Publicado el: 20 May 2020

“Antes tenían miedo a los años bisiestos”

María Teresa y Luis Álvarez, de Somiedo, recuerdan que sus padres  y abuelos ya les hablaron  del “mal de moda”, la gripe española de 1918

Luis Álvarez, segando en Somiedo

Manuel Galán/Somiedo

“Ojalá no llegue el virus”, me comenta Luis Álvarez Álvarez, 88 años, nacido en el Coto de Buenamadre de Somiedo y uno de los pocos teitadores que quedan en el concejo. Hace 20 años dejó su Coto natal para instalarse en Pola de Somiedo junto a su mujer, María Teresa Álvarez García, de 82 años.
Cuando le pregunto a Luis cómo viven el coronavirus, me dice: “¿Cómo lo voy a llevar? Mal. Al menos tengo la huerta, las gallinas, pero no puedo salir, sólo voy a hacer la compra a Casa Guillermo. Tengo la suerte de que un vecino me trae el periódico los domingos y el camión de la fruta y verdura para delante de casa dos días por semana. Además, de mi huerto, aún puedo aprovechar cebollas, berzas y puerros. Me muevo bastante entre las gallinas y el huerto y no paro, la verdad. Salimos todos los días a aplaudir a las 8 de la tarde”.
-¿Qué es lo que más echas de menos, Luis? “Que no tenemos donde echar el tiempo”, comenta. “Antes, subíamos al Coto a trabajar la huerta, ver los árboles, arreglar el tejado de la casa y las cabanas de teito”. “El 6 de marzo” -me comenta orgulloso-, “renové el carnet de conducir en Grado por dos años pero de momento apenas puedo coger el coche”.

María Teresa asegura que la historia se acaba repitiendo: “Nada es nuevo.  Mi madre decía que durante el ‘mal de moda’, la gripe española, no había dónde enterrar a los muertos”

Por su parte, María Teresa, me dice que no echa de menos salir durante el confinamiento. “No soy de salir, dice, lo mío es ocuparme de la casa”. En su caso, dedica el tiempo a coser, bordar, hacer ganchillo, escribir, pintar y un sinfín de manualidades. “Aunque el corazón llore, la cara tiene que estar riendo”, añade. “No llegando la pandemia, no me afecta, aunque espero que las personas seamos responsables cuando podamos salir.”
Durante la conversación recuerda con añoranza la riqueza de la vida que había antiguamente en Somiedo, sobre todo la convivencia entre vecinos y vecinas. “Ahora, si lo cuentas, suena a chirigota”, añade. “Ojalá no se pierda todo el saber de cómo se vivía en aquella época, la cantidad de cosas interesantes que vivimos y que no se pierda una parte tan importante de nuestra historia”.
El año bisiesto se relacionaba con malas cosas, argumenta María Teresa: “En año bisiesto, hambre, mortandades y malas calamidades”, decían a menudo su madre y su suegro que cuando se acercaba un bisiesto temían que les pasara algo.
Me recuerda cómo su madre le contaba que el abuelo de Teresa le hablaba del “mal de moda” de 1918, conocido como la gripe española y que mató a más de 40 millones de personas en todo el mundo y 300.000 en España. La historia se acaba repitiendo, añade. Nada es nuevo. Mi madre decía, finaliza María Teresa, que durante el “mal de moda” no había dónde enterrar a los muertos.

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