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María Cortina, cien años: «Rezo para que alguien le ponga un casco de sentido común en la cabeza a Putin»

Inicio Candamo María Cortina, cien años: «Rezo para que alguien le ponga un casco de sentido común en la cabeza a Putin»

Praviana de Repolles, con raíces en la comarca, la matriarca de cinco generaciones nos da la receta de su longevidad: «madrugar, pasear» y no renunciar «al chorizo y al tocino, al pote, pero con moderación»

María Cortina, celebrando su centenario

Manuel Jiménez/Pravia

María Cortina, Maruja, con raíces en la comarca y familiares cercanos en Candamo, acaba de cumplir 100 años. En Repollés (Pravia), oteando el valle junto al río Nalón en un alto donde descansa, nos recibe  con la frescura y jovialidad que exhibe desde que era una niña. “Eran otros tiempos muy distintos… el mundo parece loco”, reflexiona. Podría ser un ejemplo de superación para nuestras generaciones pero ella prefiere que la recordemos como una persona que salió adelante con mucho esfuerzo. Quizás esa abnegación y esa responsabilidad con el deber cumplido sea la clave para vivir 100 años a contracorriente, como nuestra entrevistada, María Cortina Rodríguez, siempre con una sonrisa que regalar a todo el mundo.

 –Felicidades Maruja . No todos los días cumplimos 100 años. 

– Gracias. Es toda una vida. 

-¿De quién se acordó el día del cumpleaños?

– Pensé… una pena muy grande. Mi marido y también mi hija…

-Un hombre de los de antes dicen por aquí…

– Cándido era una persona abierta, muy trabajadora. Fue músico en la Orquesta Yolanda, tocaba el contrabajo. Empezó haciendo madreñas aquí debajo (en el bajo de su actual vivienda). Antes fue zapatero; aprendió el oficio en Forcinas y acabó en Ensidesa, a última  hora. (Nos muestra una de sus fotos enmarcadas sosteniendo un gran salmón). Era un gran pescador, aquí los tenéis con el salmón de oro del Narcea en 1989.

– ¿Vendía arbejos, fabas, en la Vega? 

– (Intervienes u hija Mari Carmen). Nos nos deja entrar en la huerta, tiene que ser ella porque nunca está a gusto como lo hacemos los demás…

– ¡Atiza! Maruja…¿Todavía siembra y planta?

– (Risas) Sí. Me gusta seguir trabajando la tierra. Y hacerlo a mí manera…

– Mucha fame debió atajar la tierra, ¿verdad?

– Viví guerra, posguera y viví de todo. Penurias… muchas. La gente del campo teníamos, efectivamente, siempre algo de lo que tirar, la huerta, un gocho, ganado…  aún así se pasó muy mal pero con la huerta,  las patatas y verduras se quitaba la fame. 

– La figura matriarcal, sería fundamental por entonces…

– Ufff, tremendamente importante. Mi madre crió gochos, pitas. Recuerdo esa pota enorme de cocido de la que se alimentaron tantas familias en aquellos tiempos. Mi madre era una bella persona, cuando murió su padre tenia 13 años.

– ¿Cómo se saca adelante a una familia tan joven sin la figura de un padre?

– Mis hermanos ayudaban y con un bocadillo se pagaba el trabajo que hacían…

– No entiendo, ¿un bocadillo era el sueldo de sus hermanos?

– Amigo mío, por aquel entonces venir bien cenado a casa era el mejor salario…

-¿Le tocó la cartilla de racionamiento?

– Claro… éramos 7 hermanos. 3 varones y 4 mujeres

– Después de toda una vida,  reunir a toda la familia, el pasado  5 de marzo con esas pruebas de afecto, suena a culminación de  toda una vida… 

-Tengo el privilegio de disfrutar de 5 generaciones, me sentí muy querida, en la celebración del aniversario. Todo eran abrazos y muestras de cariño.

– Disculpe, ¿cinco generaciones?

-Disfruto hoy en vida de una hija, dos hermanas, una nieta, tres bisnietos,  un tararanieto…

-¿Y cuál es el secreto de llegar al centenario como usted, Maruja?

-Mantenerse activa, pasear, madrugar…

-¿Y qué come Maruja para estar tan lozana?

– (Se troncha) Chorizo y  tocino. Como de todo, con moderación.

-¿Y su plato favorito?

-El  pote de berzas.

– Un clásico…  pero en estos tiempos modernos, ¿en qué ha cambiado el mundo?

-Noto muchos cambios. Cambios raros en la sociedad.

-Disculpe otra vez… ¿a qué se refiere con cambios raros?

-En primer lugar.  Las nuevos tecnologías han acabado con todo. Es ridícula esa dependencia de las maquinitas…

– Los smartphone, ¿se refiere…?

-Sí, chocamos con las farolas por la calle por no levantar la vista.  No me gusta ver a los críos todo el día mirando las pantallas…

-Será que estamos pendientes de la actualidad… buceando por internet

-¡Y de ése que nos trae locos! 

-Vladimir Putin…

– Rezo pa’ que alguien le ponga un casco de sentido común encima de la cabeza.

-¿Teme vivir otra guerra algún día?

-Sí y es la peor experiencia que puede vivir un ser humano.

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