Quienes tuvieron que recoger el testigo de lo que sus padres y abuelos les legaron carecían de iniciativa y decidieron echar el cierre a aquellas actividades económicas que tanto lustro dieron a la Parroquia
Ángel de la Fuente
La nueva ley que regula la formación profesional hace hincapié en el carácter emprendedor, en la innovación y en la atención a las necesidades del mercado laboral; sin embargo, cuando echo la vista atrás nada de esto ha ocurrido en mi querida parroquia de nacimiento que fue dejándose morir porque quienes tuvieron que recoger el testigo de lo que sus padres y abuelos les legaron decidieron echar el cierre a aquellas actividades económicas que tanto lustre dieron a San Juan de Priorio.
El mes pasado recordaba en este periódico la importancia de las casas de huéspedes. Ni el balneario, ni aquellas fueron capaces de adaptarse a los nuevos tiempos. ¿Cómo se puede explicar que negocios de este calado hayan desaparecido? La respuesta es la falta de iniciativa que se ha extendido al resto de actividades económicas. Creo que la ocasión merece que les dedique unas líneas para que no caigan en el olvido y sobre todo para que las generaciones de nuestros hijos y nietos conozcan un poco más sus raíces. El Paseo de Pablo Iglesias acogió un mercadillo que satisfacía las necesidades más primarias de aquellas personas que se hospedaban con derecho a cocina y también fue escenarios de representaciones teatrales. La última fue Crónica y ficción del mucho mogollón del grupo de teatro Margen en los años ochenta del pasado siglo. La importancia del sector terciario se vio implementada con los salones del baile tanto en El Café Español como en La Vizcaína y la inauguración del cinematógrafo en el año 1947 que pervivió hasta el inicio de la década de los setenta. Aún recuerdo los tablones en la fachada exterior con las carteleras. Luis El Gallo, Celso y Lita gestionaron esta sala durante dos décadas. El servicio de bares tampoco anduvo mal entre los que cabe citar Benjamín El Barcu, La Glorieta de Pepe Valle, El Castellano, Casa Oscar, El Tayuelu, La Vizcaína, El Peñón, La Bodega y Casa Concha Ramona que Mino La Premaña bautizó como El Tablón. Fue famoso porque la chigrera abría las botellas de sidra haciendo fuerza con el dedo pulgar. Por si fuera poco y adelantándose a lo que algunas ahora proponen orinaba de pie detrás de la barra, de modo que la lluvia dorada iba directamente a la cuadra a través de las rendijas que había en el suelo. A esta relación había que unir las tiendas que a la vez eran pequeños bares.
Proliferaron las tiendas de ultramarinos entre las que destacaron las siguientes: José Fernández, José Ramón Martínez, Lucita Fernández, La Vizcaína que también era estanco, Norina en Casielles, Baudilio y Maruja en Priorio, Julio González y Elena en Piñera, Orfelina (frutería, legumbres, hilatura y quincalla). La comercialización de la bebida cuyo patronazgo ostenta Baco recayó en manos de Martín Carril y de su hermano Oscar. Recuerdo a Martín con su caballo El Rubio con el que recorrió los pueblos de los alrededores con un pellejo de vino. La leche se comercializó primero a través de Aurora de Etelvino que la embarcaba en Fuso de la Reina para venderla en Mieres. A partir de los años setenta Urbana, Pepita y Ramiro la recogían con un camión por los pueblos y la llevaban hasta la fábrica Mantequerías Arias. El resto del excedente solía comercializarse con los vecinos que no tenían vacas y durante los veranos se vendía a las fondas y al balneario. Otras actividades propias del sector servicios fueron las sastrerías de Manuel González maestro-cortador y de Fernando Martínez que destacaba por su prontitud y esmero en toda clase de confección para caballero. Ambos eran cuñados. Olvido en Piñera, María del Carmen en Las Caldas y algunas más tenían taller de bordado al que acudían con aquellos bastidores las jóvenes cuando finalizaban la escuela porque había que preparar el ajuar para el matrimonio. También hubo modistas. Benjamín Álvarez regentó una barbería higiénica de la que posteriormente se hizo cargo su sobrino José y Leonor López (Leo de Antón de Mariana) en casa de Oscar ejerció de peluquera. Me recordaba mucho a la peluquería de la serie Cuéntame en sus primeros episodios.
El mundo de la comunicación tuvo a Luis Rodríguez como corresponsal de La Voz de Asturias y a Remedios Álvarez durante una buena temporada como repartidora de La Nueva España los domingos a domicilio. Las comunicaciones por hilo se remontan a finales del siglo XIX con el telégrafo del que da cuenta El Correo de Asturias. Este fue desplazado por la centralita de teléfonos ubicada durante mucho tiempo en la antigua fonda La Felicidad. El envío y el reparto de la correspondencia postal corrió a cargo de Oliva y su hija Finita hasta la década de los años setenta. El transporte privado estuvo presente al contar con tres paradas de taxi: Antonio González (La Vizcaína), Antonio y Rosita, y César Menéndez. El primero con un SEAT-1500, los segundos con SEAT-124 y el último primero con un Renault 4/4 y después un Gordini.
La atención médica se la debemos a nuestro ilustre paisano don Urbano González hace casi un siglo. Uno de los primeros galenos fue don Ángel Espías que pasaba consulta en la casa de La Americana y desde principios de los sesenta la atención médica se trasladó a una de las viviendas de Moisés Álvarez en El Recreo. Hoy dispone de un edificio propio desde el año 1989. El médico trajo el practicante. Uno de los primeros fue Pedro con su vespa recorriendo este valle para poner inyecciones vía intramuscular y su mujer Toña -manceba- que se encargaba de la dispensa de las medicinas en la farmacia que aún sigue abierta. Si hubo y hay atención del cuerpo, la del alma no fue menos. Hubo cura residente en la rectoral hasta 1963. La educación fue impartida en la señeras escuelas de las que ya hemos hablado en el número correspondiente al mes de abril por varios docentes. Solamente uno fue natural de Priorio: don Luciano López.
Las actividades industriales se ciñeron a la minería a cielo abierto en las canteras mecánicas La Piñera de Salvador García que también ofrecía cal hidráulica. La industria agroalimentaria se centró en las actividades siguientes: La molienda hasta entrada la década de los años sesenta. La carnicería de Concepción Menéndez Muñiz estaba especializada en jamones y embuchados. Traspasó el negocio a Maximino Herías y su mujer. Junto a este establecimiento hubo en manos de Etelvino (El Nene) y su compañera. La producción de sifones en casa de Carmen y Cheli fue otra actividad de la que tuve conocimiento al ver la maquinaria que tenían en la planta baja de su casa. Finalmente, Josefa Menéndez explotó la panadería El Peñón. Esta tahona pasó a un local de Moisés con Celso González como responsable de la misma. Posteriormente fue adquirida por Cesáreo Díaz Carrazón que acabó trasladándola a la antigua nave de Nardo y Pura en Caces, pero con el nombre Panificadora Las Caldas. Las dependencias de la antigua panadería fueron aprovechadas para instalar un taller en el que se hacían reparaciones de automóviles a cuyo frente estuvieron Tasio y Chispa. No fue una actividad nueva porque también hubo un establecimiento de este tipo al lado del balneario -Taller mecánico Antonio-. Las artes gráficas tuvieron presencia de la mano de Alberto Martínez (+ primavera del año 2020) en el local ocupado por la panadería. Finalmente la parroquia, conoció tres carpinterías de las que aún pervive una. Ligada a la que fue la carpintería de Manuel González Naves se abrió una mueblería en el antiguo Café Español.
¿Qué actividades económicas perviven en esta parroquia? El complejo termal, La Vizcaína, El Peñón, El Recreo y el restaurante del campo de golf son los únicos establecimientos que dan vida junto con la práctica de este deporte a una parroquia envejecida. Cada vez que reflexiono sobre la suerte que ha corrido este lugar me viene a la mente lo que he escuchado a mi abuela Otilia en muchas ocasiones: “Mirabes los praos que taben frente a los de La Mortera. Enseguida se sabían los que eren de Cellagú y los de Les Caldes”. Mal que me pese, tengo que darle la razón, nada extraño ya que el marqués de La Ensenada en 1752 escribió que las tierras incultas no se trabajan por desidia y otras por naturaleza. Ahí queda eso.
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