El edificio, pese a formar parte del Inventario de Patrimonio Arquitectónico Asturiano, no está protegida en el catálogo de Salas
Javier F. Granda / Salas
Mi agradecimiento a Alberto Pérez Lafuente, de Casa El Escribano en La Borra (Ardesaldo) por mostrarme el torreón de su casa, que fuera despacho en el s. XIX del escribano Antonio García Arango, Notario del Concejo de Salas y del Colegio Territorial de la Audiencia de Oviedo, luego Colegio Notarial de Oviedo, no sólo por brindarme el acceso a su interior donde despachó y habitó esta figura clave en el municipio, para todo lo que en el aspecto legal supuso en la comarca, ya que desde cualquier lugar de Salas pero también de concejos limítrofes, llamaban a su puerta quienes requerían dejar por escrito bajo la fe notarial sus legados y bienes en referencia a pleitos, haciendas y testamentarías, sino por mostrarme algunos de esos legajos tan valiosos. He tenido en mis manos una muestra muy pequeña de lo que se acumula en esa casa, seguramente desconocida para la mayoría, pero que, asombrosamente, custodia el archivo de un notario público y quizás de sus antecesores y descendientes en el oficio, pues es mucha la documentación que allí se conserva, pese a pérdidas y sustracciones. Esta torre preside una quintana orientada a mediodía, en forma de U, con la casa principal a su izquierda y tenada a la diestra, cerrando por el mismo lado una panera en torno a una antojana asentada en pendiente, que ordena los espacios, otrora pavimentada con piedra en chapacuña, en la actualidad bajo una losa de hormigón. El conjunto ha sido transformado a lo largo del tiempo, pero aún aporta mucha información sobre el lugar original donde habitó este escribano público y su familia.
En los documentos observamos que se refiere a Salas y su villa, o bien La Borra (Ardesaldo), como lugares donde se protocolizan sus despachos. Nada conocemos sobre esta figura, aún sin estudiar, excepto su firma y alguna caligrafía, ya que son diversas las grafías que se observan en los documentos, lo que induce a pensar en la asistencia de auxiliares. Esta torre de forma cúbica, con una planta de 6,5 x 6,5 m, se alza sobre planta baja, primera y bajo cubierta destinada a palomar. En el eje central de la fachada meridional se abre una puerta adintelada en el acceso principal, y dos ventanas cuadradas, una a cada lado, en cantería labrada al igual que el balcón central adintelado en la primera planta en el mismo eje de simetría que la puerta. Todas las canterías de los vanos son de idéntico material, que no es propio de la zona, y se distinguen del resto de la construcción en la que se emplean sillares labrados en esquinales y aparejo de mampostería en los lienzos, que pudieran haber sido extraídos de las canteras de Las Murias, en El Llanón. La fachada norte dispone solo de un vano a la altura de la rasante para ventilación en la planta baja. En el lienzo oriental se dispone un hueco en la primera, y aviadero en bajo cubierta.
Exceptuando la fachada meridional el resto de lienzos mantienen cargas antiguas en mortero de cal. Existe un acceso desde la tenada en el costado occidental hacia la primera planta donde estaría ubicado el despacho del escribano, lugar donde se hallaba gran parte de la documentación existente. Entre las plantas primera y bajo cubierta se observa una línea de impostas que recorre la fachada sur y se adentra en la oriental con piedra labrada que sobresale del lienzo, sobre la que se ubican los aviaderos que servían de entradas al palomar. Se cubre a cuatro aguas, siendo la estructura bajo la teja de vigas de madera, destacando el tejaroz original que la recorre el todo el perímetro. Su origen podría remontarse al siglo XVII o XVIII, aunque el propietario comenta que la torre es posterior a la casa, que lleva la data de 1825 en el dintel del acceso principal. Esta fecha, inmediata a la Guerra de Independencia nos podría dar pistas sobre una reconstrucción. La casa aparece en el Inventario de Patrimonio Arquitectónico Asturiano y se omite en el Catálogo Urbanístico de Salas donde se incluye tan solo la panera y la Capilla de San Lázaro (s. XVI) que se dice perteneció a ella.
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