
APLAUDIDO CONCIERTO ANOCHE DE VERBAL Y FLAVIA CON EVOCACIONES MITOLÓGICAS Y REIVINDICATIVAS, EN DONDE BRILLÓ EL VIRTUOSISMO DEL VIOLÍN FOLK BIEN ARROPADO POR EL BOUZOUKI IRLANDÉS
Proaza/ Fernando Romero
Desde L’Esbardu, anoche, salían sones mitológicos, medievales y también de crítica social y cultural. Verbal y Flavia (Xera y Raíz) músicos vecinos de San Andrés, arrancaron muchos aplausos de un público que disfrutó de lo lindo con el virtuosismo del violín de Flavia y del bouzouki irlandés de 8 cuerdas del que no se despega Verbal. Sones acústicos, muy trabajados dentro del registro tradicional asturiano pero personalísimos, tanto por el dominio instrumental como por el uso de la voz de Verbal. Dos grandes músicos que tenemos en el Valle y que llevan diez años trabajando y ocupando un puesto destacado y merecido entre los artistas asturianos.

El concierto comenzó pasadas las once y media de la noche con Valdescabres un tema cuya intención, como dijo Verbal «es que se vea más allá de la caverna de Platón». De la visión filosófica y a la vez terrenal y de reivindicación de los pueblos y caminos que desaparecen, pasaron a Espertar, evocando la mitología astur. Siguieron con Fau, en donde pudimos apreciar ese folk personal de esta pareja de músicos. Del ritmo vibrante y nervioso del violín, a la melodía sosegada y reflexiva, de todo hubo. En el cuarto tema, Tierra, Flavia tocó el rabel o bandurria asturiana, un sonido que nos removió las esencias antiguas que todos llevamos evocándonos un lejano medievo. Con Sol, sin salirnos del universo tradicional, sí encontramos un ingrediente reivindicativo de aquellas luchas del 2011 «cuando intentamos arreglar el mundo». Llegamos a Dúrmite en donde ya rozamos la emoción de las añadas asturianas «agora non mio neñu», cuando la mujer avisaba a su amante de que no era buen momento, tema que ha pasado de generación en generación. El concierto prosiguió por buen camino con Flexia, Yo Quixera, 1934 y Lloza. Músicos entregados a su público en un ambiente propicio como sobremesa de lujo en el local de Merce y Manu, que se está convirtiendo en un referente cultural y gastronómico de los valles del Oso.

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