La diabetes, comúnmente llamada “azúcar alto”, puede sonar aterradora, pero tranquilos, que no cunda el pánico. Hay varios tipos de diabetes, pero la que nos interesa hoy es la tipo 2. Lo que ocurre es que el cuerpo no maneja bien el azúcar en sangre (glucosa) porque una hormona llamada insulina, que debería hacer de “llave mágica” para meter esa glucosa en las células, no abre como debería. Así que, en lugar de alimentar a nuestras células, el azúcar se queda dando vueltas en la sangre.
Cuando comemos pan, arroz o dulce, el cuerpo lo convierte en glucosa. Normalmente, esa glucosa debería entrar en las células gracias a la llave insulina. Pero cuando llevamos años sin movernos mucho o comiendo mal, las “cerraduras” de nuestras células se dañan y no dejan entrar a la glucosa. Y el pobre páncreas (el productor de llaves) se esfuerza como loco produciendo más y más insulina hasta que, un día, dice: «¡Basta, no puedo más!».
¿Por qué aparece la diabetes?
La diabetes tipo 2 se desarrolla principalmente por malos hábitos. Si no nos movemos y comemos en exceso, estamos llamando a la puerta de la diabetes. Y si tenemos familiares que también la padecen, ¡doble alerta!
Si no controlamos la diabetes, nos arriesgamos a problemas graves. ¿Queremos que nuestra vista se dañe? ¿O que los riñones o el corazón sufran? ¡Seguro que no! Además, la diabetes mal gestionada puede causar daños nerviosos que incluso pueden llevar a amputaciones. Sí, suena feo, pero es la realidad.
¿Cómo podemos controlarla?
La solución es sencilla: una dieta saludable, ejercicio regular (¡sí, caminar cuenta!) y cuidar nuestro peso. Olvídate de los alimentos ultraprocesados, refinados (blancos) y dale la bienvenida a frutas, verduras y alimentos integrales. Y no te olvides de moverte como mínimo mínimo 30 minutos al día, cinco veces por semana.
En resumen, con un poco de esfuerzo, podemos convivir con la diabetes sin problemas, incluso hacer que desaparezca en algunos casos. ¡Toma el control y vive con buena salud !
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