición energética – atendiendo a las necesidades básicas de toda la población, sin dejarse a nadie atrás, y respetando los límites ecológicos planetarios – es el Decrecimiento.
Adicionalmente, tampoco podemos obviar una realidad que resulta totalmente contradictoria: Es incongruente el promover la expansión de estos macro-proyectos “renovables” mientras Europa y los Estados miembros siguen financiando la industria fósil mediante multimillonarias subsidios de dinero público. El Estado Español destinó más de 10.000 millones de euros a subsidios fósiles en 2022, siendo el cuarto país en Europa que más gastó, solo por detrás de Alemania, Francia e Italia. Esta cifra supone un incremento del 137% respecto a 2021 y supera la tasa de crecimiento de los subsidios en Europa, que en 2022 llegaron a un máximo histórico de 123.000 millones de euros, lo que supone un incremento del 119% respecto a 2021. En otras palabras, el Gobierno estatal está financiando la continuidad de la industria fósil y por tanto todos los esfuerzos en ampliar la generación de energía renovable son en vano. Podemos instalar todos los polígonos eólicos que queramos, pero no servirá de nada mientras que el Gobierno siga empleando dinero público – nuestro dinero – en dar continuidad a la quema de combustibles fósiles. Esta es una realidad brutalmente antidemocrática y es urgente que los Gobiernos dirijan ese dinero público hacia una verdadera transición mediante el establecimiento de una Asamblea Ciudadana permanente y vinculante.
El próximo Miércoles 25 de Septiembre tendrá lugar un pleno ordinario del Ayuntamiento de Candamo donde vamos a presentar una moción para que la corporación se posicione en contra del proyecto y para que el propio Ayuntamiento presente alegaciones al proyecto.
Por último, también nos gustaría apuntar que, como venimos diciendo desde el inicio de la legislatura, la prioridad política en materia energética – desde una perspectiva decrecentista y post-capitalista – debería estar centrada en la creación de sistemas locales y descentralizados basados en la autosuficiencia. Nuestra propuesta es firme: Candamo necesita desarrollar un proyecto cooperativo basado en la creación de comunidades energéticas locales, donde sea la propia ciudadanía quien esté en control de su abastecimiento energético. Adicionalmente, el impulsar estas comunidades energéticas debe ir acompañado de otras políticas complementarias que también son fundamentales, tales como la inversión en la eficiencia energética de las viviendas, realizando obras de aislamiento térmico que permita reducir el consumo energético de las mismas.
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