Barrios de Luna: lo irreversible

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La estremecedora visión del pantano sin agua, un desierto entre montañas

Ruinas de viviendas en el pantano seco/ Foto de Loli Gallego

Por Loli GALLEGO

Me gusta pasar el Puerto Ventana, lo hago con frecuencia, pues en cuanto se entra en la comarca de la Babia se empieza a configurar lo que los romanos llamaron Asturias Cismontana, distinguiéndola de la que está separada por la Cordillera Cantábrica, a la que denominaron Asturias Trasmontana, abarcando aproximadamente lo que hoy conocemos como nuestra región. Pues bien, el lunes 28 de agosto, junto con mi primo José Manuel, atravesé una vez más el Ventana. Pasando por los pueblos que pertenecen a la Babia baja nos detuvimos un momento en San Emiliano. Ya las cigüeñas se había ido. Hablo de  ellas pues todos los años desde febrero a julio paso una vez para fotografiarlas.

Tomamos la ruta para visitar el pantano de los Barrios de Luna. Paramos en un mirador y el impacto que ambos recibimos fue enorme: nos encontramos con un  paisaje casi lunar, un desierto entre montañas, el agua como dueña y señora de este pantano había desaparecido, solo a lo lejos, cerca del puente atirantado de la autopista AP-66, se vislumbraba algo. Luego supimos  que se correspondía con el  8% de la capacidad total del embalse, que en el momento de su mayor embalsado tenía 308 Hm cúbicos, correspondiendo al porcentaje anterior solo 25 Hm cúbicos.

Hasta hace poco, repito, el agua era la dueña del pantano y así queda demostrado por las viviendas sumergidas de los dieciséis pueblos que tuvieron que ser abandonados; seguimos mirando este paisaje fantasmagórico, como una ilusión de los sentidos, observamos las piedras que en su día fueron material de construcción, casas que emergen del fondo como esqueletos de lo que habían sido lugares habitados, las casas, las cuadras, iglesias, cierres de fincas, puentes. Ahora aparecen ante el sol, así como árboles ennegrecidos que durante seis décadas permanecieron sumergidos bajo  la “dueña” del pantano. Ahora que la tierra cuartea bajo el sol que va ganando a la humedad, árboles muertos y piedras dibujan un paisaje extraterrestre, más que de este mundo.

Pero cuáles fueron las circunstancias que determinaron hacer esta obra a costa de la desaparición de tantos pueblos, que tranquilamente y quizá desde tiempo inmemorial vivían del fruto de la tierra, del cuidado y explotación de sus ganados y sobre todo del arraigo al lugar donde nacieron y donde tantos de los suyos estarían enterrados.

Cuántas veces después del desalojo entre los años 1951 y 1956 pensarían con nostalgia y con dolor en lo felices que eran en los pueblos que les vieron nacer y crecer.

Pero las leyes tantas veces injustas los desalojaron para poder hacer un embalse que favorecería al  Páramo leonés y a la comarca del Órbigo, regando 50.000 Ha de territorio dedicado al cultivo del maíz, la remolacha y el lúpulo; es decir, enriquecer a unos a costa de la miseria de otros.

¿Pero cuándo se planea este embalse? Sí es verdad que  se ejecuta en la dictadura del General Franco, aficionado a inaugurar pantanos por toda España. No fue él el promotor sino que la segunda República, entre 1935 y 1936, encargó el proyecto al ingeniero de la Confederación Hidrográfica del Duero Luis  Llanos y Silvela, un proyecto que una vez terminada la Guerra Civil fue retomado, inaugurándose en 1956.

¿Qué fue del Castillo de Luna? Aquel donde el conde Gonzalo Peláez se refugió después de uno de los tres levantamientos contra el rey Alfonso VII ”el Emperador”. Este castillo, que mandó construir el rey Alfonso II “el Casto” como fuerte inexpugnable de las tropas árabes hoy se  en encuentra dentro del muro donde se asienta la presa del pantano de Luna.

A tenor de la desolación que contemplé pienso en el fenómeno tan comentado, tan manido, tan reiterado en los medios, que es como una frase hecha, el cambio climático; que después de reuniones y más reuniones de las altas esferas de los países siguen sin ponerse de acuerdo y aunque los efectos los estamos viendo no se pone solución la tema.

La  alteración de  las estaciones es evidente: a últimos de agosto estuve en el hayedo de Monte Grande y ya comenzaban a ponerse amarillas sus hojas; la escasez de  lluvias y nieves, el impacto de los rayos del sol,cuyo filtro es la capa de ozono, si esta sigue adelgazando, cada vez el peligro será mayor.

Para darnos cuenta de  la  vital importancia de la capa de ozono, se clasifican los rayos del sol:

En ultravioleta A (onda larga): provocan poco daño en los seres vivos

Ultravioleta B (onda media): El 90% son absorbidos por  la capa de ozono, pero el 10 % restante alcanza la tierra y puede provocar desde el bronceado al cáncer de piel.

Ultravioleta C (onda corta): Estos la capa de ozono no los absorbe, pero si esta capa sigue adelgazando se perdería este filtro natural quedando expuestos a la extinción de cualquier tipo de vida.

¿Se llegará a esta situación? Sí, si de una vez por todas no se toman las medidas oportunas. Soy escéptica, no se tomarán, pues mientras estén en juego intereses que dan dinero y poder no se llega a ningún acuerdo.

Los que lo pueden detener son unos ilusos, pues aquí todos estamos metidos en el mismo barco y lo que nos ocurra a los de abajo será lo mismo lo que les ocurrirá a  los de arriba.

Hasta aquí mi reflexión. Aunque sea en las pequeñas cosas, hagamos que nuestra madre la naturaleza no se degrade cada día un poco más, poniendo los  medios necesarios para que esto no ocurra.

Si alguien quiere y puede, recomiendo que vera la película «Cuando el destino nos alcance», de 1973, interpretada por Charlton Heston, donde ya se habla del calentamiento global, la contaminación,el hacinamiento debido al “efecto invernadero». Se encuentra completa en Youtube.

Un árbol muerto

 

 

 

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