Medio hombre, gran historia

Luis García Donate

Bienvenidos un mes más, marineros, a este navío cargado de reflexiones y pensamientos de lo más variado. Las bodegas de nuestra mente nunca están vacías. Acompañadme, si tenéis el valor necesario, en una travesía por el océano de la historia. Quizá algunos ya la hayáis hecho, pero os diré que siempre merece la pena volver a recorrer ciertos caminos del pasado. ¡Vamos, izad las velas! Partimos.

Hace poco tuve la oportunidad de recorrer (mediante un conjunto de fotos) el antiguo fuerte de lo que fue Cartagena de Indias, en la actual Colombia. Allí tuvo lugar una de las mayores gestas del imperio español. Una batalla en la que un curtido almirante, cojo, manco y tuerto, hizo frente a una de las mayores flotas británicas con tan sólo tres barcos y un puñado de soldados. Ese hombre fue Don Blas de Lezo y Olavarrieta. Llamado «Mediohombre» por las heridas que plagaban su cuerpo, sufridas durante una vida en combates navales. Fue el amo del Caribe español y uno de los más enconados enemigos de los ingleses. Hasta el punto de afirmar  que «todo buen español debería mear siempre apuntando a Inglaterra». Hoy día, tales sentimientos no tienen vigencia. Nadie debería luchar en su época las batallas de sus antepasados ya que la existencia es el río de Heráclito en el que todo cambia y nada permanece. Sin embargo, creo que todo pueblo necesita sus héroes. Cuando supe de este episodio, me entristeció comprobar que sienten más aprecio por Don Blas en Colombia que en su propia patria. La historia es la que es, sin embargo, está en nuestras manos conservar el orgullo y las lecciones que esta pueda aportarnos, para acrecentar los grandes hechos y no volver a repetir los errores. Agradezco desde aquí a quien me permitió dar ese vistazo y aprovecho para dedicarle estas humildes letras en memoria de Don Blas. Que la tierra os sea leve, almirante, y que la sangre perdida se convierta en espuma entre las olas del mar.

Espero que esta narración haya sido de vuestro agrado, queridos lectores. Hoy hemos hablado de una de mis pasiones, la Historia. En cada ocasión me permitís elegir viaje y me seguís de buena gana. No hay mejor tripulación que vosotros. Hasta la próxima, me despido y quedo a vuestro servicio.

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