[Editorial] Tarde, mal y nunca

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La desaparición esta semana de los últimos vestigios importantes del Castillo de Alba de Quirós al mismo tiempo que el BOPA anunciaba que iba a incluir este elemento patrimonial en el Inventario de Bienes Culturales de Asturias, demuestra hasta que punto la Administración regional es lenta e ineficaz para lo que no le interesa. Y el patrimonio cultural, histórico, artístico, nunca ha interesado ni a este gobierno ni a sus precedentes en el Principado.

Bien es cierto que hay cosas más prioritarias y que dan más votos, como el empleo, la vivienda, la educación la sanidad. Pero de ahí a descuidar con absoluta negligencia nuestro patrimonio hay un término medio. El castillo de Alba de Quirós era, además de una hermosa ruina, huella del pasado altomedieval asturiano, un signo de identidad de un concejo y de un valle. El escudo de Quirós lleva en uno de sus cuarteles este castillo, mandado construir en los primeros años del reino de Asturias, baluarte inexpugnable durante siglos. Ni moros, ni mesnadas, ni franceses ni guerras civiles pudieron destruir esta fortaleza.  Tan solo la negligencia y la desidia burocrática acabaron de hacer el trabajo que no pudieron llevar a cabo catapultas ni bombas. Un taller de empleo, un equipo de estudiantes de arqueología, una estaferia… hubieran servido para salvarlo. El pasado verano los restos románicos de la ermita de Pirueño (también en Quirós), gracias a la colaboración de la Politécnica de Madrid y del Ayuntamiento se limpiaron y adecentaron. Se había barajado hacer lo mismo con el castillo de Alba, pero dificultades en los accesos para los estudiantes y el estar en manos privadas impidieron que finalmente se eligiera este monumento para su limpieza y cuidado. Ahora ya es tarde pero es necesario que casos como este sirvan para mostrar a los poderes públicos y a los vecinos que no se debe permitir el abandono de nuestra herencia cultural. Un pueblo que desprecia su legado histórico es un pueblo sin identidad. El desmoronamiento definitivo del arco apuntado y de parte del muro de este castillo se podía haber evitado con muy poco dinero y algo de interés. En cualquier país europeo algo así no hubiera ocurrido, no se hubiera permitido. También la conservación del patrimonio cultural es exponente de un pueblo civilizado y avanzado que se respeta a sí  mismo.

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