Personalizar las preferencias de consentimiento

Usamos cookies para ayudarle a navegar de manera eficiente y realizar ciertas funciones. Encontrará información detallada sobre cada una de las cookies bajo cada categoría de consentimiento a continuación.

Las cookies categorizadas como “Necesarias” se guardan en su navegador, ya que son esenciales para permitir las funcionalidades básicas del sitio web.... 

Siempre activas

Las cookies necesarias son cruciales para las funciones básicas del sitio web y el sitio web no funcionará de la forma prevista sin ellas.Estas cookies no almacenan ningún dato de identificación personal.

No hay cookies para mostrar.

Las cookies funcionales ayudan a realizar ciertas funcionalidades, como compartir el contenido del sitio web en plataformas de redes sociales, recopilar comentarios y otras características de terceros.

No hay cookies para mostrar.

Las cookies analíticas se utilizan para comprender cómo interactúan los visitantes con el sitio web. Estas cookies ayudan a proporcionar información sobre métricas el número de visitantes, el porcentaje de rebote, la fuente de tráfico, etc.

No hay cookies para mostrar.

Las cookies de rendimiento se utilizan para comprender y analizar los índices de rendimiento clave del sitio web, lo que ayuda a proporcionar una mejor experiencia de usuario para los visitantes.

No hay cookies para mostrar.

Las cookies publicitarias se utilizan para entregar a los visitantes anuncios personalizados basados ​​en las páginas que visitaron antes y analizar la efectividad de la campaña publicitaria.

No hay cookies para mostrar.


Los cien años de Mérito

Inicio Trubia Los cien años de Mérito

Enemérito Fernández cumple un siglo como memoria viva de Trubia

Mérito, en su casa, con una foto de su esposa, Carmina Rodríguez Braña

L. S./ Trubia
Delgado, atento, recto, con una memoria prodigiosa y muy educado, Enemérito Fernández, Mérito el Americano, cumplió el pasado 15 de diciembre cien años. Su hijo le organizó una fiesta sorpresa, con una misa en la iglesia de Trubia y una comida para un hombre que llegó al mundo en Santa María de Grado en 1919, hijo de Ramón Fernández y María Fernández. Eran ambos emigrantes retornados, habían vuelto a la tierra natal desde Cuba, donde nacieron sus tres primeros hijos. Enemérito, que era el cuarto de los cinco hijos de la pareja, ya nació en Asturias, “y me llamé Enemérito desde que nací, me llamaban Mérito el Americano, hasta que entré de aprendiz en la Fábrica de Armas, y me enteré de que me llamaba Manuel”. Cosas de antes, cuando se iba al registro civil cuando se podía, y el familiar que inscribía al recién nacido podía dejarse llevar por una inspiración. Manuel Enemérito siguió siendo Mérito el Americano, quizá porque su familia compró un edificio frente a la estación del Vasco, donde recibió huéspedes y abrió el bar Americano, que después de su padre regentó su hermano Antonio. En su casa, como inquilinos, vivió el director de la banda de música, “porque de aquella Trubia era muy famosa, y tenía hasta banda”. “Fuí al colegio en Junigro. La parte izquierda era para niños, y la parte derecha para niñas.Tuve como profesor a Don Bernardo Martínez, y también a Don Antonio Manso”, rememora, con su excelente memoria. En 1936, con 17 años, entró de aprendiz en la Fábrica de Armas, y a los pocos meses estalló la Guerra Civil. En el año 38 fue movilizado y se tuvo que ir a Ferrol, donde un vecino de Trubia que se llamaba Armando y que vivía allí le trató “como a un hijo”. Estuvo en Madrid, en Alcalá de Henares y en Orense, y cuando acabó la guerra volvió a la fábrica. “Nos daban matemáticas, álgebra, dibujo. Estuve mucho tiempo en el taller de carros”. Después estuvo en estadística, “donde estaba de jefa Conchita, que vivía donde ahora está la sidrería El Bosque”. decidió entonces opositar a funcionario civil de la Administración Militar, y así consolidó su puesto en las oficinas, en Contabilidad.
Eran tiempos tan austeros que cuando se casó, en enero de 1954 (recuerda con precisión todas las fechas), con Carmina Rodríguez Braña, se fueron de viaje de novios a Gijón. Hace dos años perdió, en una Navidad y “de forma muy rápida” a su esposa, con la que había vivido primero en el barrio del Nalón y luego en Junigro, donde él sigue. Eran unas casas que todo el mundo quería, “y ahora muchas están vacías. Muchos marcharon, otros murieron, es así la vida”. Nota que Trubia “ha bajado mucho”. Tras jubilarse en 1984, con la Medalla al Distintivo Blanco, llevó una vida regular y tranquila. Su secreto para ser centenario y poder mantener la independencia y la lucidez: caminar mucho, leer, y estar cerca de los suyos, su hijo y su nieta.

Deja un comentario

La dirección de email no será publicada.