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2 La Voz del Cubia Mayo de 2021
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Cuando el mercado moscón peligró de su desaparición.
«Personalmente casi preferimos una
ALFREDO G. HUERTA villa de Grado protestante, luterana
o calvinista, pero sin mercado el do-
mingo, a una villa católica con mer-
l mercado moscón de pecialmente la construcción de la determinantes para que muchos as-
E los domingos, de origen autovía a Oviedo, ha aumentado turianos sigan acudiendo habitual- cado». Así se expresaba, el mes de
mente a esta cita semanal. “El abril de 1961, el párroco Manuel
claramente su poder de convocato-
medieval, por la exce-
ria. Por otro lado, por su tradición y Mercado de la huerta de Asturias"-
lente calidad de los pro-
ción que, por la transcendencia so-
ductos agrícolas que arraigo, la excelente oferta de la hos- como así era conocido– en su ya di- Díaz. Toda una declaración de inten-
ofrece y la privilegiada situación telería y los pequeños negocios, el latada historia sufrió varias crisis, la cioeconómica que significaría para
geográfica de Grao, siempre disfrutó valorado mercadillo ambulante y, más reciente a consecuencia del Grao la supresión de este mercado
de una gran aceptación popular y sobre todo, su celebración en do- covid-19, de la que aun no se ha re- de los domingos, sobrecogió a gran
fue un auténtico motor económico mingo, día de descanso laboral y cuperado totalmente pero, sin duda, parte de los moscones. Desde hacía
de la villa. En la actualidad, con la con el comercio del resto de la re- la peor fue en la década de los años tiempo se oían rumores de las ges-
Mercado en General Ponte en una gión cerrado casi en su totalidad, son sesenta, cuando estuvo muy cerca tiones que el cura venía haciendo en
antigua imagen mejora de las comunicaciones, es-
varios organismos oficiales solici-
tando esta supresión pero, tal vez a
causa del enorme perjuicio que cau-
saría a la inmensa mayoría de la po-
blación, no le prestaron la atención
que esperaba. Por ello, desde el púl-
pito y a través de la hoja parroquial,
inició una campaña de conciencia-
ción popular. En su empecinamiento
entre otras cosas decía: «si viene a
Grado en un domingo, bueno se
pondría. Porque este mercado es una
calamidad tan grande en el orden
moral como puede serlo una peste
amarilla o blanca en el orden mate-
rial». Aunque en aquellos tiempos
de miedo y sumisión el ambiente en
la villa era de aparente tranquilidad,
en la privacidad de los hogares se vi-
vieron momentos de enorme angus-
tia. Mis padres, poseedores de una
pequeña mercería y profundamente
católicos, vivían con una mezcla de
contrariedad y frustración. No po-
dían concebir que el pastor de su re-
ligión tratase de poner en peligro el
medio de subsistir de mucha gente
y el pan a sus hijos.
Pasaba el tiempo y las familias afec-
tadas tenían una gran sensación de
impotencia. Además de lo compli-
cado que era por entonces enfren-
tarse a la Iglesia, el sacerdote se
mantenía obstinado en su propósito.
Cuando ya se empezaba a dar todo
por perdido, Emilio Rodríguez
Mendivil, alcalde del municipio y
propietario de una ferretería, por
tanto directamente perjudicado tam-
bién, se opuso resueltamente a aque-
lla pretensión. Con su encomiable
actitud, el monumental descontento
popular existente y la ayuda que sig-
nificó el nombramiento, en abril de
1964, de Vicente Enrique i Tarancón
como arzobispo de Oviedo, de ideas
mucho más progresistas que su an-
tecesor lograron que, sin abando-
narla en ningún momento, el clérigo
suavizara significativamente su rei-
vindicación. Dos años después, el
dieciséis de setiembre de 1966, es
cesado como titular de la parroquia
de Grao lo que, para muchos mos-
cones, fue la finalización de una au-
tentica pesadilla y que hoy podamos
seguir disfrutando de nuestro que-
rido mercado de los domingos.
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