Mil años del monasterio de Cornellana

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Ángel de la Fuente

El final del mes de las flores coincide con un milenio de historia en torno al emblemático monasterio de San Salvador de Cornellana, una flor que brilla junto con otras de igual envergadura en el extenso ayuntamiento de Salas conocido también como la Puerta del Occidente. No pretendo hacer una reflexión histórica, pues dentro del vasto programa de actos ilustres y reconocidos historiadores han contribuido a divulgar los entresijos de este complejo monacal que se levanta en un tierra con presencia humana mucho antes de su fundación en el siglo XI (1024). El 31 de mayo de 1999 tuve la oportunidad de asistir al novecientos setenta y cinco aniversario de la fundación de este cenobio. Fue una celebración religiosa presidida por el obispo auxiliar de Oviedo, don Atilano Rodríguez, junto con una docena de sacerdotes entre los que se encontraba don Rafael Somoano, deán de la catedral de Oviedo y don Ceferino Díaz, párroco de San Juan de Cornellana. La misa fue cantada por el grupo coral Melisma. Veinticinco años después esta tierra celebra el primer milenio de vida religiosa en esta tierra y el monasterio pese a soportar toda una serie de intervenciones con mayor o menor acierto según se mire ahí sigue y espero que esta vez se acierte con lo que el destino le pueda deparar.

Siento por este edificio aprecio. Mis tres lustros en el instituto de Salas me permitieron conocer un poco su historia. El exiguo número de alumnos que cursaban la asignatura de Historia del Arte en el bachillerato me facilitaba explicar el monasterio medieval y la introducción a la estética románica in situ porque una imagen vale más que mil palabras. Allí los alumnos se acercaban al topónimo, al emplazamiento, porque la elección de este lugar no fue por casualidad. La abundancia de agua, las fértiles vegas, los frondosos bosques, la encrucijada de caminos y el desarrollo del Camino Primitivo fueron lo que podríamos llamar factores de localización histórica para levantar esta edificación aquí y no en otro paraje. También las naves de su iglesia, ahora parroquia de San Juan Bautista, acogieron durante varios años el acto académico con el que el instituto despedía al alumnado que finalizaba sus estudios de bachillerato y formación profesional en el instituto salense. El marco es incomparable y el claustro acogía una vez finalizada la programación académica al profesorado, alumnado, familias, autoridades e invitados como cierre de una jornada entrañable y emotiva.

Fin de la vida monástica

El fin de la vida monástica, la presencia de tropas francesas, la desamortización, la actividad ligada a la fabricación de manteca, el paso a manos del obispado, la declaración de monumento nacional, la contienda civil y la intervención de Luis Menéndez Pidal fueron una serie de hechos que no consiguieron frenar el evidente abandono del que dan buen cuenta titulares de prensa: “Salas reivindica un plan para frenar el deterioro del monasterio de Cornellana”, “El doloroso abandono de los monasterios del occidente asturiano” , “Las joyas en ruinas del Camino”. El paso de los años en este emblemático edificio ha ido transcurriendo al compás de las aguas del Nonaya y del Narcea que lo rodean por el norte y por el sur, pero nunca hubo un proyecto serio para recuperarlo. Pensar en instaurar de nuevo la vida monástica no tenía ni tiene mucho sentido, porque la escasez de vocaciones es una realidad contra la que poco se puede hacer y ahí tenemos el ejemplo de Valdediós que a duras penas va acogiendo a varias congregaciones: el Císter, la Comunidad de San Juan, Carmelitas Samaritanas del Corazón de Jesús y recientemente la Comunidad de la Presencia del Señor.

El veterano político asturiano Juan Luis Rodríguez-Vigil lanzó la idea de trasladar desde el monasterio de San Pelayo el Archivo Histórico Provincial a Cornellana. Fue una idea que causó cierto revuelo del que se hizo eco la prensa con el titular: “Estupor por el anuncio de Vigil de llevar el archivo histórico a Cornellana”. Quizás a Vigil le dio la idea aquella frase “Eruditis inter-sum” que aún se conserva pintada sobre lo que sería el scriptorium y que hacía referencia a la dependencia en la que se ubicaba el conocimiento, pero en aquellos años el viaje entre Oviedo y Cornellana suponía invertir a cuarenta y cinco minutos por lo que dificultaba bastante hacer realidad ese proyecto, amén de una actuación de envergadura para la salvaguardar la conservación de los documentos que se custodiarían entre estos muros.

Un posible destino y con ello no pretendo entrar en polémica pudo haber sido educativo. Es una idea que se fue forjando a lo largo de mi estancia en esta tierra que tan bien me acogió y que tanto valoró la gestión que aquel grupo de jóvenes docentes hizo en pro de la educación pública. ¿Por qué no se aprovecharon las dependencias del monasterio para construir el instituto en el año 1969? Sé que esta propuesta puede generar controversia porque Salas no ha superado la herencia medieval de la organización del territorio. El período que coincide con la Década Ominosa (1827) es el momento en el que los antiguos cotos de Lavio, Soto de los Infantes y Cornellana se integran en el concejo de Salas, pero aquella decisión que tendría su continuación en la posterior división provincial de nuestro país (1833) cuesta aún admitirla. El tema da para una interesante sobremesa. Esta realidad la hemos vivido en el año 2010 cuando una alumna se negó a ir al acto académico de final de bachillerato porque se celebraba en Cornellana este año. Al final fue. Tal era la situación que desde que inauguramos este acto en 1997 un año se hacía en la colegiata de Salas y otro en el monasterio de Cornellana. No creo que hubiese sido descabellado aprovechar el vetusto monasterio para transformarlo en un centro educativo, entonces de enseñanzas medias, pero el municipio de Salas no estaba preparado para una decisión de un gran calado como esta, igual que cuando se despide a Santos Barinaga en La Regenta: “(…) pero Vetusta no estaba preparada para un verdadero entierro civil”. Si esta opción no cabía, sería el sitio idóneo para acoger el colegio de Cornellana.

Una actuación interesante podría ser la ubicación de un centro de interpretación del Camino Primitivo. No es una novedad. La localidad de Potes (Cantabria) cuenta con el Centro de visitantes del Parque Nacional de Picos de Europa Sotama. Aquí los alumnos y turistas pueden reproducir las imágenes del Beato de Liébana junto con otro tipo de actividades relacionadas con el paisaje -relieve, clima, vegetación- y las construcciones que se distribuyen por el entorno. La actuación en este conjunto arquitectónico tiene que ser profunda y abierta a diferentes propuestas que se complementarían entre sí. El Camino es un recurso turístico y a la vez educativo, proporciona información abundante para elaborar situaciones de aprendizaje adaptadas tanto a la educación primaria como a la secundaria. Dentro de este orden de cosas también podría acoger el variado y rico patrimonio artístico repartido por iglesias, capillas y ermitas del concejo en lo que podría ser una muestra de arte sacro que completaría la que ofrece Tineos. Si esto se hiciese realidad implicaría contar con un taller de restauración. Además, podría acoger la sede de una organización a modo de círculo cultural que tendría un amplio abanico de actividades: cursos de verano, conferencias, conciertos, música tradicional, pesca… Mi deseo es que quienes tienen la responsabilidad de decidir el destino del monasterio de Cornellana sean reconocidos por su buen hacer dentro de otros mil años y que los que hoy asistimos a esta efeméride podamos unirnos a ese elogio desde la dimensión de la eternidad.

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