Publicado el: 06 May 2021

Balas adaptadas para la lucha contra la velutina con diseño reguerano

Moisés Fernández, de Parades y alérgico a las picaduras, se alió con su amigo Alejandro González, ingeniero informático, para diseñar y producir con impresión 3D proyectiles más seguros y en parte biodegradables con los que neutralizar nidos

Moisés Fernández y Alejandro González, que han desarrollado las vainas

Esther Martínez/ Las Regueras

La alergia a las avispas que padece Moisés Fernández (Parades, Las Regueras) fue el motivo que le llevó a indagar en el comportamiento de la vespa velutina, que puebla la comarca. “Tengo que andar siempre con antídotos para las picaduras, aunque soy reguerano, ahora mismo vivo en La Granda, al lado de Parades, pero ya en el concejo de Llanera y comparto la preocupación por la presencia masiva de velutinas”. Moisés, cocinero de profesión, no dudó en contactar con su amigo, el ingeniero informático Alejandro González, para ponerse “desde cero a diseñar y producir mediante impresión en 3D, un tipo de vaina más eficiente y más segura, para disparar a los nidos de velutina”. Llevan casi un año dedicados a esta investigación, trabajando con material P.L.A. para generar una vaina capaz de llevar en su interior un producto que destruya los nidos en menos tiempo y con menos riesgo para los técnicos encargados de la neutralización. A través de ensayo-error y bajo la supervisión y colaboración de entidades dedicadas a este fin, que ponen a su disposición medios, instalaciones y enseres, esperan poder probar con más fiabilidad su producto, a partir del momento en que las avispas empiecen a construir los nidos nuevos. Sus vainas están causando una grata impresión entre quienes se dedican a la lucha contra la velutina , “ya que se necesitarán una cuarta parte menos de disparos que los que se utilizan en la actualidad y además la ventaja es que son biodegradables en su mayor parte y que el operario se expone mucho menos tiempo”, afirma Moises Fernández. La fabricación de momento es lenta, ya que cuentan con una impresora 3D, casera “que consigue elaborar nueve piezas, en un tiempo de tres horas y media. Cada balín pesa entre 3 y 4 gramos, y la mayor inversión es en tiempo de diseño y de pruebas para mejorar.” “Llevaremos gastados unas quinientas unidades en pruebas, pero con ello no pretendemos más que colaborar en la erradicación de la velutina. Es muy pronto para pensar en usos comerciales. De momento los más interesados en este modelo son los productores de miel“, concluye Moisés Fernández. Moisés y Alejandro y los técnicos que siguen sus progresos, esperan comenzar a utilizar su material en nidos recientes, y son optimistas en conseguir buenos resultados.

Vainas diseñadas por los regueranos y construidas con impresión 3D

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