Águeda, es una mujer que vive sola. Tiene seis hijos y a sus 88 años mantiene su capacidad de autonomía, independencia y satisfacción. Ha tenido y tiene motivos para la desesperación y para la autodestrucción. Pero su vitalismo y ganas de vivir anulan cualquier sentimiento destructivo. Su preocupación es su ilusión por vivir y ser feliz; disfrutar de su entorno, de sus amigas, de su lectura y, especialmente, de la música. Y, ciertamente, la felicidad lo mejora todo, los indicadores fisiológicos, los parámetros emocionales, la sexualidad, el rendimiento intelectual, la creatividad, la capacidad de comunicación, la resistencia frente a las enfermedades e, incluso, la esperanza de vida. Lo dice Águeda con mucha sencillez, la felicidad se relaciona con poder amar y trabajar. El ser humano busca la felicidad, todos la deseamos, se vende de todo por conseguirla y se adquiere de todo para conservarla; pero se trata de un escurridizo anhelo que, en vez de ser permanente, una vez que la alcanzamos (¿) se esfuma velozmente. La felicidad o infelicidad tiñen todos los actos humanos. Existen muchos ladrones de la felicidad. Estábamos en la sociedad de la felicidad (¿), al menos eso es lo que se nos ofrece: playas, viajes, rebajas, coches, concursos, “glamur”, fiestas, alcohol…Pero el tsunami de la enfermedad y los virus ha llevado por delante muchos gigantes de “barro” de lo que era una felicidad epidérmica. El coronavirus, nos ha devuelto a la casilla de salida y nos ha enseñado un principio muy simple, es decir que, a pesar del inmenso desarrollo biotecnológico, seguimos siendo simplemente seres humanos, altamente vulnerables y débiles que podemos desaparecer ante el viento huracanado de cualquier enfermedad. Muchas personas consideran que una mayor cantidad de dinero aliviaría sus dificultades financieras y les permitiría comprar más felicidad.
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Golondrinas y pateras
Llega el verano, y con él vienen las aves migratorias que han pasado el invierno en África. Llegan las golondrinas y sus primos los vencejos, con sus vuelos rápidos y sus continuados y estridentes trinos, buscando su hogar, el de su nacimiento, construido con barro y paja en las vigas de una vieja cuadra rodeados por abundantes telas de araña (usadas por las curanderas para cortar la sangre en las heridas ), o bajo corredores y aleros.
Ánimo, campeona
“Seguiré con la gente que yo valoro y la que me importa. El resto no existe en mi vida”. Venero esta filosofía de vida, la filosofía de una mujer que supo enfrentarse a la muerte y logró vencerla con inteligencia y valentía. Se le acercó la parca disfrazada, en un acto cobarde, violento y machista, merecedor de una repulsa unánime, sin ambages, peros, o cualquier comentario que distraiga un ápice la atención de lo que es en esencia una agresión brutal enmarcada dentro de la violencia de género.
Todo para el pueblo, pero sin el pueblo
"Todo para el pueblo, pero sin el pueblo", despotismo ilustrado, se llama.
Cuando las medidas que toman los gobiernos no tienen en cuenta la opinión de los vecinos, ni contrastan las necesidades de quienes viven o trabajan en los pueblos, éstas terminan siendo, casi siempre, medidas en contra del pueblo.
Tintineo de espuelas
Bienvenidos, forasteros. Un mes más, cruzáis los vastos páramos digitales para acudir a este nuestro pequeño y privado rincón. Desmontad y poneos a resguardo de este inclemente sol que a todos azota por igual. Hoy traigo un tema interesante, supongo que algo sospecharéis por el tono. Espero que os guste.
De la madreña a Internet
De pronto, un día nos despertamos y nos damos cuenta que todo ha cambiado; hemos visto cómo los medios de transporte pasaron de los equinos y carros a los motores de combustión con ruedas de goma y ballestas, lo que significaba más rapidez y más prisa; pero… las carreteras no han evolucionado al mismo ritmo; el tiempo ha empezado a cotizarse como un mineral precioso, hemos pasado de una vida plácida y natural a otra acelerada, estresante y consumista, a la que llamamos estado de “bienestar”, también conocido como era industrial. Las gentes abandonaron sus sistemas de vida tradicionales y emigraron a los polos de desarrollo o polígonos industriales en torno a los cuales crecieron las grandes urbes. El cambio efectuado por nuestra sociedad desde mediados del siglo XX a estas primeras décadas del siglo XXI ha sido vertiginoso, concretamente en Asturias hemos pasado de la madreña a las redes sociales, al Internet y todo ha sido tan precipitado que no hemos sido capaces de digerirlo. Una de las cuestiones sociales más delicadas es la de la administración de los tiempos y de pronto nos vemos desbordados pasando del tiempo de las cerezas, los higos o las castañas a los tiempos del viaje a la luna, o al centro de la tierra, convirtiendo una soñadora fantasía de Julio Verne en una realidad ya pasada.y superada, ahora estamos en los tiempos del cambio climático y la inteligencia artificial...
Impuestos y sanidad
Celestino Pertierra [Desde La Rodriga] Estamos en temporada de impuestos. No se puede decir que los contribuyentes los asuman con alegría. También es el momento de escuchar campañas de Cáritas y sobre la bondad de contribuir con la Iglesia Católica para que ellos puedan atender las necesidades que suelen cubrir. Bien, pues una información clara...
Cosas de necios
Plácido Rodríguez Pese a que una conocida frase proverbial nos dice que “las comparaciones son odiosas” y, supuestamente, nos invita a dejar de contraponer personas entre sí para evitar que alguna se sienta menospreciada, no parece que hagamos mucho caso a esta, por decirlo de alguna forma… reflexión. Más bien todo lo contrario, lo que...
Patatas, vino y fuego
Luis G. Donate Bienvenidos seáis, queridos contertulios. Tomad asiento, la ocasión que nos reúne este mes es solemne. Uno de esos asuntos que sólo pueden ser tratados desde una silla y con calma, hablando con prudencia. Dicho esto, si os place, vamos a ello. Tenemos por delante un artículo un tanto críptico, ya os aviso....
Mil años del monasterio de Cornellana
Ángel de la Fuente El final del mes de las flores coincide con un milenio de historia en torno al emblemático monasterio de San Salvador de Cornellana, una flor que brilla junto con otras de igual envergadura en el extenso ayuntamiento de Salas conocido también como la Puerta del Occidente. No pretendo hacer una reflexión...