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Honorio Blanco, de El Escamplero

Por Leduina BLANCO

Mucha gente puede decir padre, pero mi padre es dicho con mayúsculas porque Honorio Blanco García es especial, y tengo esa suerte. Nació en el Escamplero, y dice no haber pasado hambre pero sí sueño, al haber emigrado a Madrid en busca de un porvenir, con esfuerzo conseguido, a base de mucho trabajo y pocas horas de dormir. Fue apodado como “pocapena” por su carácter vital y  positivo, mirando la vida de frente y sin miedo.

En el año 2013 estuvo ingresado y el doctor le pregunto cuál había sido su profesión, sin dudarlo respondió con orgullo: “tabernero”, palabra que arrancó una sonrisa del cardiólogo al ser un vocablo como “maestro” que entraña más sentimiento y vocación que “camarero” y “profesor”. Compaginó su amor a la hostelería con la profesión de policía municipal en Madrid y posteriormente en Gijón con la promoción del 78. Aun sigue yendo a las cenas con sus compañeros de oficio y  respaldados por Alejandro Gayo, jefe de policía de Gijón y escritor. Posteriormente, a su venida de la capital a Gijón, también regentó un bar con el nombre de Bar Muria, calificativo de la familia de su mujer, por la que son identificados y reconocidos en Rañeces, pueblín de El Escamplero, Las Regueras y que ya en Madrid “Mesón Muria” era un homenaje a Luisa Muria, cuya casa en Rañeces siempre se conoció como casa Muria y cuya historia y cimientos de esa vivienda renacieron finalizada la guerra civil en el año 1939. Honorio regulaba el tráfico en la Puerta del Sol de Madrid, casco blanco, que sin bailar un chotis, este modesto guardia, en vez de raíces de Biedes parecía de Chamberí, y también estuvo  a la atención del ciudadano por la casa del campo y el zoo, con espíritu positivo y emprendedor siempre. Apodado “pocapena”, porque siempre dirigió el tráfico con entusiasmo y optimismo. Tu admirado carácter es ser  independiente y práctico en la vida, ya que siempre has dicho que la felicidad está en los pequeños placeres de la vida, como era en tu caso la familia(habiendo sido padre a los 28 y a los 43), tu “prao” con animales, una Berlingo para transportar pienso y confort a tus ovinos caprinos, perrunos, gallinas y conejos y 5 euros para un café con churros cada mañana que es tu ilusión de cada nuevo día. Honorio dice que hay que vivir y dejar vivir, «y haz el bien que no te pese». Quizás algo tan sencillo sea el camino a la felicidad. Un objetivo tan perseguido y poco hallado.

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