Publicado el: 25 Jul 2023

Cuando la ropa se blanqueaba con ceniza

Unas veinte personas asistieron al taller impartido en el Museo Etnográfico de Quirós por Covadonga González y Ana María Noriega, que mostraron cómo se usaban las antiguas piedras de ‘abogar’

Las dos ponentes muestran el proceso de ‘colado’ del agua con ceniza sobre la piedra de ‘abogar’/ Beatriz Álvarez

Beatriz Álvarez/ Quirós

Un grupo de unas veinte personas se reunió el sábado pasado en el Museo Etnográfico de Quirós (MEQ) para participar en el taller impartido por Covadonga González Muñiz y Ana María Noriega Trapiello titulado «el arte de blanquear la ropa», que constó de dos partes y combinó teoría y práctica.

Durante la primera parte se proyectaron varios vídeos, uno de ellos realizado por las ponentes dentro de su proyecto «Muyer tenías que ser». En él, Rosaurina Alonso de Felechosa explica el proceso de blanqueo de la ropa que se realizaba en los pueblos y aldeas asturianas, un proceso también conocido como «abogar». También pudo visualizarse un vídeo de Eugenio Monesma, director de cine etnográfico y fotógrafo español, conocido por sus series de documentales sobre costumbres, oficios perdidos, y tradiciones de diferentes partes de España que ilustra una forma muy similar de hacer la colada en la zona de Pirineos.

En la segunda parte, se puso en práctica utilizando una piedra conocida con el nombre de «bogadoiru» que puede verse en las instalaciones del Museo. El bogadoiru es una piedra redonda sobre la que reposa el balde que contiene la ropa a blanquear con un pequeño canal por dónde va saliendo el agua una vez colada. Salvando los tiempos, pues el proceso de colar el agua a través de la ceniza y cómo ese agua actuaba como potente blanqueador como consecuencia de su contacto con la misma que «tenía que ser de faya» llegaba a durar hasta tres días. En primer lugar, se coloca la ropa curiosina en la tina, luego se cubría con un paño basto que se conoce con el nombre de «cenicero» sobre el que se depositaba la ceniza penerada y a continuación se comenzaba a echar el agua. «Tres calderos calentinos, tres calentando, tres esplumosos (a punto de hervir) y tres trebolgando (ferviendo)». La ropa tenía que permanecer en la tina toda la noche para que se realizará el blanqueamiento y la desinfección. Las piedras para este proceso solían encontrarse en la cocina o en la entrada de la casa. Covadonga y Ana María salpicaron de anécdotas la tarde contando, por ejemplo, que las mujeres que venían de los pueblos al Fontán en Oviedo traían ceniza para vender, «pues en la ciudad no era tan fácil disponer de ella». Este proceso solía realizarse una vez al mes e iba destinado principalmente a la ropa de casa y de este acto de «colar » surge el nombre de colada. en la actualidad existe una ruta que puede hacerse conocida con el nombre de «ruta de las piedras de abogar». Independientemente del valor etnográfico del taller, el mismo sirve para comparar formas de vida y como ha evolucionado la misma sobre todo para las mujeres. Algunas de las presentes decían «hoy vas a la tienda compras lejía y andando.»

Detalle del proceso/ Beatriz Álvarez

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