Publicado el: 22 May 2019

Las culpas nunca son del mensajero

Por Josefina ÁLVAREZ

Concejala no adscrita de Somiedo y candidata del PP a la Alcaldía

Ningún municipio ni organización social democrática puede permitirse la contradicción de que todo el poder esté en manos de una sola persona que pretende, y logra, que el resto de los miembros de su grupo sean unas simples manos robotizadas que se alzan de forma automática en cuanto el gran preboste pulsa el mando a distancia. Un sistema democrático tampoco puede permitirse el lujo de que a la oposición minoritaria se le trate de ningunear continuamente intentando convertirla en un mero convidado de piedra descalificándola cada vez que se ven obligados a acudir a los tribunales como única y última opción para intentar que se cumpla la ley. ¡Qué despropósito pretender que se cumpla la Ley!

Es incongruente con sus propios dogmas, que en un Ayuntamiento auspiciado por un partido político que continuamente se autocalifica de paladín de la democracia, de la progresía, de la transparencia y de la participación no se de acceso a la oposición a ninguna de las denominadas Comisiones Informativas Permanentes. Resulta igualmente sorprendente que la Mesa de Contratación les esté igualmente vedada. Pero resulta más sorprendente aún que cualquier solicitud de información sea obstaculizada cuando no denegada. Pareciera que la Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno no tuviera vigencia en Somiedo. Todas las Reclamaciones planteadas por la oposición en este sentido ante el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno han sido resueltas de forma favorable. Somos el municipio de España al que más reclamaciones han sido estimadas por parte de ese Consejo. Un récord que, sin duda alguna, evidencia nuestra transparencia municipal.

No vamos a entrar en especulaciones sobre las causas de esos afanes obsesivos de opacidad en la gestión que parecen rayar lo patológico. Tampoco es cuestión de aludir a temas sub iudice, ni de hacer mención a peticiones por parte del Ministerio Fiscal  (entendemos que su independencia ni puede ni debe ser puesta en cuestión) de penas de hasta catorce años de inhabilitación por delitos que, pese a que a algunos les parecen leves, por la propia cuantía de las penas solicitadas, se escapan al ámbito de los Juzgados de lo Penal para ser dirimidos ante la Audiencia Provincial. Tampoco entraremos en los cómos o los porqués del olvido de las prescripciones del código ético del partido que sustenta la actual alcaldía de Somiedo. ¡Qué cada cual elabore sus propias conclusiones!

Una oposición ninguneada, que ve reducida su capacidad de actuación a los Plenos en los que incluso se les restringen los turnos de palabra, que advierte reiterada y repetidamente de las irregularidades que observa y que ve cómo una y otra vez se hace caso omiso a sus observaciones ¿debe mirar hacia otro lado haciéndose cómplice de las irregularidades que contempla con sus propios ojos? ¿Sería esa una oposición responsable Sería esa la forma de evitar lo que por algunos se califica de afán destructor, de intereses personales o de buscar cinco pies al gato? ¿Acaso los ciudadanos no estamos obligados a denunciar cualquier presunta irregularidad o delito que hayamos presenciado? ¿Cumplir ese precepto legal es ser destructivo? ¿Es defender intereses personales el pedir que se cumplan las Leyes y las normas?¿Es eso buscar cinco pies al gato?¿Es eso judicializar la gestión municipal?¿Quien judicializa realmente, quien a sabiendas incumple las normas o quien denuncia su incumplimiento? ¿Puede haber alguna persona sensata que no sienta que la protección de la Ley es un valor imprescindible para su propia supervivencia como individuo y también como colectivo?

Desde luego que lo que no parece ni racional, ni democrático, ni progresista, ni transparente es pretender aferrarse al imperio de la Ley cuando entendemos que nos puede beneficiar y obviarla cuando nos resulta desfavorable.

Un municipio como Somiedo, que según la Agencia Tributaria tiene censados 1281 habitantes con una renta disponible media de 1.000 euros mensuales, no puede permitirse el lujo de un alcalde profesional retribuido con 40.000 euros anuales. Parece que cuando se han sobrepasado las seis décadas y las canas se han instalado definitivamente, toca aferrarse al cargo a cualquier precio. Fuera del sillón no hay oficio ni beneficio y las jubilaciones anticipadas están fuertemente penalizadas en su cuantía. Por eso da la impresión de que no importan demasiado ni códigos éticos de partidos, ni procesamientos penales. Se trata de ir resistiendo, día tras día, aferrados al cargo.  A fin de cuentas no se pueden tirar por la borda 25 años de sacrificio y entrega abnegada a Somiedo y a todos los somedanos sin que apenas les haya costado nada. ¿Cuánto puede haber sido?¿Un millón de euros de alcalde? Nada importante. ¡Una minucia!

El riesgo de que algún día ese castillo de naipes de poder –absolutista o casi– pueda resquebrajarse ni tan siquiera se contempla. Vayan días y vengan ollas. Mejor cerrar los ojos en una especie de huida hacia adelante. Cerrar también los ojos a la posibilidad –quizá mucho más cercana de lo que se piensa– de que pueda producirse un derrumbe en cadena que incluso pueda alcanzar a otras fichas silenciosas de ese gran dominó de poder. ¡Qué importan un montón de sentencias diciendo que las cosas se han venido haciendo mal! ¡Veinticuatro años haciéndolo y nunca pasó nada! ¡Por qué ahora iba a ser distinto!

La profesionalidad de una alcaldía como la de Somiedo requiere intentar que la temporalidad de un mandato se convierta en una especie de contrato indefinido pensando siempre que detrás de la no renovación sólo está la fría noche del desempleo.  El pretendido respaldo de las urnas elección tras elección requiere un soporte firme basado en eso que se llama vulgarmente clientelismo. Sus dos máximas suelen ser:  «El que regala bien vende si el que recibe lo entiende» y también «Al amigo todo, al enemigo nada y al indiferente la legislación vigente». Quizá ahí esté el origen de esa obsesión compulsiva de ningunear a la oposición, de tratar de impedirle ejercer la función de control, su auténtica razón de ser, y escandalizarse y descalificarles cuando, intentando que su esfuerzo no sea estéril, se ven obligados a recurrir reiteradamente a los Tribunales para pedir de éstos algo tan pernicioso para la democracia como es tratar de que se cumpla la ley. Afortunadamente para quienes creemos en el Estado de Derecho, las sentencias de los Tribunales se inclinan tozudamente hacia eso que suele llamarse el imperio de la Ley.

Pese a que algunos no lo vean o no lo quieran ver, la Ley y las normas no han venido siendo auténticas prioridades en Somiedo. Ordenanzas municipales redactadas a la medida de algunos intereses. Ordenanzas incluso de las se aplica discrecionalmente parte de los artículos y se obvian otros. Mirar para otro lado cuando conviene. Hacer caso omiso de la normativa, seguramente porque siempre se ha hecho y nunca pasó nada. Negar la evidencia, igual que San Pedro negó a Cristo las tres veces, si conviene a los intereses de alguien.

Muchos puestos de trabajo sin que se conozcan los procedimientos de contratación ni que se haya seguido procedimiento selectivo alguno –aquello de los criterios objetivos de igualdad, mérito y capacidad quizá sea menos aconsejable que otros más subjetivos y con mayor rédito político–  y que en algunos casos acabaron con la condición de fijos como consecuencia de «olvidos» en la preceptiva renovación de contratos temporales. Claro… «de bien nacidos es ser agradecidos».

Mientras tanto y «como tiramos con pólvora del rey», se manejan los presupuestos, se modifican, se apañan incluso a ejercicio cerrado, sin que preocupe lo más mínimo el nivel real de endeudamiento municipal ni tampoco se priorice el gasto en función del interés social y del progreso general del municipio. Eso sí el IBI, la viñeta, etc. a precio de «calle de Uría»… los servicios… bastante menos.

Un municipio con una población envejecida en el que sólo en campaña se alude a un hipotético centro de día, pero dónde ni tan siquiera en campaña electoral se habla de una urgente e imprescindible residencia geriátrica. Un municipio en que tampoco se sabe muy bien a dónde, cómo o a quien llega la atención domiciliaria. Quizá se considere que nuestros ancianos sólo son un algo irrelevante, poco más que un recurso de campaña electoral.

Todos hemos de ser iguales ante la Ley y la Ley ha de ser igual para todos. El primer paso es cumplirla. Y cumplirla al completo. No se trata de atender a lo que conviene y mirar hacia otro lado cuando lo que explicita la norma no nos conviene. El cumpliendo estricto de la ley y la más absoluta de las transparencias son imprescindibles. Por mucho que se hable o se quiera hablar de logros o de proyectos que pueden sonar muy bien pero que en la mayoría de los casos acaban terminando en agua de borrajas, nada puede ni debe hacerse desde el funambulismo legal. Intentar seguir esos caminos no es otra cosa que intentar tapar el sol con el dedo. Muy probablemente eso ha venido ocurriendo.

Por mucho que se alcen voces difamatorias que intenten inculparnos hasta en la muerte de Viriato, nosotros, quienes hemos sido oposición durante los últimos cuatro años, no hemos antepuesto nunca intereses particulares a los generales de todos nuestros convecinos y, colóquennos los somedanos donde nos coloquen,  no vamos a entrar nunca en el juego de los intereses propios o del amiguismo, ni tampoco vamos a callar o mirar hacia otro lado ante lo que entendamos que no es legal o que no va en beneficio de todos y cada uno de los vecinos de Somiedo. Eso será así mientras haya somedanos que, otorgándonos su confianza, nos permitan continuar en el Ayuntamiento. No es una promesa electoral, no. Es una convicción personal, es un modo de conducta que ha pautado toda nuestra vida y a la que no estamos dispuestos a renunciar. De eso pueden estar bien seguros.

Para nosotros lo absolutamente imprescindible es: la legalidad, la transparencia,  el bien común y la verdad; cosa esta última que quizá a otros, a esos que, a toda costa y sin reparar en calumnias, tratan de enviarnos al foso de los leones, no parece importarles demasiado.

¡Mientras dura, vida y dulzura! Quizá ese haya sido y sea el leitmotiv del drama somedano. Estamos convencidos de que no sería malo cambiar la orquesta o, como poco, que la orquesta actual cambie la partitura. Esa opción está en manos de los propios somedanos, los únicos artífices de su propio destino. Nosotros hasta ahora sólo hemos podido ser una voz clamando en el desierto, puros mensajeros de lo cotidiano. ¡La culpa nunca suele ser del mensajero!

Comentarios:
  1. Marité Lana Díaz dice:

    Si quieren q cambie la orquesta, trabajen para ello. Decía un jefe d su partido (de uno de sus partidos… tienen varios) “es el alcalde el que elige el vecino…” Y ganen las elecciones y comprobarán q los trabajadores lo somos del Ayto, no de nadie.Su anterior partido fue el que habló de q utilizaban su puesto de concejales en beneficio propio ysin aportar nada al buen funcionamiento del concejo Y es de una bajeza extrema hablar de la edad de los candidatos y otras afirmaciones por el estilo.Claro que teniendo el ejemplo de @IdiazAyuso poco respeto podemos esperar

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