Publicado el: 22 Nov 2019

Gochos que limpian el bosque

Luis Coto cría cerdos autóctonos en un bosque de Premoño, “no hay mejor desbrozadora y viven sin estrés”

Luis Coto, con algunos de sus ejemplares/ Esther Martínez

Esther Martínez/ Las Regueras
En abril de 2018 en Las Regueras técnicos del Serida hablaron de “Sinergias sostenibles del castaño y el porcino autóctono del tronco A esta actividad, siguió un viaje organizado por el Ayuntamiento reguerano a la finca Fraga do Coto, cerca de Villalba (Lugo), gestionada por Asoporcel (Asociación de Criadores del Porco Celta), para ver sobre el terreno un modelo que sirviese de inspiración.
En Las Regueras, hay abundante bosque de castaño, una de las señas de identidad del concejo, desaprovechado, en desuso y en algunos casos de difícil acceso, por lo que la producción se pierde entre los matorrales, mientras que por otra parte crece el interés por la recuperación de las razas autóctonas asturianas, entre ellas
el gochu asturcelta.
En ese viaje a Galicia, estuvo Luis Coto, al que el tema de vincular la cría de porcino al monte, le estaba rondando desde hacía tiempo; “aunque ya iba con las ideas claras sobre lo que quería hacer, necesitaba ver un modelo y su funcionamiento. Cerca de mi casa en Premoño, hay grandes superficies de monte de roble y castaño; el problema es que estaba abandonado y que no sabía si el dueño querría darle un uso y alquilarlo, al final lo conseguí, y tras informarme en la Asociación de Criadores de Gochu Asturcelta de Asturias, decidí introducir los primeros ejemplares en este terreno, que aunque a día de hoy se ve claro, era una verdadera jungla de maleza de casi una hectárea y media. Comencé con cuatro machos castrados y más tarde con una pareja. En noviembre nacerá la primera camada. Pero voy poco a poco, ya que cuando te metes en una actividad como esta, no sabes si te va a gustar o sabrás como hacerlo”, afirma Coto.
A la vista del suelo y los árboles perfectamente limpios, parece que haya pasado un equipo de desbroce profesional y excavación; pero según su dueño. “No hay mejor herramienta que estos animales; previenen los incendios, arrancan de raíz la maleza y se adaptan al medio de manera natural, no en vano, hasta mediados del siglo pasado lo normal era criar el porcino en libertad”.
Según datos de la Asociación Asturiana de criadores de la raza, en 1955, se vendieron 224.000 cerdas madres del tronco céltico y la raza llegó a desaparecer de las estadísticas oficiales en 1978, debido a la introducción de nuevos sistemas de producción, a las necesidades de proteína animal en las ciudades, que en los años 40/50, veían crecer su población debido a la emigración que llegaba de los pueblos. El aumento del poder adquisitivo de los trabajadores urbanos y las políticas forestales de aprovechamiento de los montes, despojaron al gochu autóctono del hábitat en el que se había alimentado hasta entonces.
Pero el asturcelta estaba tan bien adaptado al medio que en los lugares en los que se mantuvieron en extensivo, por ser zonas más desfavorecidas, sobrevivieron a la introducción de razas foráneas que sólo se criaban en explotaciones intensivas.

Sin estrés
“Aquí viven sin estrés, felices; basta mirar cómo se tumban y cómo disfrutan. Eso sí, cuando llega algún ejemplar nuevo, le hacen saber quién manda, las primeras horas son tremendas. Para mí es también una terapia, llegar aquí y disfrutar de esta paz. Vengo a diario a ver cómo están, aunque pueden pasar varios días solos,
ellos son autónomos y regulan el alimento”, afirma Luis Coto.
La dieta de los asturceltas de Premoño se complementa con maíz, cebada, salvado de trigo, berzas, manzanas y calabazas, productos de temporada y de cercanía. En
verano y primavera, se añade hierba fresca.
Aunque de esta raza se obtiene un menor rendimiento respecto al cerdo blanco, Coto no duda: “hay muchas razones; la conservación de la raza asturiana, la calidad de la carne, el sabor, el bienestar animal. De aquí van al matadero y de allí al consumo doméstico y a un restaurante familiar y cercano”.
El futuro pasa por buscar más fincas para aumentar la producción, que es un complemento económico a su trabajo habitual en el sector secundario.
Tramp fue el primero de los gochos asturceltas naturales de Premoño en ser sacrificado. Los siguientes ejemplares, cuyo nombre prefiere ocultar su propietario
lo serán en enero y febrero, así que desde ahora hasta su consumo estarán alimentados únicamente de castañas, bellotas y las raíces que consigan arrancar.
“Si la gente supiera lo que limpian los gochos estaban los montes llenos. Además sale bien barato. Con dos hilos y un pastor cierras una finca como esta. Son unos trabajadores ejemplares que disfrutan con su trabajo. En cuanto al agua varios depósitos repartidos por la finca recogen el agua de lluvia necesaria para su consumo”.

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