Amanecer de la primavera

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Manuel García Linares

La Asturias labradora, la Asturias cosechera / que llena de mazorcas el hórreo y la panera/ y bebe en sus lagares la sidra del tonel.

Dónde queda ya esta Asturias de Alfonso Camín. Ahora nos queda la Asturias que pide ser recuperada y la esperanza está en la necesidad, porque es difícil aguantar mucho tiempo con una simple política de “tambor y gaita”. Ambos instrumentos son ideales para amenizar una celebración y ésta, por lo general, se hacía para conmemorar la recolección de la cosecha… pero,¡si no hay cosecha! ¿qué celebramos? En abril, aguas mil, al entrar y no al salir. Ahora hasta los refranes se quedan alterados por los cambios climáticos. Ya nada es lo que era, por ello los ciclos estacionales padecen las alteraciones, al igual que los pueblos. La esperanza está en que una vez muerto el espíritu de laboriosidad, llegue un nuevo renacer al igual que las semillas tienen que morir para germinar de nuevo, dando brotes verdes en el nuevo amanecer de la primavera, una nueva vida tras la muerte. Los pueblos se mueren pero renacerán con la necesidad como ha ocurrido en el pasado… aunque esto no sea inmediato.

En la época de la miseria y la escasez de la posguerra las gentes de la ciudad se iban a los pueblos porque en ellos se podía comer, mientras que en una ciudad las gentes pasaban necesidad. Transcurrido el tiempo, las capitales o grandes núcleos fueron creciendo en torno a los polos de desarrollo, ahora polígonos, y a estos núcleos se fueron yendo los vecinos de los pueblos para aprovechar las nuevas oportunidades laborales, abandonando así la “ruralidad”. Pero, de nuevo, la globalización está creando grandes núcleos de miseria en las grandes urbes, mientras seguimos marginando los núcleos rurales. Éstos, no son rentables políticamente por eso se abandonan en servicios y comunicaciones, para que se vacíen más rápidamente y me preguntó, ¿hasta cuándo?

Vuelve el amanecer de la primavera, espero que surjan nuevos brotes de esperanza

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