Publicado el: 21 Sep 2020

Zapico y Riera, un reencuentro entrañable

El minero, al que un accidente en el pozo San Jerónimo en 1974 cortó la cara por la mitad, recordó junto al médico que le operó su dura convalecencia

De izquierda a derecha Foro, Zapico y Riera en Casa Laureano de Teverga

F. Romero / Teverga

Juan José Fernández, más conocido en su pueblo por ‘Zapico’, el minero que en marzo de 1974 sufrió un grave accidente que le cortó prácticamente la cara por la mitad en el pozo San Jerónimo de Teverga, se reencontró de nuevo con uno de los médicos que le operó, Luis Riera. En esta entrañable reunión tuvo mucho que ver ‘Foro’ de Proaza, que conocía a ambos y que los puso en contacto. La comida fue en Casa Laureano, en donde departieron a gusto, a pesar de que recordaron tiempos duros. “Para mí, los médicos y el personal del sanatorio Adaro de Sama (hospital por entonces de Hunosa) eran como de familia”, dice Zapico, que tenía 22 años cuando sufrió el terrible accidente. Había comenzado a trabajar en la mina con 15 años, pero después de aquel día nunca más volvió al tajo, pues las secuelas en un brazo y una pierna le impidieron trabajar. Zapico recuerda con cariño a todos los médicos que participaron en las once intervenciones quirúrgicas a las que fue sometido para recomponer su cara, cuatro de ellas duraron 10 horas cada una. Además de Luis Riera, este tevergano recuerda con cariño especialmente a Vicente Vallina, traumatólogo del Adaro “se levantaba cada tres horas por la noche para ver que tal estaba. Se ponía la gabardina encima del pijama y venía a verme”, recuerda Zapico. Conoce muy bien un hospital por dentro, pues prácticamente vivió durante más de 4 años. Primero tres meses y 12 días en Oviedo “Allí no me trataron muy bien, pero tenían miedo de moverme; había perdido mucha sangre”. De hecho ingresó pesando 96 kilos y cuando le trasladaron a Sama pesaba 50 kg. Se barajó la posibilidad de que fuera trasladado al hospital de La Paz, en Madrid, pero sus médicos no lo aconsejaron, así que fue al revés y desde Madrid vinieron a Asturias a tratarle los facultativos Ramón Castillo y el doctor Valencia. El primero de ellos era además asturiano, de Villaviciosa . “Hoy no tengo ya dolores, aunque aún tengo alambres por la cara”, explica Zapico, que recuerda perfectamente lo que ocurrió aquel día de marzo de 1974: “Acababa de comer el bocadillo y estaba con ‘Mino’ el de Sobrevilla cabeceando la trabanca y yo encajándola encima de la máquina paleadora. Me puse de puntillas para llegar mejor y vimos que había grisú y me caí sobre el cazo de la paleadora cortándome la cara. Tuve un diagnóstico grave, con traumatismo craneoencefálico y los maxilares rotos”, relata. En Sama permaneció cuatro años y medio internado, en una habitación con su madre, sufriendo duros posoperatorios, con la boca cosida y siendo alimentado por la nariz con una sonda. Hoy, a sus 68 años, disfruta con sus amigos el presente, y recuerda aquellos tiempos difíciles de la minería tevergana en los que también hay sitio para otros más agradables, como el trato humano y familiar que recibió de los médicos que le trataron.

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