A día de hoy lo que se valora es ser de pueblo, es el origen rural. En Somiedo, el Parque Natural ha hecho que los somedanos estén orgullosos de su procedencia


[La Claraboya]
Sabemos del pasado rural de toda la población, y sabemos también de cómo con el paso del tiempo se fueron creando núcleos poblacionales más amplios donde ya un número importante de personas se agrupaban para convivir, y eso hasta el gran despliegue urbano con la aparición de las ciudades durante la Edad Media.
El gran desarrollo urbano en Asturias es una cosa reciente, del otro día, de la mitad del siglo XX, una vez acabada la Guerra Civil, cuando el desarrollo industrial en Gijón y en Avilés, y el desarrollo del sector servicios, con un importante aumento del funcionariado y del sector del comercio, en Oviedo, provocó un enorme éxodo de los pueblos de toda la provincia de Asturias hasta esos tres grandes núcleos urbanos.
A principios de la pasada década de los noventa, acudí a la presentación del libro sobre Somiedo en el Hotel El Coronel, en el Puerto, y allí, su autor, Pepe Zapata, dejó una reflexión interesante: “si de algo ha servido hasta ahora la declaración de Somiedo como parque natural es para que haya cambiado el sentido de verse a sí mismos de los somedanos, que han pasado de intentar ocultar su origen a sentirse orgullosos del mismo, a sentirse orgullosos de ser somedanos”.
Y era una aseveración absolutamente cierta e igualmente, absolutamente extrapolable a muchísimas personas asentadas en la urbe y que procedían del mundo rural, y es que, hubo una época en la que ser de procedencia rural venía aparejado a ser ignorante, inculto, torpe, no sé, tópicos negativos sin fundamento alguno y contrarios a toda realidad, pero de los que cualquier persona huía.
Hoy en día las cosas han cambiado bastante, llegando incluso a situarnos en el polo opuesto, y es que a día de hoy, lo que se valora, es el ser de pueblo, es el origen rural, lo intrascendente está del otro lado, en aquellos que viven entre cuatro paredes, lo decadente y lo despectivo está en el urbanita.
Y todo ello, sin entrar a valorar el aspecto económico, ya que el único que puede comprarse un piso o un coche al contado, el que tiene patrimonio y ahorro, es el de pueblo, y entre otras cosas, porque aunque quisiera no tiene mucho donde gastarlo.
Como comentaba han cambiado bastante las tornas sobre la apreciación de lo rural, y es que veníamos de una trayectoria muy buena con la declaración de la sidra como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, cuando aparece el iluminado de turno, que estos siempre están en el momento oportuno, y resulta, que el ex – letrado de la Junta General del Principado de Asturias, Ignacio Arias, junto con su hija Marina, y aduciendo que les representa mucho más que la sidra, han presentado una iniciativa legislativa para que “el olor a estiércol, a pelo quemado o silo, así como el mugir de una vaca o el traqueteo de una ordeñadora”, se conviertan en Patrimonio Sensorial Rural Asturiano, como paso previo o un primer paso.
Recuerdo que hace un par de años acudí a llevar a mi sobrino a un partido de fútbol a la urbanización de La Fresneda, y la verdad que el público concentrado para seguir el evento se veía que gozaba de bastante nivel adquisitivo, sus coches, su vestido, eso, cosas que se ven a primera vista, y en un momento determinado, atendiendo a un lance del juego, una de las madres, exaltada, grita: “tórniala”.
Así que, viniendo a cuento, empecemos a tomar nota, porque no nos queda otra que torniala, porque ya veo en breve los chigres ambientados con olor a cucho o a silo, y seguro que algún otro iluminado ya ha patentado los ambientadores con ese olor, que mira tú el potencial que tiene eso para toda la emigración, el ir esparciendo por el mundo el gratificante olor de nuestras cuadras.
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