Lucía S. Naveros
Hay mujeres que van de casa en casa, con su coche propio, para limpiar y atender a los mayores que viven en los pueblos. Gracias a su ayuda estos vecinos y vecinas siguen con sus vidas resistiendo a los años y al geriátrico, muchos de ellos atendiendo huertas, cuidando animales y conservando sus raíces. Es un trabajo exigente, que requiere mano izquierda, empatía, fuerza física y que tiene además el añadido de la penosidad, y conlleva riesgos laborales que pueden afectar a la salud de estas mujeres. Pues les pagamos poquísimo: una trabajadora con jornada completa, de 35 horas a la semana, cobra un salario bruto anual de poco más de 13.000 euros, no llega ni a mileurista. Tras una larga huelga han conseguido una revisión salarial del 5%, pero todo esto me lleva a reflexionar sobre la escala de valores de nuestra sociedad, que paga con gusto lo innecesario y regatea lo imprescindible.
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