Publicado el: 27 Ago 2022

Helenio Canteli: «Solo pido un reconocimiento al último alcalde republicano que tuvo Proaza»

«A mi padre no lo mataron por política, sino por envidia»

Helenio Canteli

 

Fernando ROMERO / Gráu

Helenio Canteli Álvarez (Caranga, 1935) es hijo del último alcalde republicano de Proaza, Aladino Canteli, asesinado después de la guerra en una trinchera de Las Caldas sobre la que hoy se levanta un hotel. Su vida y la de su familia no fue fácil. Su abuelo Víctor, que también había sido alcalde de Proaza, gestionó su salida de Asturias a Bilbao en 1953 pues sabía que los franquistas, que habían incautado las propiedades de su familia, le iban a hacer la vida imposible. Hoy Helenio, que siempre vuelve a Asturias periódicamente, lo único que quiere es un reconocimiento público, una placa que recuerde a su padre en Proaza.

– ¿Quién era Aladino Canteli?

– Tuvo que tomar las riendas de una concesión de correos, que tenía de mi abuelo Víctor. Le concedían la línea de Quirós. A los 15 años ya hacía el servicio con un carro por todo el concejo. Se casó con Secundina Álvarez y pusieron un bar en la parte baja de la vivienda que atendía mi madre.

-¿Cómo empieza su padre a interesarse por la política?

– Mi abuelo fue alcalde en la época anterior a la proclamación de la II República. Era un hombre de derechas, moderado, pero cuando llegó la República le echaron. Quedó la plaza libre y se la propusieron a mi padre, hubo unas votaciones y salió. Mi padre era un hombre muy discreto, muy familiar y muy amigo de sus amigos. Nunca nadie me habló mal de Aladino, ni los de derechas. Su trayectoria no era política, era del pueblo. Él decía que no haría caso a ninguna norma dictada por el partido republicano y que gobernaría según sus ideas. A pesar de ser de izquierdas ayudó a gente de derechas durante la Revolución de 34 (al cacique de Caranga) y también al cura, don Belarmino, al que protegió. Dijo que mientras él fuera alcalde no se prejuzgaba a nadie ni se le coaccionaba. A pesar de eso, esa gente que salvó luego fue cómplice en su asesinato en 1937.

-¿Cuánto tiempo estuvo como alcalde?

– Desde 1933 hasta 1936 que estalló el levantamiento fascista. Cumplió con su obligación con grandeza

– Un hermano de su padre, Helio, sí tenía una trayectoria de izquierdas más marcada y participó activamente en la Revolución de 1934…

– Mi padre no se llevaba bien con él. Le achacaba haber generado muchos problemas a la familia. Era un político muy lanzado, un chaval joven de 24 años, un guaperas, coche pa arriba coche pa abajo y mi padre le llamaba la atención constantemente.

– Aladino no tenía estudios universitarios pero era una persona muy formada, según dicen, ¿no?

– Sí. Era muy estudioso y trabajador y, aparte de ayudar a sus padres, su hobby era el conocimiento.

-¿Qué pasa cuando estalla el alzamiento fascista de 1936? ¿Qué hace Aladino?

– Mi padre estuvo en Proaza algún tiempo hasta que le dijeron que era un peligro y se fue para casa, a Caranga. Mi abuelo le dijo que se escondiera —«¿por qué me voy a esconder?»—, le contestó y le dijo que no había razones, que era por envidias. Le metió en el pajar, detienen a su madre y la llevan a Proaza, la maltratan en el calabozo. Se enteró de esos hechos y dijo que se presentaba. Tenía un hermano mayor, César, que vivía en Teverga y que era de ideas falangistas. Creyeron que nadie mejor que él para que fuera a negociar en el cuartel militar en el palacio de Entrago y para allá fue. Ya sabían quien era y le dijeron que no tenían que tener miedo porque no había delitos de sangre, que tendría que ser juzgado por su cargo político, pero sin pena de muerte. Todos estaban contentos, pero esa misma noche, tras entregarse «por error» le metieron en un camión y le dieron el paseo. Lo fusilaron en las trincheras en Las Caldas. Ahora hay un hotel, donde el balneario, nunca he querido ir. Falsearon el acta de defunción y dijeron que había muerto en un acto de guerra.

 

«Tras matar a mi padre empezaron a acosar a mi madre, la insultaban. Nos quitaron la casa, los muebles, hasta la ropa. Yo iba con un cuchillo de matar cerdos escondido para defenderme. Esa fue mi infancia»


 

– En cuanto mataron a su padre ¿qué pasó con su madre y su familia?

– El mismo día que mataron a mi padre echaron a mi madre de casa conmigo en brazos y nos fuimos para la casa de mi abuelo Benjamín, en Caranga. Tenía que pasar todos los días delante de la que había sido mi casa e iba siempre con el cuchillo de matar los cerdos guardado. Iba pegado a la cuneta por si me disparaban poder alcanzar a alguno antes de caer al suelo. Esa fue mi vida de niño. A mi madre siguieron acosándola, haciéndole burla, estropeando las cosechas, comiéndonos la hierba. Una vez un teniente le quemó la cara con un puro. En vez de tratar que cicatrizaran las cosas mal hechas lo que hacían era provocar más constantemente.

Casa de los Canteli en Caranga

 

-¿Cuál fue el detonante para que se marchara definitivamente de su pueblo?

– Una pelea que tuve en Quirós después de que amenazaran a mi madre. Le di una paliza y paré porque casi le mato. Al cabo de los años me pidió disculpas.

-Usted ya entrando en la adolescencia no se aquietaba y se enfrentaba a las injusticias de las que era víctima su familia. Peleas, amenazas, insultos….

– Sí, se estaba creando una situación de mucho riesgo. Y el abuelo Víctor, que era una persona muy inteligente, me dijo: «tienes que marchar de aquí». Y estaba en Bilbao Helio desde hacía un año y le iban bien las cosas. Le dijo que se llevara allí al chico para acabar con el problema. Mi madre se quedó en Caranga hasta 1959, le mandaba yo 300 pesetas. Yo al marchar creí que estaba ya todo finalizado pero no era así. Cuando volvía a Proaza tenía problemas, una vez la guardia civil me estuvo acosando todo el tiempo aunque fui a denunciarlo a Oviedo y finalmente el sargento al mando me pidió disculpas.

-Supongo que también tendría problemas antes de ir a Bilbao para encontrar trabajo.

– Sí, por ejemplo, anunciaron una plaza en Hullasa en Teverga para el economato. Me presenté a los exámenes en el bar Juvencia de Trubia y me salieron muy bien. Nunca me llamaron. Mi tío Octavio de Teverga me dice un día que la plaza ya la habían dado y fue a informarse al presidente de Hullasa. Le confirmó que mi examen era muy bueno, pero que el capataz había jurado: «ese rojo no entrará a trabajar aquí nunca mientras yo sea capataz»

«No busques la causa de su muerte. No la vas a encontrar. Busca las razones en las personas que se aprovecharon con su asesinato de vuestros bienes y oficios», le dijo a Helenio un comerciante


 

– Usted era muy joven cuando aconteció el asesinato de su padre, pero a lo largo de su vida habló con gente de la zona de todas las ideas para intentar buscar explicaciones ¿qué le dijeron?

– Al cabo del tiempo pregunté a gente de distintas ideas que lo conoció. Nadie tenía mala opinión de él. Decían que era seco y callado. El más sincero fue un vecino conocido en Proaza de derechas que le trató. Me dijo «no busques la causa del asesinato de tu padre; no la vas a encontrar. Las razones por las que está muerto búscalas en las personas que se aprovecharon con su muerte de vuestros. bienes, derechos y oficios».

Aladino Canteli

 

– ¿Sigue luchando para que en Proaza y Caranga haya un reconocimiento público a su padre?

– Claro. Yo solo quiero un reconocimiento como el último alcalde de un partido legalizado y de un gobierno legítimo contra el que se levantaron los militares, una placa allí para que se sepa que fue asesinado.

– Escribió un libro El alcalde. Herencia política. En él cuenta toda la historia y da nombres de personas que, según supo, participaron de una manera u otra en el asesinato de su padre. En 2006, lo llevó al ayuntamiento de Proaza. Entonces era alcaldesa Carmen Arias, del PP. ¿qué pasó?

– Ella no estaba, hablé con un empleado y les dejé los libros para que los repartieran por todas las escuelas de los pueblos y también uno para cada empleado del ayuntamiento. La alcaldesa se llevó uno. Me llamó diciéndome «¡qué bonito!», pero claro solo se había leído los inicios, cuando hablo de Asturias, no había entrado todavía en materia (ríe). Le expliqué que quería una placa en homenaje a mi padre, me dijo que ya me iba a contestar y no hubo respuesta. Luego le mandé una carta. Le dije que los gastos de la placa y los que se ocasionasen los pagaba yo de mi bolsillo. Me ofrecí a ir a una reunión del Ayuntamiento y tratar el asunto delante de todos los concejales y ni contestaron. Hasta hoy. En la segunda edición ya les pongo a caldo y digo que aquí (Bilbao) me trata mejor el lehendakari vasco que el alcalde de mi pueblo.

– Al llegar la democracia tras la muerte de Franco ¿les devolvieron las propiedades que les habían incautado o les indemnizaron?

– Nunca nos devolvieron nada. A mi madre la echaron de su casa conmigo en brazos el día después de que mataran a mi padre. Tenía 26 meses. No nos dejaron ni sacar la ropa ni ninguna existencia y al día siguiente la ocuparon. Hay una anécdota y es que un domingo, vimos pasar a una integrante de la familia que se había quedado con nuestra casa con una cafetera. Mi madre cogió la tapa de la cafetera, que aún la tenía, salió a la carretera y le dijo «toma nena, para que lo tengáis todo, esto es lo único que me habéis dejado». Aquello con cinco años me dejó impactado y fui al abuelo Víctor a preguntarle ¿porque pasa esto?

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Esta entrevista fue realizada telefónicamente con Helenio Canteli, residente en Bilbao, quien en sus respuestas dio nombres de personas y familias que LA VOZ DEL TRUBIA ha omitido. Los lectores que quieran conocer esos nombres pueden acudir al libro publicado por Canteli ‘Herencia política: el alcalde…’, cuyo ejemplar se puede consultar en la Biblioteca de Asturias.

 

Comentarios:
  1. Fontan Norte dice:

    Y por qué se omiten los nombres y familias? por qué no se transcribe la entrevista completa? La verdad no lo entiendo…..

    • Redacción dice:

      Porque se trata de acusaciones que nosotros no podemos probar y no queremos asumir la responsabilidad de señalar a gente que no ha sido condenada. Si quiere conocerlos puede leer el libro, está en las bibliotecas. Un saludo

      PD: Por otro lado no entiendo que usted haga un comentario así cuando se esconde detrás de un pseudónimo

      Atentamente

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