Publicado el: 24 May 2023

¡A las urnas!

Juan Carlos Avilés

[¡Pues vaya plan!]

El español es un idioma rico en significados y acepciones. O sea, que una misma palabra o expresión puede tener distintas aplicaciones y aludir a conceptos o cosas diferentes, sólo diferenciables por el contexto de la frase o por la ortografía. El clásico ejemplo es el de vaca y baca. La primera hace referencia al cuadrúpedo herbívoro, cornúpeta y tetudo; la segunda, al artilugio situado en la techumbre del coche para trasportar toda clase de bultos y enseres, excepto vacas, claro. Pues en el terreno de la política pasa un poco lo mismo. El procedimiento para elegir a nuestros supuestos representantes en el llamado sufragio (porque lo sufragamos todos), es el voto. Mientras que a la finalidad última de dar una patada en el culo al gobierno en ejercicio se le llama también botar, pero con ‘b’ de burro (y de bota, por supuesto). Luego están las botas de vino, los botes de cerveza y hasta las botaduras de barcos, todos ligados a la priva. Y por el lado de la ‘v’, los votos religiosos, los matrimoniales e incluso los exvotos o reliquias, que se parecen a los exministros en que ambos acaban expuestos en un santuario.

Pero, por no salirnos más del tema —si es que en algún momento hemos entrado— os recuerdo que el día 28 hay que ir a votar, o a botar, según se mire. Porque, aunque la democracia sea el mejor de los males posibles, ha costado lo suyo llegar hasta aquí, aunque les pese a algunos. Y habrá que defenderla con uñas y dientes. «Como todos son iguales, por lo menos que ganen los míos», dice la voz popular. No te engañes, compañero. Ni son todos iguales, ni los tuyos son los tuyos, sino más bien los de ellos. Pero aún así hay que arrimar el hombro, y con criterio, no con interés cicatero; con voluntad de futuro, no con nostalgia de pasado; con esperanza, no con rancio y estéril escepticismo. No será el más nítido de los horizontes ni de las ofertas, pero es lo que hay y, sobre todo, lo que hemos querido. Siempre y cuando sepamos realmente lo que queremos. Pero esa es otra historia.

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La Voz del Trubia