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10 Voz del Trubia Noviembre de 2020
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ÁNGEL DE LA FUENTE


M ucho, mucho y las desgracias y otras veces celebra las
mucho da de sí la
fiestas. Si la colectividad estuviese co-
pandemia. Gracias
hesionada, unida y hablase a través de
a ella tenemos la
oportunidad de una sola voz las instituciones y orga-
nismos se pensarían más de una vez
aplicar los recortes sin tener que afilar imponer medidas tan drásticas como
las tijeras y poner en marcha podado- esta, que no son ni más ni menos que
ras y desbrozadoras. No se reponen el desprecio a quienes aquí viven.
servicios públicos en materia de co- Hace unos años una periodista de
municaciones ferroviarias y en sani- LNE me solicitó escribir un artículo
dad ocurre otro tanto de lo mismo. La que titulé “Las dinámicas recientes del
olvidada Ribera de Abajo con un en- mundo rural”. Ahí reflexionaba sobre
vejecimiento de su población al que qué servicios eran necesarios, pues las
no es ajeno toda la comunidad autó- parroquias rurales no pueden desapa-
noma sufre la reorganización de un recer. Hay que revertir esa situación
servicio tan básico como es la atención con políticas que atenúen los desequi-
primaria. Unas instancias que se reco- librios en el territorio entre las que
gieron aquí, allí, allá intentan denun- cabe la explotación de los recursos na-
ciar este atropello y exigir la vuelta a turales -caza, pesca, turismo rural,
la normalidad, que ahora se denomina Centro de Salud periférico de Las Caldas / Ángel de la Fuente agroturismo, senderismo-, gastrono-
nueva normalidad. mía, agroindustria, segunda residen-
La presencia del galeno en este valle magogia con la que pretenden engañar Menéndez al disponer este de una bombo para calentar el agua y de la cia, incentivos para la adquisición de
se remonta a los desvelos del indiano a los ciudadanos, porque a la postre plaza de taxi en la parroquia; sin em- chapa de la cocina junto con la hume- la primera vivienda, buenas comuni-
D. Urbano González que allá por los queda al descubierto su cinismo, su bargo, hay que reconocer que el fa- dad eran sus auténticas señas de iden- caciones, acceso a las nuevas tecnolo-
años treinta después de costear la falta de vergüenza y su incoherencia. cultativo tenía una faceta humana tidad. Dª. Carmen Yenes, D. Juan gías de la información y
traída de aguas cedió la gestión al con- No vamos a citar ejemplos porque son porque recetaba los medicamentos Vicente, Dª. Belén Quesada, D. Julián comunicación, telefonía móvil e Inter-
sistorio ovetense para su explotación, de sobra conocidos. cada semana con la cartilla de la Se- Astudillo (q.e.p.d.) desempeñaron su net, atención sanitaria, patrimonio na-
administración y conservación. Esta Toda mi vida he conocido en Las Cal- guridad Social de mis tíos y de mi profesión allí. El 13 de junio de 1989 tural e histórico, equipamientos
donación conllevaba implícita la do- das un consultorio médico, que du- padre. Mis abuelos al ser jubilados de se inauguró el nuevo dispensario deportivos.
tación de una plaza de médico muni- rante el verano convivía con el la rama agraria no tenían seguridad so- sobre los cimientos de lo que un día Puerto, Caces-Siones y Priorio no
cipal para Priorio, Caces, Puerto y dispensario termal al que acudían los cial. Así se vivía en las postrimerías de pretendió ser una whiskería, que pueden renunciar a su esencia rural.
Siones. ¡Qué tiempos! Ocurrió esto bañistas para remediar sus dolencias. aquella época. ¡Qué pronto olvidamos nunca llegó a inaugurarse porque las Tienen todo el derecho a disponer de
en la convulsa década de los años Recuerdo, aunque no lo llegué a co- las cosas! Por eso desde mi responsa- obras se limitaron a levantar paredes los servicios básicos para que sus ha-
treinta que sufrió las consecuencias del nocer, a D. Ángel Espías de Andrés. bilidad docente informo al alumnado y dividir huecos. Asistió al acto el al- bitantes puedan disfrutar de aquel
crack de 1929, la Revolución de Oc- Pasaba consulta en la casa de la Ame- de estas cosas que no están en los li- calde Antonio Masip. Tuvo que escu- principio utópico de la Ilustración: la
tubre de 1934, la Guerra Civil en As- ricana. D. Manuel Díaz fue otro mé- bros. Son pequeñas historias con las char una asonada protagonizada desde búsqueda de la felicidad del individuo.
turias (1936-1937) y la cruenta dico que dejó buen recuerdo. Tenía su que se construye la gran historia, son un coche por la entonces portavoz del Si pasamos esto, mañana será la
represión que se prolongó hasta en- consulta en las casas de Moisés en la como los sillares con los que se le- CDS Consuelo Marcos Vallaure a la merma de los servicios del transporte
trada la década de los cincuenta. década de los sesenta. D. Oscar Llo- vanta un muro de fábrica que siglos que acompañaron tres caciques a la público de la empresa TUA, a la que
Ahora, la gestión de la sanidad no es rián procedía de Trubia. Sucedió du- después lo contemplamos como ese vieja usanza. La herencia de la se- precedió hace quince años el cierre del
municipal, le corresponde al gobierno rante un corto período al anterior en el legado que nos deja el paso del gunda restauración borbónica sigue en servicio ferroviario. Comencemos no-
autónomo que debe garantizar a estos mismo lugar. Trajo como novedad a tiempo. A partir de este médico se su- pie en la tercera restauración. A los he- sotros por defender nuestros servicios
vecinos la prestación del servicio sa- una consulta de pueblo los rayos X. A cedieron varios más que pasaron con- chos me remito. El nuevo gabinete básicos que poco a poco se van ami-
nitario básico. No olvidemos que con- principios de los setenta llegó D. Be- sulta en una vieja fonda destartalada, médico se integró posteriormente norando como consecuencia del car-
tribuyen con sus impuestos a eso que nito procedente del occidente astu- sucia, mugrienta, oscura, sin intimidad como consultorio periférico en el cen- cinoma que inunda la concepción
llamamos Estado del Bienestar cuyo riano. Corría el año 1973 cuando alguna desde la segunda mitad de la tro de Salud El Cristo. economicista de la prestación de un
status corre peligro como consecuen- enfermó herido de muerte mi abuelo década de los años setenta hasta 1989. No hubo queja de la atención al vecin- servicio público. Si pagamos impues-
cia de la globalización. Un fenómeno materno. Había que llamar al médico ¿Cómo pudo Sanidad permitir que se dario porque hasta se consiguió que el tos estamos en condiciones de exigir
este que tiene por objetivo ampliar la de vez en cuando, pero cada vez que atendiese a los vecinos en aquellas control de la sangre de los pacientes a lo que se considera mínimo y esencial
brecha entre quienes más recursos tie- lo visitaba ponía como condición dis- condiciones? ¿Dónde atendía el prac- los que se les administra anticoagulan- para vivir, que no es ni más ni menos
nen y los que menos poseen, si bien poner de un coche para cubrir la dis- ticante, hoy ATS, a los pacientes? Ha- tes se hiciera aquí. ¿Por qué de pronto aquello que contribuye a garantizar
esta tendencia es denunciada desde es- tancia de kilómetro y medio entre su gamos un poco de memoria. Su se nos ha privado del médico de cabe- nuestra salud. ¡Vecinos!, no podemos
trados y medios de comunicación por despacho y el domicilio de mis abue- trabajo lo llevaron a cabo en la cocina cera? Porque en todo el valle se ha ido contentarnos con firmar una hoja. Es
algunos que no dudan en recurrir a los. El servicio corría a cargo de mi fa- de aquella vieja pensión que era un perdiendo el referente de la comuni- hora de actuar como grupo y no como
una oratoria cargada de una burda de- milia que contrataba a César antro en el que el óxido del viejo dad de vecinos que unas veces sufre individuos aislados.


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