Publicado el: 07 May 2018

Coherencia e incongruencia

Por Casimiro ÁLVAREZ

Sabido es que de la política y de quienes la ejercen se puede esperar cualquier cosa, y casi ninguna buena, pero no estaría de más recordarles a algunos aquella frase de Tarradellas, y que recientemente utilizó ese gallego tan conocido como nefasto, que con tanta sorna se toma la vida de los demás, llamado Rajoy, y que mejor haría en aplicársela a él mismo, que decía: «En política se puede hacer de todo menos el ridículo».
Cuando en las elecciones se eligen representantes era de esperar, además de trabajo y honradez, un mínimo de coherencia con lo que se pregonó durante la campaña, y sobre todo si se sigue insistiendo en ello a todas horas; porque decir unas cosas y hacer las contrarias resulta demasiado sospechoso, ridículo, o por lo menos chirriante.
Las leyes que elaboraron los gobiernos de Adolfo Suárez durante la transición política de la dictadura a la “mal llamada” democracia; Constitución Española, Ley de Bases de Régimen Local y otras, consagran la posibilidad de que cuando un alcalde incumple sus promesas electorales, y con mucho más motivo cuando hace exactamente lo contrario de lo prometido, los concejales que conforman la corporación municipal puedan apearlo “de la burra” de manera expeditiva, con una moción de censura.
Alcanzar la alcaldía después de haber prometido transparencia de gestión, bolsillos de cristal, regeneración democrática y lucha contra la corrupción, para gobernar a base de decretos que no puede discutir la corporación municipal, percibir un salario ilegal que se niega a devolver desoyendo los pronunciamientos judiciales y del Consejo Consultivo, ocultar documentos públicos a los compañeros de corporación y a las instituciones que investigan semejantes irregularidades, amenazar a los alcaldes anteriores con anuncios de querellas que nunca llegan, por oscurantistas acusaciones que en nada se plasman, mientras se está sometida a diferentes investigaciones del Juzgado de Grado y de la Fiscalía Superior de Asturias por presuntos delitos de prevaricación, malversación y otros, parecen motivos suficientes para derribarla de la poltrona. Máxime, cuando se amenazó con ello de manera reiterada a lo largo del los tres años del mandato municipal, como es el caso de Ángel Lagar. De no hacerlo habrá que explicar las razones… o dimitir con las orejas gachas; en caso contrario será inevitable sospechar que algo poco claro se cuece detrás de tal comportamiento. Criticar de manera persistente y razonada la gestión del equipo de gobierno, y especialmente de quién encarna la alcaldía, mientras te niegas a apoyar la moción de censura que tú mismo llevas tiempo cacareando, es algo así como “tocar las campanas y andar de procesión”, difícil de conjugar.
Mucho más coherente es el caso de su compañero de partido, (PP), Toni Capín. Pues aunque es tan responsable como el anterior de la permanencia de tan nefasto personaje al frente del Ayuntamiento de Teverga, él siempre se resistió a hablar de moción de censura o criticar abiertamente a la alcaldesa, probablemente porque le cueste olvidar las dos ocasiones en las que el PSOE le impidió gobernar, a pesar de haber ganado las elecciones municipales; al fin y al cabo el resentimiento no es más que un sentimiento negativo difícil de olvidar, pero entrañablemente humano. Se podrá estar de acuerdo o no con Capín, pero su coherencia es incuestionable. Por el contrario lo de Ángel Lagar, a falta de alguna explicación lógica, resulta bastante incongruente.
¡A ver si resulta que detrás de las amenazas y protestas de Ángel hacia la alcaldesa, no hay más que una escenificación que oculta oscuros intereses, o pactos inconfesables!.
¡Yo algo oí, pero habrá que esperar a ver si los rumores se confirman!

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