
[La Mosconera]
L’osu, el mélicu, el diablu, la dama, el cura, los maragatos, el ceniceiru…. son algunos de los personajes que conforman la mazcarada moscona de los Aguilandeiros de San Xuan de Villapañada. Cada quien tiene sus motivos para empatizar con unos u otros, probablemente dependiendo del componente satírico, festivo, identitario… que ese o esos intérpretes traviesos y burlones, ataviados con máscaras, ropajes simbólicos y actitudes transgresoras genere en el sentir del público.
En mi caso admito que todo lo que provenga de una tradición pagana me genera un interés especial, por el hecho de que no pertenezca a ningún monoteísmo conocido y en el que un ente superior gusta de mandarlo todo por encima de cualquier otra propuesta divina, o que esté vinculada a la Madre Naturaleza o al pluralismo espiritual. Pero eso son disquisiciones que por mucho que puedan sustentar un interés intelectual, acto de fe o simple acomodo vital ante la complejidad del universo, probablemente desvíen la atención de lo que en el fondo quiero proponer con este artículo.
La recuperación de esta tradición, hace ya una década, se sustenta en el trabajo constante y abnegado de Ramsés Illesies y Xosé Ambás que, dentro del marco del Archivo de la Tradición Oral d’Ambás (ATOAM), encontraron los últimos testimonios vivos de los que aún guardaban recuerdos de cuando eran niños, en lo referente a una celebración muy especial en la que por el tiempo de la navidad se salía a pedir “l’aguilandu” por los pueblos de la parroquia.
Una vez hecha la investigación, el siguiente paso fue —con la ayuda de los vecinos de la parroquia y del grupo “Xeitu”, que confeccionó la vestimenta y aportó material humano— recuperar la tradición. En palabras de Xosé Ambás: “lo que fiximos foi rescatar ya dar vida a una mazcarada del ciclu d’iviernu del patrimoniu inmaterial ya material asturianu; porque yá mui diferente recopilar que resucitar una tradición perdida fae 80 años. La parroquia recuperó una seña d’identidá que da vida a los vecinos ya a un mundu rural asturianu murnio ya atristayáu qu’un día al añu rise, salta, blinca ya da l’aguilandu”.
Coincido plenamente con Ambás cuando dice que “gracias a la recuperación de la mazcarada vien muncha xente a la parroquia ya’l conceyu”.
En efecto vienen turistas e investigadores, además de fotógrafos relevantes que retratan, documentan y publican un material en el que aparecen los nombres de Villapañada y Grau.
“La recuperación d’esta tradición púnxonos nel mapa de las mazcaradas a nivel asturianu, peninsular ya europeo”, remata Ambás cuando se-y entruga pol tema.
En base a estas breves —que no faltas de enjundia— cuestiones que acabo de exponer y la gran cantidad de información con la que se podría elaborar un potente dosier, ¿no sería más que justificado que el Moscón de Oro Local se le otorgase este año a los Aguilandeiros?
Y aún me atrevo a plantear par de cosas más.
La primera para el Ayuntamiento. ¿Estaría dispuesto a solicitar la declaración de Patrimonio Inmaterial Asturianu para los Aguiladeiros?
Y ya la última para los propios aguilandeiros. ¿Sería pertinente, para darles más visibilidad, que la mazcarada se representase un domingo de mercáu en la villa de Grau/Grao/Grado?
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