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Soy un muermo

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Juan Carlos Avilés

Todos los años me hago el mismo propósito. A ver, chaval, tienes que enrollarte un poco, que la vida no es lo que tienes en tu cabeza de chorlito. Hay que empaparse de la emoción colectiva, relacionarse más con la peña, salir por ahí, entrar en los chigres, hablar de chorradas como todo el mundo, calentar el pico y, si me apuras, hasta ver un partidito en la tele, que eso luego aviva mucho la charla y te sientes más integrado y menos raruno. Hasta me vi un par de encuentros del Mundial, con prórrogas y todo, pero no entendía nada. Y cuando empezaba a aclararme un poco cambiaban de sitio a los equipos, y vuelta a empezar. Así que mis logros fueron escasos. Luego está la Navidad, que es lo que peor llevo. Las dichosas lucecitas, los villancicos machacones, las galas momificadas de la tele, las comidas de empresa y las cestas sin jamón, el amigo invisible, las horrendas felicitaciones online, las cabalgatas bajo la lluvia o el frío de justicia, el turrón duro, los mazapanes blandos, las flatulentas uvas, los cotillones con gorritos ridículos y melopeas patosas, el cava semiseco, tantísimos reyes magos, las colas en Doña Manolita… Pero reconozco que la lotería este año me trajo un momento dulce y revelador. Salíamos mi santa y yo de un concierto en Oviedo, y al cruzar el estanco-administración de Jovellanos nos asaltaron dos señoras apostadas en la entrada. «Pasen y llévense un decimito, que mañana va a caer aquí el Gordo». Ante semejante convicción entramos, y mientras yo adquiría el boleto mi mujer, muy suya, pidió tabaco, cuando la paisana de la puerta se abalanzó sobre ella como una posesa. «Ni se le ocurra. Cada año mueren 50.000 personas en España por fumar. No lo compre». Le pregunté si no sería la dueña del establecimiento. «Sí, pero una cosa no quita la otra». Sencillamente memorable. Así que ni chigre, ni fútbol, ni Navidad, ni leches. Descubrí que a mí lo que de verdad me va es el surrealismo premonitorio, porque, en efecto, al día siguiente tocó allí el Gordo, aunque no en mi número. El premio me lo llevé la noche anterior.

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