Dicen que de la huerta «se puede vivir» porque cada vez el cliente es más exigente con la calidad

M. L. / Soto de Trubia
Ignacio Ortuño Segovia ‘Iñaki’ Trubieco de 36 años y Jesús Villar Banciella, mierense de 56 años son agricultores y trabajan una buena huerta en Soto de Trubia, casi integrada en la trama urbana.
Consideran sin dudarlo que de la huerta se puede vivir, aunque matizan: «Desde luego que se puede vivir de la huerta como tal, pero hay que especializarse en un pequeño número de hortalizas, de rápido crecimiento, apreciadas por los consumidores, por su sabor y calidad y que sean muy demandadas».
Es lo que se llama desde hace unos 30 años Market Gardening (Huerta de Mercado), un movimiento horticultor que se basa en pequeñas explotaciones, entre 1.000 y 20.000 m2, pero muy productivas, para mercados locales y en su mayoría con venta directa. Según la época del año, ya que siguen el ritmo de las estaciones y no intentan producimos todo el año todas las hortalizas, tienen algunas especialidades. En primavera lechuga (todo el año), cebolla tierna y arbeyos. En verano tomate, aromáticas, pimientos y fréjoles, y en otoño-invierno, berzas y coles, y puerros. Estos son los principales, aunque siempre queda un rincón para las apreciadas por la familia.

Han apostado por una agricultura que no usa fungicidas ni pesticidas aunque tampoco se consideran agricultores ecológicos «es un término que, desde nuestro humilde punto de vista, está prostituido, te permite, por la necesidad de producción, usar productos poco amigables con el medio ambiente, si produces tu propio compost ya dejas de ser ecológico, pero si lo compras a una empresa te sirve. Demasiada normativa y por ponerle el adjetivo de ecológica ya sube el precio final. El término que más me gusta para definir la agricultura que practicamos es natural. Nos basamos en mejorar y aumentar la vida en el suelo (los macroorganismos y microrganismos), en la forma de trabajar de la agricultura natural coreana, pero adaptada a Asturias.

Sus productos «estrella» son el tomate, los arbeyos y los fréjoles. Sólo del tomate plantan de 4 variedades a las que suman de prueba cada año otras 4 de otros países. La producción actualmente está enfocada a la familia y amigos, aunque venden los excedentes. Tras 5 años así se plantean para el año que viene empezar a centrarse más en producir para la venta y arrancar un negocio ya que hay gente interesada en sus productos y forma de trabajar.
Explica Jesús Villar que empezaron «como hobby’ hace unos cinco años, como hobby. «Yo tenía una finca y un pequeño invernadero en Soto y siempre me gusto la huerta, pero los tenía un poco desatendidos, por falta de tiempo y otras circunstancias. Como sabía que a Iñaqui le gustaban las plantas, le ofrecí la posibilidad de trabajarla entre los dos, como pasatiempo. Aceptó y poco a poco nos fuimos implicando más y más», explica.
Los terrenos son en una pequeña parte de su propiedad y el resto son fincas cedidas por los propietarios, «unos por tenerlas limpias y otros porque les gustó como teníamos la propia. Elegimos Trubia porque es donde vivimos y siempre es una suerte trabajar al lado de casa.
Y aunque trabajan en lo que les gusta, no todo es perfecto «la huerta tiene sus pros y sus contras, podríamos hablar de lo bonito que es trabajar al aire libre, que tú gestionas el tiempo, que ves crecer tu trabajo, etc. y hablar de los otros días en que terminas muy cansado, que está frío, pero tienes que plantar esto o aquello, etc. etc. Pero sumando y restando la respuesta es que sí nos gusta mucho». Para los interesados en acercarse un poco más a estos horticultores ‘naturales’ se puede entrar en su red de Instagram el_huertin_de_soto” .
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