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El palacete del mecenas

Inicio Salas El palacete del mecenas

En Mallecina se alza el palacete de José Rubio, una construcción de estilo ecléctico con detalles modernistas, un edificio de notable belleza que podría albergar un magnífico hotel

El palacio de José Rubio en Mallecina

Javier F. Granda / Salas

Los aproximadamente 550 metros de altitud a los que se encuentra Mallecina (Salas) permiten cuando el sol barre las brumas contemplar unas vistas únicas si ha nevado sobre los montes de Somiedo, las Ubiñas y una amplia franja de la cordillera. Pero aun sin nieve el horizonte es de una belleza prístina. Y no es solo la cordillera lo que se divisa desde esta atalaya, también una buena parte del centro y de la costa asturiana. Es fácil comprender por qué un hombre como José Rubio Rodríguez (1848-1935), construye en su solar de origen un palacete en el año 1903. Este síndico de la Bolsa de Madrid dejó atrás su pueblo natal para estudiar Derecho en la Universidad Central, instalándose definitivamente en la capital para dedicar su vida a la administración de los intereses económicos de los inversores de la Bolsa madrileña. De José Rubio Rodríguez se conocen algunos detalles que perviven en la oralidad y por un breve apunte biográfico recogido por Fernando Fernández-Peña Rodríguez, nieto de la que fuera ahijada de José Rubio, Alicia Rubio, que da nombre al chalet de arquitectura indiana “Villa Alicia”, situado a unos pocos kilómetros, en La Granja.

José Rubio había nacido en La Venta, Mallecina, y era el segundo de cuatro hermanos. El mayor de los hermanos le posibilita los estudios en Madrid. Lo encontramos, según fuentes expresadas, bien instalado en la céntrica calle Zorrilla, residencia donde recibiría con frecuencia la visita del rey Alfonso XIII. Fue un mecenas y favoreció al pueblo que le había visto nacer, dotándolo de escuela, pagando los maestros y ayudando a las familias más pobres. Esto le convierte en hijo predilecto, recibiendo en vida el reconocimiento y homenaje de sus vecinos. La plaza ante su palacete lleva el nombre de “Plaza y Avenida de José Rubio. Dedicada por el Ayuntamiento de Salas. Año de MCMXXXIV” (1934).

Se conserva la placa original en mármol en la tapia que cerca el jardín de la propiedad. También se hizo construir un gran panteón-capilla en el cementerio de Mallecina donde quiso que descansaran sus restos. La vida de este asturiano, aún por estudiar, es de sumo interés. Su casa, conocida como el Chalet de D. José Rubio, es de un estilo ecléctico que incorpora varios detalles modernistas.

Fue erróneamente descrito como arquitectura indiana en una publicación. Su planta en L se eleva en tres alturas de semisótano, baja y primera, con un bajo cubierta notable y resaltado por un potente alero en todo el perímetro que se sustenta con palomillas arriostradas de madera, entre las que se disponen decoraciones geométricas en cerámica y tragaluces.

La cubierta a cuatro aguas se cubre con teja plana con decoraciones y filigranas en cumbreras. Esta se mantiene en un buen estado general dada la calidad de los materiales empleados en origen. Las fachadas son complejas y discretamente ornamentadas. Uno de los cuerpos se resuelve en forma de torre poligonal. Se disponen varios ejes verticales en los que se abren balcones con recercos en cantería labrada y estilo muy pulcro. Las carpinterías poseen detalles muy cuidados. Destaca una potente escalinata de balaustres en la entrada principal. En balcones volados y antepechos se disponen ornamentaciones en hierro con bellos motivos geométricos. Una galería volada en la fachada oriental aporta la variedad de recursos empleados en el tratamiento del conjunto. La disposición en L permite una individualización particular de las fachadas que, aunque de mayor resalte en aquellas que se orientan al mediodía y oriente, quedan menos cuidadas las que se orientan a norte y poniente. No obstante la belleza general del edificio es notable. A ello ayuda también el jardín, hoy abandonado, donde perviven varias palmeras y árboles autóctonos entre los que se encuentran fuentes y surtidores, además de la casa de los guardeses, inmediata al acceso principal.

Existe una esperanza para este magnífico edificio pues sus descendientes, actuales propietarios, pudieran pensar en su recuperación con fines hoteleros. Sería una magnífica oportunidad para profundizar también en la figura de José Rubio, sobre quien volveremos con mayor acopio de fuentes.

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