El músico trubieco, que padece una enfermedad neurológica para la que en Asturias no había tratamiento, ha vuelto a caminar y hasta a tocar otra vez el acordeón, tras movilizar a miles de personas a través de las redes para ser trasladado a Madrid
Redacción/Trubia
«He vuelto a vivir, es como si hubiera nacido otra vez». Eduardo Moráis, el músico trubieco cuya historia conmovió a todo el país, tras sufrir un repentino deterioro neurológico que le dejó en silla de ruedas y por el que llegó a estar alimentado por sonda, ha recuperado su vida, y espera incluso poder volver a trabajar en los próximos meses. Moráis lanzó un desgarrador llamamiento en redes sociales, ya que para su enfermedad no había tratamiento en Asturias, y le denegaban el traslado a la clínica Ruber, de Madrid. Finalmente, tras una enorme movilización ciudadana, el Sespa aprobó el traslado.
Casi seis meses después, su recuperación es milagrosa: habla perfectamente, puede caminar y hasta ha vuelto a tocar el acordeón, con el que alegró a los trubiecos muchas horas de confinamiento desde su ventana, en lo peor de la pandemia. «No se sabe el origen del deterioro que sufrí, pero han tenido que volver a enseñarme a todo, han reeducado mi cerebro. Me trató un equipo multidisciplinar, con neurólogos, psicólogos, fisioterapeutas, y me hacen videollamadas todas las semanas. Me decían, tu confía, que lo que sabes está ahí, irá saliendo. Y lo he ido recuperando, ya puedo hasta volver a tocar como antes, me está volviendo todo», relata Moráis. Su diagnóstico es poco claro, ya que no se sabe el origen de la enfermedad, un «trastorno neurológico funcional» que se manifestó con un primer desmayo (lo encontraron en el vestuario de la empresa en la que trabaja, Química del Nalón) y que fue acelerándose hasta dejarlo en una situación de completa dependencia, con dos hijos pequeños y 35 años de edad. «Estoy muy agradecido a los médicos del HUCA, que siempre me dieron ánimos, y me aseguraron que en la clínica Ruber de Madrid se podía tratar mi caso, que no estaba todo perdido. Fue duro recurrir a las redes sociales para que me autorizaran el traslado, pero tenía que ir a por todas. Yo no quiero depender ni cobrar una invalidez, quiero trabajar. Y ahora estoy estupendo, he perdido el 70 por ciento de visión en un ojo, y también oído y sensibilidad en una parte del cuerpo, pero la mejora es espectacular». Moráis agradece el apoyo y el cariño que sintió de los vecinos de Trubia, y también el respaldo de su empresa, Química del Nalón. El músico hace una mención especial a Roberto Suárez, de la Asociación para la recreación histórica de Trubia y colaborador de este periódico, «ha contado conmigo para su proyecto y eso me da también fuerzas».
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