Los Moscones de Oro convierten a Grado en «municipio universal»

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La entrega de los premios a la filóloga Beatriz Arias y al físico Pablo Alonso fue un acto entrañable en el que brilló el amor a la investigación
El consejero de Presidencia Guillermo Martínez dice que personas como los premiados son posibles por un sistema educativo de calidad como el asturiano
El presidente de la Asociación de Amigos de Grado pide en la ceremonia al representante del gobierno asturiano ayuda para construir el auditorio

Fernando Romero / Grado

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Los dos premiados

Alfombra roja y protocolo no impidieron que el acto de la entrega de los Moscones de Oro 2016 fuera una ceremonia entrañable y hasta familiar, en donde se destacó la importancia de la investigación y la cultura para elevar a los pueblos y en donde Grado tendió puentes a México, tierra que siempre acogió con hospitalidad a los emigrantes asturianos. Hizo de maestro de ceremonia el cronista oficial y bibliotecario de la villa, Gustavo Adolfo Fernández, columnista de LA VOZ DEL CUBIA y todo comenzó con un minuto de silencio por el trágico fallecimiento del doctor Francisco Crego, hijo adopotivo de Grado y Moscón de Oro 2008.

El lugar, la capilla de los Dolores, un marco incomparable  para un acto de este tipo. Este pequeño templo, mandado construir por el marqués de Valdecarzana, es probablemente el ejemplo del mejor barroco asturiano y, desde luego, contribuyó mucho a la solemnidad de la ceremonia que presidía el alcalde de Grado, José Luis Trabanco, sentado en una antigua silla de madera tapizada sobre cuyo respaldo se veía un antiguo blasón republicano grabado. A su derecha, el consejero de Presidencia Guillermo Martínez y a su izquierda el presidente de la Asociación de Amigos de Grado Claudio Menéndez de la Riera. Los dos galardonados, el físico Pablo Alonso y la filóloga mexicana Beatriz Arias, se situaban sentados a la derecha, delante de las banderas de Grado, Asturias, España y México.

Elías Fernández, secretario de la Asociación que organiza los premios, leyó entonces las actas de designación de los galardonados y luego Claudio Menéndez de la Riera agradeció a todos su asistencia y la contribución a que los premios fueran, un año más, una realidad. El formato protocolario no impidió que De la Riera aprovechara la presencia de Guillermo Martínez para recordarle que Grado aún necesitaba un Auditorio.

El consejero, en clave de broma y encajando bien la reivindicación del presidente de la Asociación de Amigos de Grado, mencionó como una de las características principales de Claudio su «insistencialismo» . Luego valoró la importancia de estos premios «porque son iniciativa de la ciudadanía» y respecto a los premiados dijo que eran «el testimonio vivo de la calidad de nuestra educación que nunca debe ser sacrificada». También habló de la importancia de las relaciones de Asturias con México y dijo que Grado con estos premios se había convertido en un «municipio universal», felicitando a los promotores por la «buena organización» de estos galardones.

El rector de la Universidad de Oviedo Santiago García valoró que los dos premiados tengan relación con dos Universidades lejanas en la distancia pero unidas por el amor a la investigación. «Estos premios representan el espíritu de la sociedad civil moscona que valora hechos, actitudes y, en definitiva la mejora de la sociedad de Grado». De Pablo Alonso el rector recordó que había recibido la mayor distinción que puede recibir un investigador, la European Research Council «y realiza su trabajo desde Oviedo, lo que nos enorgullece».

De Beatriz Arias, mexicana con orígenes en Sama de Grado, Santiago García  destacó sus trabajos para investigar el castellano colonial «y es un magnífico ejemplo del espíritu universal y académico. El rector utilizó una bella metáfora sobre las hojas y las semillas del arce «dos semillas como los premiados, semillas del conocimiento que prenderán para que otros sigan su mismo camino».

Intervino también el académico de la Lengua, el asturiano Salvador Gutiérrez, que fue antiguo profesor de Beatriz Arias. «Estos premios -dijo- consagran la importancia de la investigación, el trabajo silencioso  de los investigadores».

Le correspondió al sobrino de la premiada, Alejandro Torres Arias, glosar su figura. De ella dijo que Asturias era su segunda patria y que le había forjado el carácter. «Casi todos los años viene a Sama, aquí comenzó a estudiar su doctorado». Para su sobrino Beatriz Arias «es un alma joven, generosa y luchadora y más allá de todos sus premios es una persona que nos ha dejado huella a todos los que la conocemos, también a sus alumnos y por eso estamos muy orgullosos y contentos de ella».

La encargada de glosar la figura de Pablo Alonso era la periodista moscona Paula Tamargo, que disculpó su ausencia por motivos laborales. Le sustituyó Gustavo Adolfo Martínez para quien el premiado es una persona «noble, sincera y comprometida que nunca habla de sí mismo sino de lo que le rodea». Destacó que su personalidad y amor a la ciencia le vino dada por sus padres Gerardo y Mirta «dos maestros que despertaron en él el interés por muchas cosas». También recordó a sus abuelos, que le enseñaron el valor del esfuerzo y el trabajo» pero lo que más destacó fue que Pablo Alonso siempre quisiera trabajar en su tierra «por su compromiso con Asturias».

Muy emocionada

Le tocó finalmente el turno a los premiados. Comenzó Beatriz Arias, muy emocionada y a punto de llorar, para quien éste es un premio a su familia «y aunque siempre viví en México, lo hice sintiendo la presencia de Asturias». Esta filóloga, estudiosa del Quijote, recurrió a un pasaje del mismo para destacar la importancia de la humildad: «estoy orgullosa de mi linaje, gente de bien» e hizo un repaso por todas las personas de su familia que le fueron dejando huella y de sus difíciles circunstancias como la guerra, la represión o el exilio (su padre era un maestro que tuvo que exiliarse por sus ideas de izquierda). También se mostró orgullosa de los orígenes humildes de sus antepasados, dedicando una parte importante de su discurso a destacar los valores de cada uno de ellos. Beatriz Arias finalizó su intervención en lengua asturiana acabando con un Puxa Asturies y Viva México.

Pablo Alonso, visiblemente nervioso (luego confesó a La Voz del Cubia que el reto era grande porque estaba toda su familia escuchándole) hizo un encendida y valiente defensa del conocimiento e instó a los ciudadanía a cambiar las cosas para que los políticos no pongan límites a la investigación. Se mostró feliz por el premio y dijo que la sociedad «solo mejora si se le da valor al conocimiento». Destacó que el trabajo de un investigador es eminentemente en equipo, por lo que hizo mención de todos los que le acompañan en sus labores científicas. Tuvo palabras de agradecimiento para sus padres y abuelos «esas generaciones que hicieron que, a pesar de lo que sufrieron, nosotros tuviéramos la oportunidad de estudiar» y mostró su pesar porque gran parte de esa generación, tras concluir brillantemente sus estudios «está fuera de España trabajando» lo que achaca a la «ignorancia de la clase política, lo que demuestra que los gobernantes no están a la altura de los ciudadanos».

El cónsul de México en Asturias Jesús Gutiérrez también tuvo una breve intervención para destacar la importancia del mecenazgo y felicitar a los premiados. Cerró la ceremonia  el alcalde Grado José Luis Trabanco, quien destacó que esta edición de los premios conjugaba a la perfección el mundo de las ciencias y las letras. Habló del brillante currículum de ambos galardonados y desde el Ayuntamiento ofreció toda la ayuda que sea posible. De Pablo destacó que siempre quisiera regresar a Asturias y le agradeció que haga «que el grafeno nos resulte familiar». También le dio las gracias por haber aceptado ser pregonero de las últimas fiestas de Santiago y Santana y le calificó de «auténtico embajador moscón».  De ambos premiados dijo que engrandecían al municipio.

Por último recordó que estos premios son un ejemplo de la gran importancia del movimiento asociativo de Grado que trabaja por diversas causas de manera altruista e hizo una defensa de la lucha por el bienestar de los ciudadanos por encima de los partidos políticos. «No debemos repetir los errores del pasado y para ello tenemos que recurrir al diálogo y al respeto, unir esfuerzos trabajando desde la verdad, lo que nos hará mejores personas».

La ceremonia finalizó con una aplaudida actuación del Ochote de Mieres y como broche todos los asistentes entonaron un emotivo himno de Asturias, despidiendo así una nueva edición de los Moscones de Oro.

 

 

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