El coronel responsable de la Fábrica de Armas en 1936 fue leal a la República, aunque los comunistas le acusaron de simpatías por los golpistas, que le fusilaron en 1937
F. Romero / Trubia
Quizás la etapa menos conocida de la fábrica de armas es la relativa a la Guerra Civil, que en Asturias duró hasta octubre de 1937. Una de las historiadoras que más han profundizado sobre esta etapa es Carmen García, experta en Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo. Sus dos principales estudios sobre este momento histórico son El Consejo de guerra sumarísimo contra el coronel de Artillería José Franco Mussió y los oficiales de la fábrica de cañones de Trubia, publicado en la Revista Universitaria de Historia Militar y ¿Desenmascarando traidores o persiguiendo a leales? El papel del PCE en el juicio del coronel director de la fábrica de Trubia José Franco Mussió. El primer Consejo de guerra tras la rendición tuvo lugar en noviembre de 1937 y se celebró contra los mandos y oficiales de la fábrica de cañones de Trubia que no se habían sumado al levantamiento encabezado por el coronel Aranda en Oviedo. El proceso judicial fue rápido, acusados de un delito continuado de traición a la patria, fueron condenados a muerte y fusilados al amanecer del 14 de noviembre. Explica Carmen García que el coronel José Franco Mussió era un militar de brillante trayectoria profesional «que asumió personalmente toda la responsabilidad, pretendiendo exculpar a sus subordinados, cuya única “debilidad” había sido la de no abandonar a su coronel». Así, señala que una vez cercado Oviedo, «no pudieron incorporarse al movimiento de Aranda, como hubiera sido su deseo» ya que sus oficiales eran todos derechistas, «o cuando más, indiferentes, y su continuada labor de sabotaje contribuyó, según alegaban en su defensa algunos oficiales, a precipitar la derrota republicana». El 21 de octubre de 1937 el coronel Franco Mussió rendía Gijón a los vencedores después de haber decidido no huir, aun cuando había tenido ocasión de embarcar en el buque María del Carmen junto a su esposa e hijo. Con inusitada rapidez, apenas había transcurrido una semana, el 29 de octubre, a las 10 de la mañana, se constituía el juzgado en el Hospital Militar de las Salesas de Oviedo para juzgarle y condenarle a muerte. El coronel Franco había prestado servicio en la fábrica de Trubia desde 1903, en Comisión de servicio, encargado de los laboratorios químico y mecánico y talleres de fundición de acero y prensa y otras tareas técnicas. En 1907 obtuvo destino definitivamente en Trubia y logró la cruz de 1ª clase de Industria Militar. El 1 de mayo de 1935 fue nombrado director de la fábrica de cañones de Trubia y comandante mayor de la plaza de Trubia. Relata la historiadora que en su hoja de servicios referida al año 1936 se anota escuetamente; «En Trubia permaneció sin adherirse al Movimiento Nacional salvador de España, iniciado el 20 de julio en todo el territorio». Franco reconoció durante el juicio que en ningún momento supo de los propósitos de Aranda quien le dijo el mismo 19 de julio que no se alteraría el orden y prometiéndole el envío de 150 guardias civiles a fin de reforzar la seguridad de la fábrica en previsión de posibles disturbios. Sin embargo, a primera hora de la tarde Aranda le ordena trasladar a todos los guardias civiles de Trubia a Oviedo. Franco le contesta que no tendría entonces suficientes hombres para defender la fábrica, a lo que Aranda le replica que entonces mande a todos los oficiales y a sus familias a la capital y quedase él solo en la fábrica para llevar a cabo un osado plan que consistía en destruir toda la instalación eléctrica de la factoría con sus 50.000 voltios. Reunió a los oficiales y estos se negaron a abandonarle, a pesar de sus simpatías por los rebeldes. Además Franco Mussió informo en el juicio que no se pudo volar el sistema eléctrico porque carecían de explosivos. En su testimonio en el juicio el ya general Aranda denunciaba la actitud de Franco tras conocer que Oviedo se sumaba al golpe militar. Le acusó de incumplir todas las órdenes que le había dado. De esta manera la fábrica de Trubia se mantuvo leal al gobierno republicano. La actitud de Franco Mussió, uno de los pocos oficiales profesionales que se había mantenido fiel a la República en Asturias, hizo que el gobierno de Madrid le nombrase comandante de todas las milicias. No duró mucho tiempo, pues desde las filas republicanas (especialmente desde el PCE) muchos le acusaban de ser un simpatizante de los rebeldes. Éstos, sin embargo, demostraron posteriormente sus «simpatías» fusilándolo. Arrestado por los republicanos En la primavera de 1937 el coronel Franco llegó ser arrestado por las autoridades republicanas y juzgado por estos motivos, aunque finalmente sería absuelto de todas las acusaciones. Entre 1936 y 1937 la fábrica mantuvo la producción de armas y municiones, no sin dificultades por el aislamiento de la región. Durante este tiempo Franco Mussió también ocupó diversos mandos militares y puestos administrativos en Asturias. En los días finales de la Guerra en Asturias, cuando las fuerzas franquistas se acercaban a la fábrica de Trubia, Franco Mussió negocia la entrega intacta de la fábrica y su rendición, desobedeciendo la orden del gobierno republicano de destruirla. El 21 de octubre, a las seis de la tarde hacía también entrega de toda Asturias al coronel Camilo Alonso y queda arrestado «bajo palabra de honor en su domicilio». Sus oficiales, dijo en el juicio, «no han hecho nada deshonroso. Valen muchísimo y sin exclusión, sus tendencias y formación moral son antimarxistas. Y en cuanto a los obreros de la fábrica, como todo obrero campesino, habían de ser considerados apolíticos».
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