‘Paño de lágrimas’, de 1909, es una novela de José García Velarde ambientada en el concejo que bien merece una reedición


Prof. Lengua y Literatura
‘Paño de lágrimas’ es una novela corta ambientada en la villa de Salas, Asturias, por los años mil ochocientos cuarenta y pico; finalizada en 1909 y publicada por Biblioteca Patria. Su autor, D. José García Velarde, era hijo de D. Atanasio García Pozal, alcalde de Salas a finales del s. XIX, al que el autor le dedica su obra. Prologada por D. Luis Martínez Kleiser , escritor, paremiólogo y académico de la Real Academia de la Lengua Española desde 1944 hasta 1971, entre otros cargos. Ambos parecen estar ligados al entorno de Salas: D. Luis Martínez Kleiser fue candidato conservador por el distrito de Cangas de Tineo en 1914.
El nombre con que aparece la ubicación de esta historia no es, sin embargo, Salas; sino que es Río Manso. Esta invención es característica de la literatura de la época en que fue escrita la narración, como Vetusta en ‘La Regenta’ de Clarín, que representa a Oviedo; o Marineda, o Estela de Dña. E. Pardo Bazán; Villabermeja de J. Valera, Orbajosa de Galdós, Coteruco de J.Mª Pereda…
La descripción inicial de la novela ya representa inequívocamente la llegada a Salas desde Casazorrina. Y dentro de la misma villa aparecen sus monumentos históricos, así como también su entorno, con topónimos también cambiados, pero que léxica o fonéticamente recuerdan a nombres reales del lugar (Rebollón, Pontonín, Aguasclaras, Zarzamonte…) Las descripciones del palacio, la torre y la colegiata de Salas, además, detalladas con precisión técnica y erudita, no dejan lugar a dudas sobre el emplazamiento narrativo. “Resulta hermoso, en verano sobre todo, aquel trozo de carretera que, hacia arriba, parte desde el poco poblado, pero alegre caserío de Aguasclaras. Es una recta de dos kilómetros, ligera pendiente sin ondulaciones, festoneada por flexibles álamos, cuyas copas al juntarse en lo alto, suavemente mecidas por la brisa, producen el efecto de la interrumpida sonora bóveda de hojarasca, vislumbrándose en su lejana oquedad las primeras blanquísimas casas, centinelas avanzadas de Río Manso, histórica villa, cabeza de su concejo. La circunstancia de ser esta la más importante arteria por donde, casi en continuo ajetreo, se pone en comunicación la capital con todo el occidente de su provincia…” (Pág. 1)
“…Es el palacio un caserón inmenso, de pequeñas y escasas ventanas que adornan su fachada principal, dejando ver su puerta de medio punto un zaguán…Véase en el chaflán que mira a la plaza pública un balcón saliente de hierro y otras dos grandes ventanas, huecos de construcción inarmónica muy posterior a la general del edificio…. A la derecha, mirando desde la plaza, yérguese el solitario castillo roquero, prisma cuadrangular, cuya roñosa mole permite la luz en sus cinco pisos solo por estrechísimas y escasas saeteras…. Hace de nexo entre palacio y torre un puente de arco, igualmente de piedra…” (Págs. 4-6).
La historia narrada pudo ser real, desde luego resulta verosímil, tratándose de aquella época y siendo relatada con una particular visión que apunta a una finalidad moralizante. El haber inventado la toponimia de la ubicación de la historia es, como dice Dña. Emilia Pardo Bazán “un privilegio concedido al novelista de crearse un mundo suyo propio que permite más libre inventiva y no se opone a que los elementos todos del microcosmos estén tomados, como es debido, de la realidad”, o dicho más llanamente por la misma autora “la invención de un espacio propio le permitía inspirarse en la realidad y, a la vez, dar rienda suelta a su libertad creadora”. Yo creo que además de la fabulación de la realidad es la manera de no testimoniar o denunciar asuntos escabrosos o simplemente no difamar gratuitamente a algunas personas o personajes que intervienen en el microcosmos escénico. Y, por los mismos motivos, también deben de estar alteradas las denominaciones de las personas nombradas, por ejemplo los Gomar Fernán Garci-Gutiérrez, los dueños del palacio y castillo de Gomar, y de la colegiata, que solo aparecen nombrados por esa “posesión desafortunada para el pueblo”; o los mismos personajes, protagonistas o secundarios. En todo caso, su caracterización está muy lograda por los actos o palabras de sus intervenciones; e igualmente las descripciones de estos son muy elocuentes, como lo son los motes con que aparecen algunos de los principales (Porgatorio, Metrín, D. Tieso…). Su argumento trata de una triste historia que refleja la miseria física, la mentalidad despiadada y sin alma de un pueblo, a través de algunos personajes, frente a la candidez e inmensa honestidad y caridad que, aun en la mayor de las adversidades y calamidades vitales, reflejan algunos protagonistas. El hilo conductor es realmente intrigante, un hecho tan trascendente que preocupa y tiene en vilo a todo el vecindario, el posible regreso a la villa de una joven “descarriada”. El lenguaje utilizado llama la atención, además de por la abundancia de figuras retóricas de todo tipo, por su gran riqueza léxica, con muchos cultismos, arcaísmos y tecnicismos. Y, por otra parte, aparecen en boca de algunos personajes, expresiones típicas asturianas, giros e interjecciones breves que contribuyen a su caracterización física y mental.
Novela descatalogada
Lo malo de esta novela es que está descatalogada desde hace mucho tiempo. Yo estoy celebrando haberla adquirido ahora, aunque un poco descuajeringadita, después de cuarenta años. Este libro lo conocí en alguna biblioteca, que no recuerdo, y solo me dio tiempo a leer el principio, quizás los dos primeros capítulos, que me fueron suficientes para identificar a mi pueblo. Por eso traté de adquirirla, lo que entonces me fue imposible, pese a haberla buscado y rebuscado por muchas librerías; pero conservé una ficha suya, de esas de cartón que usábamos antes, con un escueto “ambientada en Salas, a mediados del s XIX”, que literalmente me cayó entre las manos cuando intentaba encajar más libros en una estantería de mi casa. Y, qué paradojas tiene la vida, al acudir a internet, simplemente tecleando el título, se me ofreció a la venta un ejemplar. En un plisplás conseguí la novela y, por fin, pude concluir su lectura. Es una edición de bolsillo, y existe otra con mejor encuadernación que incluye otras dos novelas cortas, de diferentes autores. No estoy descubriendo nada con esta reseña, simplemente quiero recordar la existencia de esta novela y ojalá le interesara reeditarla a alguien o a alguna institución; merece la pena, cuanto menos por ser una muestra de un tipo de novela breve, de principios del siglo XIX, que refleja la realidad de un pueblo a mediados del S XIX, sus costumbres y la mentalidad de su gente; y, además, porque cuenta y nos recuerda aspectos y hechos curiosos de nuestro pasado de la villa de Salas . Desde luego, me resulta sorprendente que la biblioteca de Salas, D. Juan Velarde Fuertes no disponga de ningún ejemplar, si hasta esta persona que le da su nombre pudo tener algún parentesco con el autor, D. José García Velarde, ¡Cómo va a desaparecer sin pena ni gloria alguna!
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