Jesús Fernández publica en ‘The Conversation’ un artículo sobre la desaparición de la villa medieval de Santo Adriano
L. S. N./ Santo Adriano
“Aquel día de la Baja Edad Media en el que tanto llovió, como no lo había hecho nunca (no al menos en las corta experiencia vital de las personas que habitaban el pueblo), la intensidad del aguacero provocó que en unas pocas horas el pequeño arroyo de San Romano (que prácticamente desaparecía durante el estiaje veraniego y atravesaba por su mitad a la aldea) creciese de forma repentina y endemoniada. Apenas dio tiempo a que algunos se percatasen de lo que sucedía cuando una especie de ola compuesta de fango, rocas, ramas y agua arrasó todo lo que encontró a su paso”. Así describe el arqueólogo Jesús Fernández, director del Ecomuséu La Ponte, la catástrofe que arrasó el pueblo medieval de Villanueva, cuyas excavaciones arqueológicas dirige. El medio de comunicación, que divulga contenido científico, titula el artículo: “El cambio climático en el medievo: así afectó la Pequeña Edad del Hielo algunas poblaciones”. Y es que la riada, un torrente “que alcanzó una velocidad de 3,5 m/s, produciendo una fuerza que no resistirían algunas construcciones actuales”, se enmarca en el inicio de un cambio climático registrado entre los siglos XIV-XIX. La repentina inundación causó estragos: “Así lo verificamos en nuestras excavaciones arqueológicas. Intervenimos el cono de derrubios formado por el torrente en varios lugares, donde documentamos el material sedimentario y geológico entremezclado con los restos de la aldea (tejas, mampuestos, instrumentos, etc.), los canales de inundación atravesando las viviendas, y toda una serie de indicadores muy claros de actividad hidrológica de tipo torrencial. En unos pocos minutos la aldea quedó prácticamente arrasada y, lo que es peor, sus huertas, el principal sustento de aquellas personas, quedaron complemente cubiertas con una capa espesa de sedimento estéril”. La catástrofe supuso el final de San Romano, cuyos campos se convirtieron en baldíos y acabaron en manos de terratenientes, un ejemplo de cómo los cambios climáticos, como el que sufrimos en la actualidad, pueden afectar a los que menos tienen.
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